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La escuela en México se convirtió en el principal espacio obesigénico que dio origen a la más fuerte epidemia del país por las proporciones de sobrepeso y obesidad entre los niños, coincidieron nutriólogos, científicos, organizaciones de consumidores e integrantes de la industria de alimentos procesados, por lo que demandaron crear una reforma alimentaria escolar que incluya regular la cantidad, las proporciones y el tipo de comida que se brinda a estudiantes.
Durante el foro “Salud Alimentaria en las Escuelas”, organizado por EL UNIVERSAL, los representantes de la industria enfatizaron que las empresas de productos procesados en México “son parte de la solución” a este problema, y anunciaron que en los próximos meses también habrá modificaciones en su publicidad.
Lorena Cerdán Torres, representante de 43 empresas en ConMéxico expuso que “el compromiso de la industria es explorar las alternativas de reformulación de productos en su contenido de grasa, sodio, azúcar, así como ampliar las alternativas que tiene el consumidor innovando tecnológicamente, usando edulcorantes no calóricos, explorando las posibilidades de mezclas de grasas, y eso ya está sucediendo”.
Antonio Ávila Díaz, director general de Operación de los Servicios Educativos en el Distrito Federal, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), dijo que la intervención de esa dependencia se hace en términos de las facultades que se le han otorgado.
Pero agregó, “no es la escuela donde se origina el problema de sobrepeso, va más allá de la escuela y tiene que ver con el asunto de los entornos… La Secretaría (de Educación Pública) tiene facultades para definir contenidos educativos, pero no los contenidos nutricionales, eso es competencia de las autoridades de Salud”.
Explicó que a pesar de esa situación, la dependencia ha iniciado una serie de estrategias —primero en el plano nacional— al presentar a consulta con los gobiernos estatales, un conjunto de lineamientos para orientar lo que se debe consumir en las escuelas.
Por lo que respecta al Distrito Federal, precisó el funcionario, se va a iniciar una serie de programas de activación física y de investigación para medir el impacto cuando se limita el consumo de comida chatarra dentro de los planteles escolares.
Ávila Díaz dijo que el reto implica atender otros problemas, como lo es la disponibilidad de agua, de bebederos con filtros en las escuelas y limitar la presencia del comercio ambulante en el entorno de los planteles.
Julieta Ponce Sánchez, directora de Nutrición del Centro de Orientación Alimentaria, aseguró que la responsabilidad del tipo y cantidad de alimentos que se consumen dentro de la escuela es de la Secretaría de Educación Pública.
“Es un crimen que no se le considere parte del proceso sicopedagógico” debido a que hay estudios que prueban que la dotación de hierro y zinc son determinantes en el desempeño intelectual de los menores.
La especialista propuso involucrar a los padres de familia para asumir hábitos alimenticios saludables y hacer que se incremente ese 10% de niños que actualmente llevan alimentos preparados en casa y modificar el tiempo que tienen los niños de recreo, puesto que eso los lleva a decidir en menos de 5 minutos la inversión que harán con el dinero disponible.
También, dijo, tener una mejor canasta básica para elegir alimentos nutritivos y establecer un desayuno escolar diseñado por especialistas y elaborado por los padres de familia.
Al hacer un diagnóstico de la situación que llevó a las escuelas a convertirse en el principal ambiente de consumo de alimentos que ocasiona la obesidad infantil, Simón Barquera, director de Epidemiología de la Nutrición del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, dependiente del Instituto Nacional de Salud Pública, afirmó que las evidencias fisiológicas muestran que se presentan excesos que van de 100 a 200 calorías en cada ingesta (se calcula que hasta tres veces), en un periodo corto de cuatro horas, que es el promedio de estancia de los niños y niñas en las escuelas.
Alejandro Calvillo, presidente del Poder del Consumidor (una organización no gubernamental), aseguró que en lugar de pedir que se establezcan lineamientos para el tipo de comida que se pone a disposición de los estudiantes en las escuelas, y regular las acciones de la industria de alimentos, lo que se requiere en México es una reforma alimentaria escolar que fortalezca las economías locales y poner reglas a la publicidad, ante la “farsa de empresas y autoridades”. Tan sólo, ejemplificó, un refresco de 600 mililitros contiene 16 cucharadas de azúcar.
Luis René Martínez Souvervielle, director de Asuntos Corporativos del Grupo Bimbo, opinó que la escuela es el espacio natural privilegiado para desarrollar con eficiencia y eficacia una estrategia para combatir el sobrepeso y la obesidad en los niños. Refirió que 50% de escuelas a nivel nacional no tienen agua y mucho menos bebederos.
Planteó que para mejorar esas condiciones que definen la nutrición de los niños en la escuela se necesita un ambiente escolar ordenado y la industria debe aportar con una “revisión profunda sobre el perfil nutricional de nuestros productos”. Dijo que encontrar la solución implicará un esfuerzo de la iniciativa privada, autoridades, maestros y padres de familia.
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