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La postergación de la visita del enviado de Estados Unidos al Medio Oriente pareció profundizar el martes uno de los enfrentamientos más graves en la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Israel.
Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel señaló que su gobierno no tiene intenciones de frenar la controvertida construcción de asentamientos judíos, que están en el centro de la disputa.
Decenas de palestinos con los rostros cubiertos lanzaron piedras a los policías e incendiaron barricadas de llantas a lo largo del volátil sector oriental de la ciudad santa, en momentos en que el despliegue de miles de elementos de seguridad israelíes llegaban a su quinto día.
La crisis diplomática estalló la semana pasad a después que Israel anunció durante una visita del vicepresidente Joe Biden que construiría mil 600 apartamentos para judíos en el disputado sector este de Jerusalén, la región de la ciudad eterna que los palestinos reclaman como la sede de su futura capital.
El anuncio enfureció a los palestinos, que han jurado apartarse de las negociaciones de paz auspiciadas por Estados Unidos que deberían haber comenzado en los próximos días.
El gobierno del presidente Barack Obama, furioso por lo que consideró como conducta ''insultante'' de Israel, exigió que el gobierno israelí cancelara esos planes.
Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, dijo a Radio Israel que la demanda de detener la construcción de asentamientos para israelíes ''era carente de razón en cuanto a nosotros nos concierne'' y predijo que la disputa diplomática de Estados Unidos debería terminar, pues a ninguna de las partes le interesa agravarla.
Sin embargo, Washington notificó a Israel la mañana del martes que su enviado George Mitchell había cancelado su viaje y será reprogramado en una fecha no determinada, indicaron funcionarios de ambas partes.
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