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A diario, 3 mil 500 personas trabajan en la supervisión y mantenimiento de la red de tuberías más compleja del país: el drenaje de la ciudad de México. Son 12 mil 343 kilómetros de ríos, canales y túneles que en algunos puntos se encuentran a profundidades de hasta 220 metros y que funcionan con el objetivo primordial de impedir el regreso de los lagos al valle de México.
En esta ciudad ha imperado desde hace 403 años la misma visión, la de construir túneles, primero para desecar los lagos y hoy para evitarlos. Sólo 20% de la capacidad total del drenaje se utiliza para expulsar descargas domésticas y de empresas; el resto está ahí para sacar el agua de lluvia.
La primera infraestructura del extenso drenaje la construyeron los españoles el 29 de noviembre de 1607, el Tajo de Nochistongo, un túnel de 13 kilómetros de longitud perforado en las montañas del norte del valle que tiene punto de salida en la zona de Huehuetoca.
Hoy, la obra más reciente está aún en construcción. Se trata del Túnel Emisor Oriente (TEO), con 62 kilómetros de extensión, que entrará en operación a partir de octubre de 2012 y correrá por el subsuelo del valle desde los límites de la delegación Gustavo A. Madero y Ecatepec, hasta el municipio de Atotonilco de Tula en Hidalgo.
Entre la primera y la última de estas obras se ha edificado toda una serie de albañales, atarjeas, colectores, interceptores, emisores, 13 lagunas de regulación y 32 presas. Los ríos se han convertido en cauces de aguas negras.
A lo largo del valle existen 14 ríos perenes, como el de La Magdalena en la zona de Los Dinamos en la delegación Contreras, aunque en la parte urbana invariablemente se contaminan con las descargas residuales.
La extensión y complejidad de este drenaje obliga a las autoridades a destinar una gran cantidad de recursos para su operación y mantenimiento. Este año los gobiernos federal, del estado de México y de la ciudad invertirán mil 323 millones de pesos para realizar 42 obras emergentes que impidan inundaciones en la próxima temporada de lluvia, a lo que se sumarán 213.6 millones de pesosprogramados por el gobierno del DF para las obras de rehabilitación del drenaje profundo.
La lista de problemas
A pesar de esta gran infraestructura aún nos inundamos, pues el drenaje representa un cúmulo de problemas, retos y encrucijadas y porque, además, resulta insuficiente para desalojar las grandes cantidades de agua de lluvia que caen en el valle de México.
Hoy el drenaje ha perdido la capacidad de desalojar hasta 80 mil litros de agua por segundo. En 1975, cuando se inauguró el sistema profundo, la capacidad de expulsión era de 280 mil litros por segundo; en 2007 sólo podía sacar 150 mil litros y hoy, sólo derivado de inversiones por 360 millones de pesos para realizar plantas de bombeo en el Gran Canal del Desagüe, se ha llegado a 200 mil litros por segundo.
El problema es que en 1975, 10 millones de personas habitaban el valle de México. Actualmente la población llega a 19 millones, explica Miguel Ricaño, director de Fortalecimiento Institucional del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM).
La basura, la sobrepoblación, las invasiones en la zona de reserva ecológica, los hundimientos del terreno provocados por la sobreexplotación del acuífero, el cambio climático que ha modificado los patrones y la intensidad de las lluvias, 14 años de olvido gubernamental en la reparación de fallas y hasta el deshielo de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl ponen a prueba a este disminuido sistema de drenaje.
La geografía de la región siempre será un factor importante a considerar, porque la zona metropolitana de la ciudad de México se encuentra asentada en el delta de 45 ríos que bajan de las montañas que rodean a esta cuenca.
“Pero hoy nadie le da importancia al drenaje. Sólo hasta que da problemas, cuando hay inundaciones, la gente se preocupa”, dice Blas de Anda Carrillo, ingeniero del SACM a cargo de vehículos hidroneumáticos en la zona oriente de la ciudad.
La labor de la cuadrilla que encabeza De Anda consiste en desazolvar los colectores y atarjeas que se obstruyen con basura, desde raíces de árboles que fisuran los tubos, hasta las grasas de restaurantes, los condones de hoteles y las estopas de talleres mecánicos.
“Lo que sucede arriba se manifiesta abajo”, dice el ingeniero. Su frase toma sentido cuando se trata de desazolvar, pues explica que para cada zona de la ciudad hay un tipo característico de basura. En áreas de restaurantes, gruesas capas de grasa expulsada de las cocinas bloquean los tubos.
Bajo las zonas de hoteles, los tapones del drenaje se generan por preservativos, mientras que en los parques, jardines y bosques urbanos las raíces de los árboles obstruyen las tuberías. “Resulta curioso, pero en lugares como Polanco es frecuente sacar carteras y bolsas que los asaltantes arrebatan a las personas y luego las tiran en el drenaje”.
Darío Munguía Torres, jefe de la unidad de Desazolve de Colectores del SACM, explica que durante el año pasado, la limpieza de las redes primaria y secundaria del drenaje generó 17 mil 677 metros cúbicos de basura, a lo que se suman 113 mil 500 metros cúbicos de desechos extraídos de 18 de las 32 presas del poniente de la ciudad cuya operación está a cargo de DF.
Tal cantidad de basura daña los equipos de bombeo del drenaje y la prueba está en la planta El Salado de Iztapalapa, donde se extraen colchones, sillas, sillones y llantas. En tono de broma, los trabajadores recuerdan que un día llegaron a tener la sala completa.
Francisco Santiago Mota, jefe de la oficina oriente de la Unidad de Drenaje Zona-B del SACM, explica que esas plantas de bombeo tienen una vida útil de hasta 5 años, pero debido a la basura el tiempo se reduce a un año y medio. La reparación por equipo cuesta medio millón de pesos.
El más grave problema
Para el arquitecto Jorge Legorreta, académico de la UAM Azcapotzalco, la basura en el drenaje es quizás el menor de los problemas. Explica que la red de desalojo de agua enfrenta toda una serie de conflictos combinados y el más grave tiene que ver con los hundimientos generados por la sobreexplotación del acuífero.
De acuerdo con Ramón Aguirre, director del Sistema de Aguas, en el Distrito Federal se extraen entre 14 mil y 15 mil litros por segundo de líquido del subsuelo de la ciudad, a través de 430 pozos que permiten el abasto de agua potable a la mitad de los habitantes de la capital del país.
Pero cuando llueve, la recarga al acuífero es de sólo 10 mil litros por segundo, aunque hay cálculos menos alentadores, como el que arroja la UAM Iztapalapa a través de un proyecto denominado Sierra Nevada.
Según el documento, calcula una sobreexplotación del acuífero de 200%, es decir, por cada litro de agua de lluvia que se filtra al subsuelo se sacan tres.
José Ramón Ardavín, subdirector de Agua, Drenaje y Saneamiento de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), explica que por la sobreexplotación del acuífero el valle de México registra un hundimiento promedio de 10 centímetros por año, aunque hay zonas como el valle de Chalco en donde ese hundimiento es de 60 centímetros anuales.
Por los hundimientos ha perdido completamente su pendiente el Gran Canal de Desagüe, una de las tres vías de salida del agua negra del valle de México. Inaugurado en 1910 por Porfirio Díaz, el Gran Canal podía sacar 90 mil litros de agua por segundo; hoy necesita de plantas de bombeo para poder desalojar hasta 40 mil litros por segundo. Dichas plantas se construyeron entre 2002 y 2007 y a menos de una década de operación ya requieren de millonario mantenimiento y de nuevos equipos.
Jacobo Espinosa, integrante del proyecto explica que la sobreexplotación del acuífero es resultado directo del crecimiento de la mancha urbana, pues los bosques y zonas agrícolas han sido sustituidos por casas y vialidades que eliminan las áreas de recarga de agua.
El cálculo de los investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa es que tan sólo en el oriente del valle de México 100 mil viviendas se han sumado en los últimos cinco años a la mancha urbana, con un promedio de cinco habitantes por casa. En cada una, el consumo de agua por persona es de 150 litros al día.
Con mayor número de población crece también la demanda de agua y se acentúa la escasez, pero paradójicamente en el valle de México se presentan intensas lluvias durante el verano, acentuadas por el cambio climático.
El promedio de precipitación anual en el área urbana es de 700 milímetros, pero en las zonas altas es hasta de mil 300 milímetros. Cada milímetro equivale a un litro por metro cuadrado.
Ramón Aguirre recuerda que el año pasado se presentaron en las ciudad 20 lluvias intensas, las más fuertes el 14 y 15 de septiembre. En esos días las 78 estaciones pluviométricas del Distrito Federal registraron un promedio de 47.6 milímetros de precipitación.
La lluvia del 3 y 4 febrero pasado que inundó por 72 horas a la colonia El Arenal de la delegación Venustiano Carranza y al valle de Chalco generó un acumulado de 28.3 milímetros. Fue una precipitación atípica para un mes de febrero, de 36 horas de duración, durante las cuales cayeron 30 millones de metros cúbicos de agua.
Para la temporada de lluvia de 2010 se esperan 20 eventos de precipitaciones fuertes similares a los registrados en 2009 y una vez que inicie el verano se cancelarán los trabajos de mantenimiento del drenaje profundo.
Herminio Quéchol Hernández, jefe de la unidad de Drenaje Profundo del Sistema de Aguas, dice que actualmente se labora en cuatro frentes de obra, en los interceptores del poniente, el oriente-sur, el oriente y el central.
El funcionario admite que pasaron 14 años sin que algún gobierno local o federal se preocupara por rehabilitar los túneles del sistema profundo, en donde la erosión provocada por el agua y los gases emanados afectaron las paredes de los tubos y redujo la capacidad de conducción de líquido residual.
“El mantenimiento no se le dio durante unos 14 años. Sí le dábamos su revisada, pero el mantenimiento mayor empezó hace apenas tres años. Ahorita lo que se está reparando es lo más dañado”, refiere el ingeniero.
El próximo 15 de abril los equipos de trabajo suspenderán su labor, pues es la fecha en la que formalmente termina la temporada de estiaje. Ante la llegada de las lluvias se incrementan los riesgos para el personal que se encuentra en los túneles. Sin embargo, por las precipitaciones atípicas de febrero, las obras de rehabilitación del drenaje se retrasaron por un mes.
Quéchol Hernández dice que hoy todo el drenaje necesita mantenimiento, luego de 35 años de operación constante; un 20% del sistema es el más dañado pues ahí el deterioro es de hasta un 60%. Lo que no se pueda reparar tendrá que esperar hasta noviembre.
El TEO, la solución
Para autoridades locales y federales el Túnel Emisor Oriente resolverá los problemas de inundaciones en la ciudad, pero bajo ciertas condiciones. Ramón Aguirre, director del SACM, dice que el TEO solucionará en un 80% las inundaciones; el otro 20% obedecerá a la operación de la infraestructura local que, aun y con ese túnel, no tendrá la capacidad de desalojar de inmediato toda el agua de lluvia.
José Ramón Ardavín, subdirector de la Conagua, explica que la eficacia del TEO dependerá de que esa infraestructura opere de manera coordinada con resto del sistema de drenaje, del mantenimiento e inversiones constantes, así como de una mejor planeación urbana a largo plazo.
“Si sigue creciendo todo como hasta ahora, en 50 años se va a necesitar otro túnel. Creo que hemos llegado a un cierto límite, que debe haber una política de descentralización de la zona metropolitana y que los resultados de ese crecimiento desordenado y explosivo están a la vista. Ese modelo de crecimiento es insostenible, tiene que cambiar de fondo”, dice Ramón Ardavín.
Sin embargo, Miguel Ricaño, funcionario del SACM, expone:
“Yo no quisiera vender la idea de que en esta ciudad no va a haber inundaciones porque tendríamos que asegurar que no va a llover con la intensidad de otros años, pero según nuestros datos las lluvias vienen igual, por eso estamos acelerando obras y trabajos emergentes, para enfrentar la situación”.
Argumenta que ninguna ciudad del mundo está exenta de inundaciones derivado de fuertes precipitaciones y recuerda que de marzo de 2009 a la fecha países de todo el orbe han resultado afectados debido las lluvias torrenciales, como Portugal, Gran Bretaña, España, Brasil, Argentina y Filipinas.
Mientras se termina el TEO, pasarán tres años, tiempo suficiente para todo tipo de predicciones.
Jorge Legorreta, investigador de la UAM Azcapotzalco, estima que “iremos a una gran inundación porque no vamos a tener los túneles suficientes; el agua es cada vez más, la ciudad se extiende también y los túneles no han sido la solución cabal”.
El especialista advierte: “Si no reducimos la cantidad de agua que desciende de las montañas por los ríos y si no almacenamos el agua de lluvia en pequeños, grandes o medianos almacenamientos en la parte baja, vamos en camino a una gran inundación”.
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