Dilma Rousseff, la dama de hierro de Brasil.

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Para poder superar el récord que él mismo impuso, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, necesitaba un “golpe de efecto”: un candidato a sucederlo que, como él, marcara un hito. Por eso Lula, el obrero metalúrgico que al llegar al poder rompió la barrera de clases, escogió a Dilma Rousseff.

De triunfar en las elecciones presidenciales del 3 de septiembre, Rousseff se convertiría no sólo en la primera mujer en asumir el máximo cargo en el país, sino también en la primera ex guerrillera en conseguirlo. Dilma es una sobreviviente del cáncer.

“Jamás pensé que la vida me reservara tamaño desafío, pero me siento preparada para afrontarlo con humildad, serenidad y confianza”, dijo Rousseff cuando Lula anunció su candidatura, el 20 de febrero.

Dilma Vana Rousseff Linhares, nacida un 14 de diciembre de 1947 en Bello Horizonte, tiene un carácter fuerte. La Brava y La Dama de Hierro son los apodos con los que la conoce el pueblo brasileño. “No saben lo que es discutir con esta mujer”, ha reconocido el propio Lula.

Ese carácter le ha servido para sortear los dos momentos más difíciles de su vida: cuando pasó tres años en prisión y cuando tuvo que someterse, el año pasado, a quimioterapias por un cáncer linfático que, según los médicos, ha superado de momento.

Aunque nació en el seno de una familia de clase media alta, en su adolescencia se integró al movimiento de resistencia contra la dictadura que se instauró en Brasil (1964-1985) tras el golpe contra el presidente Joao Goulart.

Fue en sus años como estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (pública) que Dilma conoció a su primer marido, Claudio Galeno, quien la instó a unirse a uno de los grupos guerrilleros más importantes: Vanguardia Armada Revolucionaria (también participó en Política Operaria).

Desde entonces, Dilminha, como le dicen sus allegados, mostró sus dotes de liderazgo, escalando posiciones hasta convertirse, según los testimonios de sus ex compañeros, en uno de los cerebros del grupo.

Muchos misterios rodean esta etapa en la vida de Dilma. Ex compañeros suyos la describen como una mujer de carácter, inteligente que fue entrenada en el manejo de las armas y planificó secuestros y operativos, incluyendo uno de los robos más espectaculares de la época, conocido como el cofre del gobernador Barros, cuando desconocidos robaron al entonces gobernador paulista Adhemar de Barros, en 1969, 2.4 mdd.

Las versiones coinciden en que el operativo fue orquestado por Dilma y Carlos Franklin Paixao de Araújo, quien se convertiría después en su segundo marido y padre de su única hija, Paula.

Rousseff no participó directamente porque su gente la consideraba demasiado valiosa y demasiado enterada de los nombres y acciones de la guerrilla como para arriesgarla.

En 1970 fue detenida por la policía militar, que la presentó como la Juana de Arco de la guerrilla, la “papisa de la subversión”, por la información que poseía y que no reveló, pese a que fue torturada con choques eléctricos.

Dilma pasó tres años en prisión. En 2006, la Comisión Especial de Reparación de la Oficina de Derechos Humanos de Río de Janeiro aprobó una solicitud para indemnizarla. “Nadie sale de eso sin marcas”, ha dicho.

Una vez libre abandonó la actividad guerrillera y se afilió al Partido Trabajador Brasileño, que luego se llamaría Partido Democrático Laborista (PDL). En 1977 se graduó de la Escuela de Ciencias Económicas.

Fue en 1999 que se integró al Partido de los Trabajadores. La llegada de Lula a la Presidencia, en 2003, impulsó la carrera de Rousseff. Ese año fue nombrada ministra de Energía. Luego vinieron los escándalos de corrupción que afectaron al PT y al ministro de la Casa Civil (jefe de gabinete), José Dirceu, a quien Lula sustituyó con Dilma en 2005.

Desde entonces se le empezó a mencionar como el “delfín” del presidente. Pero para muchos brasileños, Dilma, amante de la ópera, pero también de la música popular brasileña, es una gran desconocida, de la que sólo saben que tiene como su gran mentor a Lula, y que es como la Margaret Thatcher del tercer mundo, según la ha llamado la prensa.

La hoy candidata ha dicho que, de llegar a la Presidencia seguiría la “herencia bendita” de Lula, aunque de antemano ha advertido que pretende dar mayor poder al Estado y que proseguirá con el equipamiento a las Fuerzas Armadas iniciado por Lula.

Su mayor reto, por ahora, es darse a conocer y suavizar la imagen de persona dura, razón por la cual no dudó en someterse a una cirugía plástica en diciembre de 2008. Cambió su peinado y color de cabello, y sus anteojos por unos pupilentes. En el reciente carnaval, asombró a propios y extraños cuando apareció junto a Madonna y cuando bailó samba con un barrendero.

Dilma asegura sentirse cómoda con su forma de ser: “Las mujeres, cuando asumen ciertos cargos, tienen que ser firmes. La paz y el amor son muy importantes, pero hay momentos en el ejercicio de la actividad administrativa en los que no puedes dar el brazo a torcer”.