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La monarquía que encabeza el rey Juan Carlos de Borbón cada vez tiene menos simpatizantes en España. Según un sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), mientras en la década de los 90 la monarquía era la institución más valorada, ahora ha caído hasta un tercer puesto por detrás del Ejército y la Policía. Entre los jóvenes la monarquía cayó aún más, hasta llegar al quinto lugar, precedida por el Ejército, la Policía, el Ayuntamiento y el gobierno autonómico.
Las encuestas señalan que la valoración de la monarquía es inversamente proporcional a la edad de los encuestados; es decir, cuanto más joven, peor opinión tiene de la institución.
Según Antonio Jaime Castillo, experto en sociología política juvenil de la Universidad de Granada (sur de España), esto se debe a que “la legitimidad de la monarquía ha estado muy ligada al papel que desempeñó el rey durante la transición que siguió a la muerte del dictador Francisco Franco”, que fue quien nombró a Juan Carlos monarca antes de morir. “Por eso, a medida que los entrevistados no vivieron ese periodo de la historia de España, van teniendo una opinión más negativa del rey”.
Pero sin duda también influye que en estos últimos años, y por primera vez desde la transición a la democracia, desde diversos sectores de la izquierda independentista y de la extrema derecha se critica cada día con más fuerza al rey Juan Carlos, de 72 años, y su familia.
Por ejemplo, algunos políticos nacionalistas vascos y catalanes, lo mismo que periodistas de la derecha radical, han acusado al rey de tener amigos en la cárcel, de tener negocios sucios, de haber cometido errores políticos, de continuar sus vacaciones cuando se ha producido alguna desgracia en el país y de secuestrar revistas en las que se criticaba a la institución monárquica.
Iñaki Anasagasti, ex vocero del Partido Nacionalista Vasco (PNV), hace unos meses publicó un libro titulado Una monarquía protegida por la censura, en el que asegura que “si no hubiera tanta censura la monarquía no estaría tan podrida como está”. En su opinión, la vida del rey “no es ejemplar” y denuncia “sus excesivos gastos, su amistad peligrosa con comisionistas, sus aventuras extramatrimoniales o sus extrañas desapariciones en que nadie sabe dónde está”, como cuando se suicidó la hermana de la princesa Letizia y el rey se tardó dos días en aparecer.
También algunos medios de comunicación han puesto fin a la autocensura que mantenían y se han atrevido a publicar informaciones que no dejan muy bien parados a los principales miembros de la Casa Real.
Ahora se sabe de las lujosas casas de las infantas Elena y Cristina, en Madrid y Washington respectivamente; de los elevados salarios que cobran; de la caza del rey, durante un viaje a Rusia, de un oso que previamente había sido tranquilizado; de su ligera agenda o de los comentarios de la reina Sofía contra los matrimonios entre homosexuales.
En los más de 30 años de reinado, por primera vez se han producido actos como los ocurridos en Cataluña, donde se han quemado fotografías y retratos del monarca y se han llevado a cabo manifestaciones de repudio a la institución que representa. Hasta los príncipes Felipe y Letizia han sido abucheados en actos oficiales.
Ante esta situación, el gobernante Partido Socialista Obrero Español y el opositor Partido Popular no han dejado de exaltar las virtudes de la monarquía parlamentaria y de la figura de Juan Carlos, a quien historiadores y políticos atribuyen el éxito de la tersa transición a la democracia.
Otros han pedido la modificación de sus atribuciones y explicaciones sobre el dinero que recibe el rey. Los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña presentaron una moción parlamentaria en la que proponían una reforma constitucional para derogar al monarca su atribución de “jefe supremo” de las Fuerzas Armadas y darle esta función al presidente del gobierno.
Junto con los comunistas y republicanos de Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya, los independentistas solicitaron a la Casa Real que explique en qué se gasta los 13 millones de dólares anuales que recibe del Estado, como ocurre en el resto de las monarquías europeas. Ambas peticiones fueron rechazadas, pero tanto Izquierda Unida como Esquerra Republicana ya han anunciado que cesarán en el intento. No en vano esperan, como muchos otros, que algún día España vuelva a ser republicana.
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