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viernes, 19 de febrero de 2010

El arte contemporáneo exhibe en Europa al México violento.

Noticia:


El realismo mágico ya no pinta a México. Su rostro ahora es la tragedia. La violencia, el narco, la migración, las maquiladoras y el pasado no resuelto está a la vista del público europeo.

Junto a las pinturas de Frida Kahlo, los retratos de 25 fotógrafos, las obras de 150 artistas -anunciadas como Imágenes del mexicano-, una muestra de arquitectura y una colección de alebrijes, al Palacio de Bellas Artes de Bruselas (Bozar) ha llegado El horizonte del topo, una selección de video-arte de 11 mexicanos.

A diferencia de las otras muestras que integran el festival “¡Mexico!”, que se extenderá en la capital belga hasta mayo, estos videos no son presentados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. El propio Bozar fue el que pidió llevar las obras representativas del trabajo de artistas contemporáneos.

La selección estuvo a cargo de la curadora Ruth Estévez. “Es una exposición dura, los temas no son agradables. Es muy pertinente para el momento actual, los artistas están pensando en lo mismo: cuestionan a través del arte problemáticas que están disimuladas, pero que son importantísimas: el narco, la migración, los asesinatos, los momentos históricos que han quedado sin revelar”.

En la selección figuran artistas de diversas generaciones. Ellos son Teresa Margolles, Daniel Guzmán, Jorge Méndez Blake, Daniel Reyes, Edgardo Aragón, Jorge Satorre, Luis Felipe Ortega, Ilán Lieberman, Miguel Monroy, Gabriel Acevedo Velarde y Yoshua Okón.

“En un ejercicio de memoria -explica Estévez-, estos trabajos videográficos dilucidan sobre registros de la historia reciente, pero también sobre las mitologías, rumores, leyendas o casos archivados que la contaminan o esclarecen”.

Daniel Guzmán, que presenta la obra Luckie Strike, una pieza muy personal sobre el azar, la suerte y el destino, opina: “Siempre me ha parecido que el artista tiene que estar abierto a lo que acontece en el entorno. En ese sentido, creo que sí ha cambiado el énfasis con que se hace el arte; de ser más estético ha pasado a tomar más valor el contexto, en este caso la violencia, el narcotráfico, los ajusticiamientos. El artista no es sólo productor de algo estético, sino que tiene que dar cuenta de dónde está parado”.

Para la curadora, lejos de levantar malos presagios, los trabajos “establecen la incertidumbre como única forma de operar en el presente, evitando la premonición, para poder afrontar el futuro”.

Problemas globales

El horizonte del topo evoca de entrada al personaje que el chileno Alejandro Jodorowsky creó en su filme El Topo en 1970, en el que un héroe profético guiaba a su pueblo a través de un túnel.

De Teresa Margolles, quien en la Bienal de Venecia representó a México con obras que en conjunto hablaban de los asesinados, las viudas, los huérfanos y las vidas truncadas, se presenta Trepanaciones (2004), una creación interactiva en la que el espectador debe ponerse audífonos para escuchar un pequeño ruido, una grabación que reproduce el golpe que dan en la cabeza a los cadáveres para abrir y hacer la autopsia.

“Teresa, que es la mejor artista de México hoy en día, es dura; primero te acaricia y luego te suelta el guantazo de la vida”, dice Estévez, quien es curadora en el Museo Carrillo Gil.

Yoshua Okón presenta Risas enlatadas, obra en la cual hay tres proyecciones. Él evidencia la realidad de la economía -en específico la de las maquiladoras en Ciudad Juárez-, producto de una mal entendida globalización.

“Mi conclusión es que la maquiladora es la principal raíz para la descomposición social que existe en la ciudad”, dice el creador. Okón explica que los problemas de Juárez no son exclusivos de México. “Tienen que ver con Bélgica, con Estados Unidos, con México. No hay nada más globalizado que la economía”.

El artista opina que hoy, además de la economía, el arte es de las disciplinas más globalizadas. “El arte no es el espacio para la denuncia y el activismo, pero puede hacernos reflexionar en relación a nuestro mundo y darnos distancia para pensar en ese entorno”.

La exposición habla también de los partidos políticos, de hechos no resueltos, de las políticas del disimulo que sirven para ocultar. La mayor parte de las propuestas son de video-arte, hay algunos documentales y en otras se trata de acciones sonoras o de instalación.

Edgardo Aragón presenta una obra con breves actuaciones que recrean el tipo de venganzas que llevan a cabo los narcotraficantes: venganza, asesinato; se manda y se hace.

Jorge Méndez Blake reproduce la voz de Rulfo que repite “Diles que no me maten”, frase que remite a un cuento de El llano en llamas. “Te traslada a un México del pasado que había tenido la Revolución, pero en una realidad que puede aplicarse al presente”, dice Estévez.

En su pieza Daniel Reyes para presidente, el artista retoma el impacto que la matanza de Tlatelolco tuvo en su padre, quien terminó trastornado. “Es otra de las visiones de la exposición: a veces sólo desde la locura, desde un niño, se puede decir la verdad. Lo que dice la obra es tan cruel que deja a todos los partidos completamente destapados”. Liberman abunda con su video en la muerte de Colosio, otro de esos episodios que nunca se resolvieron en la historia de México.

Qué México se muestra

A pesar de esta suma de hechos, Ruth Estévez niega que el propósito de la exposición sea enfocarse en “qué mal están México y los mexicanos”.

“No se iba a llevar arte contemporáneo, pero al hablar con la gente del Bozar dije que si en algo había destacado México en los últimos años era en sus artistas contemporáneos. Se trata de que la gente en Bruselas vea una construcción de los creadores mexicanos que no es la que generalmente se exporta. Que no se incluyan esos artistas es cegar una buena parte de la producción”.

Para la curadora, esta muestra se sitúa muy bien frente a las otras exposiciones, que, opina, son muy buenas, pero actúan todas bajo un mismo parámetro de cómo se muestra México en el exterior.

Para Yoshua Okón, “el gobierno quiere mostrar al mundo cultural de México que no represente ningún riesgo, y el arte contemporáneo refleja la contemporaneidad. Llevas una exposición de Frida Kahlo y es más fácil, está dando una imagen al mundo que es segura, que no es autocrítica. Es muy triste que este gobierno no tenga autocrítica, es una de las razones por las que está fracasando tan rotundamente. No se me hace una casualidad que no hayan decidido llevar arte contemporáneo como parte de las celebraciones del Bicentenario. Es muy sintomático de la política cultural del presente gobierno: corta presupuestos para gastos del INBA, para cosas básicas que necesitan los museos del país, pero se gasta dinero llevando exposiciones que todo el mundo ya vio. En cambio, hay una escena de arte contemporáneo de primer nivel en México”.

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