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El 7 de diciembre de 2009, ocho días antes de que el presidente Felipe Calderón enviara formalmente su propuesta de reforma política al Congreso, comisiones del Senado preparaban la discusión de un dictamen para permitir la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes.
Cuando la reunión parecía dar inicio, comenzaron a timbrar los teléfonos celulares de tres presidentes de comisión: Pedro Joaquín Coldwell (PRI), de Puntos Constitucionales, Jesús Murillo Karam (PRI), de Gobernación y Alejandro Zapata Perogordo (PAN), de Estudios Legislativos. Del otro lado de la línea, un alto funcionario de la Secretaría de Gobernación les solicitaba una atención para el primer mandatario.
La petición, se revelaría más tarde, era detener la discusión del dictamen sobre reelección, dando así oportunidad de que Calderón presentara el 15 de diciembre su llamado “decálogo” de reforma política. Aunque sorprendidos, los legisladores accedieron.
Casi tres meses después, senadores de todos los partidos coinciden en que la reforma política nació sin amarres. Que ni siquiera con los panistas hubo comunicación al respecto.
El caso del senador Ramón Galindo lo ejemplifica. El ex alcalde de Ciudad Juárez ya tenía consensuado y negociado con la oposición un dictamen en comisiones para reelegir alcaldes, uno de los puntos propuestos por el Ejecutivo.
De plano tuvo que frenarlo. El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se lo pidió cuando le dio a conocer que habría que dar prioridad a la reforma de Felipe Calderón.
“En efecto la detuvimos. Le confieso, la detuvimos porque vimos que venía la del Presidente… ¿pudo haberse coordinador mejor? Sí, sin duda”, dice, y remata al afirmar que el proyecto llega tarde. “Debió enviarse al inicio del sexenio”.
Santiago Creel, su compañero de bancada, también coincide en que hubo falta de coordinación con legisladores panistas, a quienes también la reforma política los sorprendió.
“Es una decisión que inicia desde el gobierno y efectivamente nosotros tuvimos conocimiento de ella en el momento en que se presenta y no antes. La idea era presentarla ante la sociedad, producto de una propuesta presidencial. Así la tomamos y hemos dado ideas para enriquecerla, facilitar el proceso de negociación política, pero también de acercamiento con la sociedad. Nosotros vamos a aportar lo que sea de nuestra parte”.
Creel minimiza los tiempos que, explica, siempre son sujetos a críticas. “Si se envía tempranamente una iniciativa se dice que no eran las circunstancias o que no eran los tiempos; si se entrega después se dice que llega tarde, yo no creo que sean buenos argumentos. Una buena reforma siempre es oportuna”.
Sin el ABC: Labastida
La hipótesis de que la reforma política es desde su génesis una “reforma fallida” para evidenciar al PRI cobra fuerza, aunque el PAN lo niega y el PRD lo duda.
El ex secretario de Gobernación Francisco Labastida Ochoa, uno de los senadores priístas encargados del tema, confirma: “Nunca nos avisaron… y eso era elemental”.
Explica el ABC para aprobar una reforma. Los pasos que no se siguieron.
“Primero procura uno con su equipo hacer el mejor proyecto y la mejor iniciativa. Segundo, consulta con su bancada. Tercero, consulta con la bancada del partido de oposición con la cual tiene el mejor diálogo. Pule la iniciativa, la prenegocia. Antes de mandarla le agrega cosas e inclusive en los acuerdos políticos, acepta poner algunas cosas que sabe que no van a pasar, para que los quite la oposición y que quede bien, así es como se hacen las leyes”.
Cuando un gobierno manda una reforma sin prenegociar —asegura Labastida— “es que quiere que se discuta, no que se apruebe”.
Así, asegura que el paquete se envió al Congreso para desviar la atención de temas como la inseguridad, el escaso crecimiento económico, la pobreza.
Subestiman —reprocha— la inteligencia del pueblo mexicano.
En las filas del PRD, el vicecoordinador en el Senado, Silvano Aureoles, confirma que tampoco hubo negociación previa, pero ve la oportunidad de ubicar al perredismo como un negociador clave con el gobierno y el PAN, y quitar el monopolio negociador al PRI.
Creel y Galindo rechazan la teoría de que tratan de distraer con ese debate. También niegan querer culpar al PRI, partido que está por presentar su reforma política el 6 de febrero. La izquierda, PRD, PT y Convergencia, también entregarán la suya.
¿Por qué no se negoció?
Creel tiene una respuesta a la pregunta de por qué el paquete de reformas no se negoció antes. La oposición —refiere— pidió que el presidente Calderón dijera primero qué era necesario cambiar desde su óptima, y luego se le critica.
“Allí hay una contradicción evidente a todas luces”, dice y reitera que era necesario darle un sentido social, ciudadano, a la propuesta y no negociarla “en corto” con la tradicional clase política.
“Es una reforma que tiene ese sentido, que va en contra de los monopolios de los partidos, monopolios para lanzar candidatos, para decir quién se queda y quién se va en el Congreso. Como el monopolio propio de los representantes populares para presentar iniciativas”.
La propuesta —defiende— no refuerza el presidencialismo y debilita al Congreso. “Es todo lo contrario”. Un ciudadano —resalta— podrá presentar iniciativas, y el presidente agilizar sus propuestas.
Para Silvano Aureoles es “especulación” la hipótesis de que el gobierno envió una reforma “fallida”. Confirma que sí se discutirá en el periodo que inició el 1 de febrero y termina el 30 de abril.
“¿Qué se gana el Presidente culpando al Congreso?”. Aunque acepta que falta claridad al PAN y al gobierno para saber qué puntos van a priorizar, pues no se aprobará —en caso de que haya condiciones— en su totalidad.
Al senador perredista por Michoacán le atrae la idea de que su partido pueda convertirse en el gran negociador de la reforma política.
Coincide con el PAN y dice que aprobándola, se abre el camino para otras reformas en favor de la seguridad y la economía de los mexicanos.
“Se prendieron los focos rojos en el PAN y en el gobierno de que el PRI ha venido capitalizando todo, o sea el PRI le ha cobrado caro su amor al gobierno, le ha cobrado caro a Calderón haberlo acompañado en su toma de protesta, de haberle dado según ellos gobernabilidad al país, pero en su lógica bien pensada de regresar a Los Pinos”.
El PRI —afirma— sólo ha ayudado al PAN “a cavar la tumba” porque para aprobar cada reforma el PRI los acompaña, pero responsabilizan al Ejecutivo y a su partido.
“¿Cómo se vería Calderón, un doctrinario del PAN, si él tiene que regresar la presidencia al PRI?”.
Es hora del ciudadano: PAN
Para Ramón Galindo el proyecto arrebatará el monopolio a los partidos, dará más poder al ciudadano, y permitirá aprobar otras reformas como el problema de la inseguridad.
“No son temas nuevos para el PAN”, dice y de paso tunde la teoría de haberla mandado a la guerra para perderla. “Se presentó para aprobarla”.
Ante las críticas y la presencia de obstáculos, acusa al PRI de oponerse a un rediseño al sistema político, “un partido monolítico que no está acostumbrado a los equilibrios del poder”.
El PAN —comenta— está dispuesto a ceder esos espacios, y aunque lo ideal habría sido negociar antes la reforma, recuerda que ya antes el priísmo les ha fallado y nada está garantizado.
“Como políticos responsables, no podemos escudarnos en las faldas de la necesidad de una llamada o una atención. Vota si crees que es bueno, o no lo hagas si crees que no”.
Ojalá —pide— que Beltrones logre imponerse a sus detractores internos, como Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, y Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI, que han mostrado “actitudes centralistas”.
Creel también niega que se apueste a un “boicot”. “Esto es un reflejo en el voto blanco o voto nulo que en el caso del Distrito Federal sumó casi 10% de quienes votaron, no es algo menor “.
Labastida descarta a su vez que puedan acusar a su partido de boicotear la reforma, pues fue el PRI, a través de Beltrones, que metió el tema en la agenda, y años atrás Beatriz Paredes hizo lo mismo. ”No les va a creer la gente”.
Confirma que la reforma que el PRI presentará en el Senado el 16 de febrero incluirá otros temas, como qué hacer ante la falta absoluta del Presidente.
Se dice estar de acuerdo con la reelección de alcaldes y legisladores.
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