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martes, 13 de octubre de 2009

La izquierda italiana busca un líder que haga frente a Berlusconi.

Noticia:


Han pasado seis meses desde la dimisión de Walter Veltroni, y el Partido Democrático, la principal fuerza de oposición italiana, sigue virtualmente desaparecido. La travesía del desierto de un centro-izquierda rasgado por las disputas internas ha incluido un resultado poco consolador en las elecciones europeas de junio, donde perdió siete puntos respecto a las generales de abril de 2008, y algún episodio bochornoso, como la ausencia de una veintena de diputados en la votación parlamentaria del escudo fiscal, lo que permitió aprobar la ley que permite repatriar a los evasores el dinero negro con una multa del 5%.

Ahora, el PD afronta sus segundas primarias en dos años para elegir nuevo líder: el 25 de octubre, los ciudadanos italianos y los residentes en el país mayores de 16 años están llamados a las urnas. El partido calcula que votarán en torno a dos millones de personas. Pero pocos confían en que la formación, una mayonesa mal avenida de ex democristianos y ex comunistas, encontrará la síntesis y el empuje necesarios para convertirse en una alternativa real a Silvio Berlusconi.

El domingo, los tres candidatos a la Secretaría General presentaron sus ideas ante los mil delegados que forman la Convención Nacional. En apenas dos horas y media, los aspirantes se autopromocionaron, pidieron y prometieron unidad, y gritaron resistencia al caudillaje de Berlusconi, pero sin ofrecer un proyecto político claro.

El favorito para suceder a Veltroni es Pier Luigi Bersani, de 58 años, ex ministro de Industria y de Desarrollo Económico en los Gobiernos de Romano Prodi. Bersani ha obtenido el 55% de los sufragios en las votaciones de los militantes del partido, previas a las primarias; ex comunista, originario de la roja región de Emilia Romaña y hombre muy cercano al ex presidente del Gobierno Massimo D'Alema, Bersani propone un partido "más sólido" y una "política de combate" contra Berlusconi y su populismo, que, ha dicho, "tiende a sustituir las reglas constitucionales y el sistema parlamentario por la relación directa jefe-pueblo".

El ex democristiano Dario Franceschini (Ferrara, 1958), cofundador de la Margarita (coalición católica del centro-izquierda) y sustituto de Veltroni como interino en estos últimos meses, se ha limitado de momento a ofrecer un partido unido, tanto si gana como si pierde. "Si gano, las primeras personas a las que llamaré serán Bersani y Marino", ha dicho tras obtener el 37% de los votos de los militantes inscritos.

El tercero en discordia es el médico y cirujano Ignazio Marino (Génova, 1951), emigrado a Pittsburgh (Estados Unidos) durante varios años como especialista en trasplantes. Es el aspirante menos político, y ha logrado el 8% de las preferencias de las bases agrupando a los sectores más dinámicos (mujeres, laicos, homosexuales, trabajadores precarios, inmigrantes). Su mensaje es tan fresco como poco frecuente en Italia: "La laicidad debe ser nuestro valor irrenunciable".

La duda estriba en saber cómo gestionará el nuevo líder los 12 millones de votos reunidos por Veltroni en las generales de 2008. ¿Será capaz de mantener vivo un partido en el que el católico y verde Francesco Rutelli flirtea abiertamente con Gianfranco Fini a la búsqueda de un presunto Gran Centro?

Bersani quiere una socialdemocracia actualizada que busque "amplias alianzas de progreso". Franceschini, un partido más cercano a los jóvenes, los ecologistas y los socialistas, que use las primarias como instrumento de decisión permanente. Tanto él como Marino abrazan la propuesta del profesor Raffaele Calabretta, las doparias, un método de consulta directa y de "felicidad política" para después del voto.

La solución se conocerá el 25 de octubre, a no ser que ninguno de los tres aspirantes obtenga más del 50%, caso en el que decidirían en un desempate los 1.000 delegados de la Asamblea Nacional.

En todo caso, los analistas ven el futuro del PD con pesimismo. Muchos piensan que, al reciclarse en un partido formalmente reformista, y seguir a la vez formando parte de una clase política identificada con los privilegios de "la casta", la vieja izquierda italiana ha renunciado a la izquierda y acabará escindiéndose.

Giancarlo Santalmassi, ex director de Radio RAI, cree que "el PD tiene el contador a cero: no hay ideas, líderes ni proyecto. Harán falta un par de generaciones para que el centro-izquierda vuelva a ser alternativa seria de gobierno".

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