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Demócratas y republicanos mantienen en estos días las espadas por todo lo alto, de cara al encuentro que sostendrán mañana en la Casa Blanca para discutir el futuro de la iniciativa de reforma sanitaria que promueve el presidente Barack Obama.
A sólo unas horas de este encuentro, los republicanos no daban ninguna señal de estar interesados en el proyecto de la Casa Blanca, mientras el sector conservador del Partido Demócrata observaba con desdén y preocupación los intentos del mandatario por arrastrarles hacia el terreno de un acuerdo que algunos consideran imposible.
En una muestra de que la cumbre bipartidista no será nada fácil, el congresista republicano Eric Cantor ya ha calificado como ejemplo de “un mal comienzo” la iniciativa, ya que desde su punto de vista “ sólo es una repetición de una propuesta que ha sido repudiada por la mayoría de los estadounidenses”.
A pesar de estas críticas, los republicanos ya han aceptado el envite para sentarse el jueves con el presidente y con sus contrapartes demócratas, en un acto que tendrá como testigo de excepción a los medios y la opinión pública. Según han adelantado los integrantes de la comitiva republicana que acudirá a la Casa Blanca, entre los participantes figuran el senador por Arizona y ex candidato a la Presidencia, John McCain, Lamar Alexander, Charles Grassley, Jon Kyl, Tom Coburn y John Barrasso, los dos últimos médicos de profesión.
Del lado demócrata, la delegación estará encabezada por el líder de la mayoría demócrata en el senado, Harry Reid, y sus colegas Chris Dodd, Charles Schumer, Max Baucus, Jay Rockefeller y Dick Durbin, entre otros.
Tras casi un año de fallidos intentos por conciliar los puntos centrales del más ambicioso proyecto de reforma de la sanidad en la historia reciente de EU, Obama estima que ha llegado la hora de asumir el liderazgo para lograr un acuerdo este año.
“Creo que será una excelente oportunidad para tender puentes y reducir diferencias. El presidente cree que esta es una excelente oportunidad para mejorar la propuesta que ha presentado”, dijo Dan Pfeiffer, director de Comunicación de la Casa Blanca.
“Esta es una oportunidad única para abordar un problema que, sabemos bien, que sólo va a empeorar si no hacemos nada”, aseguró David Axelrod, uno de los principales asesores del presidente. Los esfuerzos de conciliación de la Casa Blanca se enfrentan con la expectativa de la opinión pública, con las dudas de los demócratas y con la cerrazón del Partido Republicano, que ya ha adelantado que la mejor forma de comenzar el diálogo es a partir de “una hoja en blanco”.
Obama podría tener que conformarse con menos de lo que propuso el lunes, o quizás nada. Si vuelve a fracasar en su intento de reformar el sistema de salud al igual que Bill Clinton y otros presidentes, es probable que la cuestión no vuelva a plantearse en lo que resta de su mandato.
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