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Contruyeron y programaron a sus robots en medio de las montañas y la carretera que rodea a su escuela. Les acondicionaron una pequeña aula como taller de robótica. Tuvieron dos meses para prepararse para una competencia internacional. El reto: armar y programar un robot capaz de realizar cinco misiones distintas con piezas de Lego, todas regaladas por la marca. Salieron de Malinalco por primera vez a otro país, a Taiwán; lo hicieron sólos, sin sus padres, con pequeñas maletas llenas de llaveritos mexicanos que regalaron a los contrincantes y por supuesto, con sus robots.
Emiliano, de 14 años; Eduardo, Edward y Jaime, de 13 años, junto con Yaomitl, de 15, formaron equipo para la competencia de robótica de First.
Fueron el equipo representante de México, todos estudiantes de una secundaria pública, quienes se ubicaron en el lugar 16 de 66. Hijos de campesinos, comerciantes y maestros. Chicos con bajos recursos económicos, pero con un alto espíritu e inteligencia.
Buenos para las matemáticas y curiosos de siempre. Con los ojos puestos en una carrera de ingeniería. Con ilusión de ser dignos representantes del país en un concurso donde tienen que hablar en inglés y demostrar por qué son los únicos de escuela pública que compiten por México en materia de robótica.
Niños autodidactas
Desarrollaron un robot con materiales de Lego, con su propia estrategia, diseñaron, construyeron, programaron, probaron y refinaron un completo robot autónomo capaz de completar las misiones del FLL Internacional. Tuvieron que investigar en Internet, estudiar y desarrollar una presentación en inglés.
Para ganarse un lugar en Taiwán, compitieron con 42 escuelas de México, sólo dos de ellas públicas. La suya, Secundaria Técnica 176 “Libertadores de América”, fue la elegida.
En el pueblo de San Sebastián Malinalco lo saben y están orgullosos de sus niños, pues compiten al mismo nivel de escuelas que cuentan con todos los recursos económicos para montar los mejores talleres de robótica.
Recursos de todos lados
A Taiwan llegaron con recursos donados, apoyados por la Unión de Empresarios para la Tecnología en la Educación (UNETE), por Lego, por el gobierno del estado y hasta por la iglesia de Chalma, que colaboró con dinero para completar los gastos de los chicos, por cada uno se juntaron 30 mil pesos, ya contando los boletos de avión.
Sus padres tuvieron que juntar 15 mil. “Lo hicimos entre todos, nos tocó de tres mil pesos por niño, la verdad es que lo hicimos con mucho esfuerzo y si nos costó trabajo aportar 3 mil, imagínense 30 mil, creemos que sin la ayuda de la gente nuestros hijos no hubieran podido realizar este sueño”, dicen los padres.
Para cuatro de estos pequeños este viaje significó no sólo su primer competencia de robótica, sino también su primer salida de México y su primer traslado en un avión. Pero para Yaomitl, de 15 años, esta vez fue su segunda oportunidad de hacerlo, pues hace una año viajó para representar a nuestro país en un concurso internacional de Robótica que se celebró en Dinamarca.
En aquel entonces llegó a ese país con cuatro compañeros de equipo, todos miembros de escuelas privadas, ninguno de ellos tuvo que juntar dinero como él para pagar el hospedaje. Aquel viaje le costó 45 mil pesos, que salieron del bolsillo de maestros, padres de familia y compañeros de la secundaria.
Emprendedor
“Mi papá y mi abuelo eran herreros. Recuerdo mucho que me parecía fascinante cómo podían crear cosas con motores. Yo desde los nueve años armo y desarmo los electrodomésticos de mi casa” dice Yaomitl , quien es el reparador oficial de las fallas eléctricas de su hogar. Ha compuesto la televisión, un teclado de computadora y ha instalado programas a una laptop que la SEP le regaló.
En 2009, Yaomitl quedó en el lugar 19 de un total de 56 países participantes. De regreso decidió crear un club de robótica en la secundaria, su hazaña es admirable, pues él, con dos profesores, prepararon al resto de los alumnos.
No tenían ni las piezas para montar un taller de robótica, pero con la ayuda de UNETE se logró que Lego donara a la escuela el material para construir los robots. El profesor de matemáticas y el de computación ayudaron a los niños con la teoría y Yaomitl con la práctica.
Un éxito, pues ganarle a más de 40 escuelas el pase a Taiwán siendo primerizos en la materia es un buen augurio. Antes de que Yaomitl concursara en Dinamarca, la palabra robótica era lejana para la escuela y para el pueblo, hoy los niños saben que practicarla los puede llevar a conocer y experimentar retos fascinantes fuera de su comunidad.
No es fácil, pero sí muy divertido, dicen los niños. Emiliano, de 14 años, cuenta que tuvieron que aplicar matemáticas muy avanzadas para preparar el texto teórico que se entregó a la competencia sobre su proyecto y que además en dos semanas tuvieron que memorizar su presentación en inglés.
El taller es aún sólo de niños, no hay ninguna niña de la escuela interesada en el tema, pero Yaomitl no descarta que tras la competencia en Taiwán habrá más y más niños que pongan entusiasmo en el tema.
Así ocurrió el año pasado. Luego de ver los logros de Yaomitl, varios niños se interesaron en la robótica. “La palabra robótica espanta, se escucha difícil e inalcanzable, pero hacer robots es como jugar sólo que con un poco de matemáticas”, dice Edward.
Estos cinco pequeños tienen grandes sueños. Quieren inventar cosas creativas. A todos les interesa generar sus propios inventos y también todos desean llegar a ser ingenieros para seguir representando a nuestro país cada vez que su desempeño rinda frutos.
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