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miércoles, 7 de octubre de 2009

"Aunque me masacraran, no tomaría partido ni por Zelaya ni por Micheletti".

Entrevista:

El País de España.

Se llama Porfirio pero le llaman Pepe, Pepe Lobo, agricultor y político, líder del Partido Nacional y el candidato mejor colocado para convertirse -tras las elecciones del 29 de noviembre- en el próximo presidente de Honduras. Así que Pepe Lobo es, lógicamente, el primer interesado en que la crisis de su país se resuelva lo antes posible, que Manuel Zelaya y Roberto Micheletti pasen a la historia y que Honduras deje de estar en el foco internacional del conflicto. "Aunque me masacren", jura, "no voy a tomar partido ni por Zelaya ni por Micheletti. No debemos seguir poniendo el destino de Honduras en dos personas que dentro de tres meses ya no van a pintar nada".

La entrevista es en su casa, una mansión sin disimulo a las afueras de Tegucigalpa, donde Lobo acaba de dar buena cuenta de una ración de frijoles, chorizos de Olancho -su tierra natal- y tocino frito. "Aunque", dice, "normalmente desayuno cereales". El candidato parece tener varias cosas muy claras. La primera es que va a ganar. Las encuestas que maneja le otorgan un 42% de la intención de voto, frente a un 15% del candidato del Partido Liberal, Elvin Santos. Los otros candidatos, incluido el sindicalista Carlos H. Reyes -el preferido de Zelaya-, quedan a enorme distancia.

Hay una segunda cuestión que Pepe Lobo parece tener decidida: "Voy a formar un gobierno de unidad nacional. Porque si no lo hago así, no voy a poder gobernar. Esta crisis ha dividido a la población, ha polarizado al país terriblemente". Y, para demostrarlo, Lobo se levanta de la mesa y regresa con un ordenador portátil. Ahí están guardados los sondeos que, semana a semana, su partido va elaborando para consumo interno. Y la conclusión es que la gente está harta, que el 83% no soporta la deriva que está tomando el país, que el 63% desea un acuerdo entre Zelaya y Micheletti revisado por la comunidad internacional y que ni uno ni otro tienen, como presumen, el apoyo mayoritario de la población. Más bien al contrario. La valoración de ambos es negativa, aunque mucho peor parado sale Micheletti -quien ya ha reconocido públicamente que la gente lo conoce por Goriletti-. "Así que nos convendría a todos", insiste el candidato del Partido Nacional, "dejar de pensar tanto en ellos dos y mirar al futuro".

Pepe Lobo asegura desconocer quién dio la orden de sacar a Zelaya del país: "Pero a la vista está que fue un error. Pero mire: aquí todo el mundo ha pecado. Zelaya se enfrentó con todos, con los empresarios, con los jueces, con las iglesias evangélicas, con el cardenal... Créame: usted no tiene ni idea de que hemos sufrido aquí con Mel Zelaya. Yo asistí a una reunión en su despacho el mes de mayo, un mes escaso antes de que lo sacaran del poder. Sólo estábamos tres personas. Zelaya, el general Romeo Vásquez -con el que aún guardaba buena amistad- y yo. El general le dejó muy claro que si convocaba un referéndum ilegal, sintiéndolo mucho no lo iba a poder obedecer. Lo avisó. Lo que no quiere decir que estuviera bien que lo sacaran de su casa de la manera que lo sacaron. Por eso le digo que aquí pecamos todos".

Además de político, Pepe Lobo es agricultor. Como lo fue su padre, como lo es su hijo. Sus plantaciones de maíz y soja están allá en Olancho. Él no sólo fue a buenos colegios de niño, sino que de joven tuvo la oportunidad de marchar a EE UU para formarse. "Pero tenga en cuenta", admite, "que yo formo parte de una minoría. Mire, en este país el 90% de los universitarios pertenece a un 20% de la población, que es la que tiene ingresos. En las ciudades, dos de cada tres familias son pobres. En las zonas rurales es aún peor. Cuatro de cada cinco familias no tienen nada. Y lo peor es que, a esos datos terribles, hay que sumarle otro no menos alarmante: Honduras es el país de Centroamérica con un mayor índice de exenciones fiscales. Hay grandes empresarios que no pagan nada por sus franquicias. Y eso se va a acabar. En Honduras se va a acabar la fiesta".

-¿Le puedo tomar la palabra?

-Me la puede tomar. Le voy a decir lo mismo sentado en el sillón de Casa Presidencial, si logro ganar las elecciones.

La mansión del candidato, adornada con un buen número de figuras religiosas, está fuertemente custodiada por guardias privados y policías nacionales. De regreso a la ciudad, la radio reproduce las declaraciones cruzadas de Zelaya y Micheletti. Tal vez, como dice Lobo, dentro de tres meses ya sólo sean un recuerdo, pero ahora -todavía- la refriega verbal entre el presidente depuesto y el que lo echó del país a punta de pistola sigue ocupándolo todo.

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