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¿Está en peligro la independencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos? La pregunta empezó a circular en público tras el insólito episodio ocurrido el 28 de enero durante el discurso sobre el estado de la Unión, cuando el juez Samuel Alito movió visiblemente los labios para responder "no es verdad" a la crítica que Barack Obama hacía a una sentencia reciente de la más alta institución judicial. Tanto Obama como Alito, un juez conservador, fueron criticados entonces por los más notables juristas, que apreciaron en el hecho un peligroso intento de intimidación mutua entre los dos poderes.
Ahora el debate resurge por un asunto más complejo y de mayor envergadura: la esposa del juez Clarence Thomas, también conservador, ha creado una organización en Internet para ayudar al movimiento ultra Tea Party. Virginia Thomas está legalmente autorizada a hacerlo, y ella misma ha recordado que no va a renunciar a su derecho a la libertad de expresión. Pero, como han advertido algunos expertos, su participación directa en política podría en algún momento representar un conflicto de intereses para su marido. La organización de Virginia Thomas, por ejemplo, estará autorizada a gastar dinero sin límite a favor o en contra de cualquier candidato en las próximas elecciones gracias a una reciente sentencia del Supremo -precisamente la misma que criticó Obama en su discurso- aprobada por cinco a cuatro y en la que el juez Thomas votó a favor.
El grupo que preside Virginia Thomas se llama Liberty Central y el mes próximo inaugurará una página web destinada a impulsar la participación de los ciudadanos en el proyecto político que ha crecido en los últimos meses en la extrema derecha. Tal como la propia organización manifiesta en su programa de lanzamiento, su propósito es "servir como apoyo al movimiento conservador". "El primer objetivo", afirma el manifiesto, "es el de apoyar a los nuevos ciudadanos activistas, ayudándoles a encontrar un camino eficaz para su activismo".
"Liberty Central", han declarado Mark Mecker y Jenny Beth Martin, que ejercen como coordinadores nacionales del Tea Party, "se centrará específicamente en el entrenamiento desde la base de los activistas que estén decididos a devolver al país a sus principios fundacionales. Su visión a largo plazo es el de una nueva revolución conservadora".
"Ginni [como se conoce comúnmente a Virginia Thomas] ayudará a canalizar la frustración de millones de norteamericanos por el curso que ha tomado el país", ha manifestado Donald Rumsfeld, secretario de Defensa con George Bush.
Es decir, Virginia Thomas tendrá un destacado papel en la recolección de fondos, la formación de militantes y la creación de una plataforma de agitación con el fin de provocar "una nueva revolución". Curiosa labor para la esposa de un juez del Supremo.
Curiosa pero legal, asegura el profesor de ética de la Universidad de Nueva York, Steve Gillers. "La esposa de un juez", afirma Gillers, "puede desarrollar la actividad política que quiera y adoptar las posiciones que considere adecuadas".
"Al margen de legalidad del asunto en sí, en el futuro el juez Clarence Thomas debería de autorrecusarse en cualquier caso del que Liberty Central sea parte o sobre el que emita opinión", considera Emily Bazelon, una experta en asuntos judiciales que dirigió la revista de leyes de la universidad de Yale y que actualmente dirige la publicación digital Slate.
La participación de Virginia Thomas en política no es nueva. Trabajó antes como jefa de Gabinete de Dick Armey hasta que éste dejo de ser el jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, en 2003. Es precisamente de la mano de Armey, inspirador y principal líder del Tea Party, como ha dado el salto al primer plano. También trabajó para la fundación conservadora Heritage y para la Cámara de Comercio, el principal grupo de presión del país y el más beligerante contra Obama.
Pero nunca ha ocupado una posición tan visible como la de ahora ni en circunstancias de tan áspera confrontación política. El Tea Party es actualmente la fuerza política más vigorosa del país y puede tener, por tanto, un papel esencial ante las próximas elecciones legislativas y presidenciales. Su relevancia, además, es indisociable del rechazo que Obama produce entre algunos sectores de la población, lo que coloca al presidente como un enemigo declarado de la esposa de un juez del Supremo.
¿Cómo resolverá el juez Thomas en qué casos esa rivalidad le obliga a abstenerse en una decisión? "Ése es el problema. Nadie puede obligarle. No hay nada que se pueda hacer", asegura la profesora de leyes de la Universidad de Stanford Deborah Rhode.
Algunos medios de izquierda presentan este caso como una muestra de la campaña de acoso contra Obama desde diferentes ámbitos de poder. Quizá haya que creerse en exceso las teorías conspiradoras para ver un nexo entre todos los ataques al presidente. Pero lo que sí es indudable es la movilización de un sector del conservadurismo que parecía derrotado tras la presidencia de Bush.
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