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Las cifras son escalofriantes: si se mantiene el actual ritmo de violencia que afecta a los adolescentes, habrán muerto 33.504 jóvenes en Brasil entre 2006 y 2012. Son datos del Ministerio de Sanidad y del Instituto Brasileño de Geografía y Estatística (IBGE). Este dato equivale a 5.000 fallecimientos violentos al año de personas con una edad comprendida entre los 12 y los 18. Ello supone dos airbus llenos accidentándose dos veces al mes.
La importante reducción de muertes infantiles por motivos de salud que ha experimentado el país suramericano contrasta con la violencia que las armas ejercen sobre los adolescentes, según comentan los expertos. Manuel Bubinich, representante adjunto en Brasil del Fondo de las Naciones Unidades para la Infancia (UNICEF), no se explica cómo la opinión pública no reacciona ante tal atrocidad. Los niños que el Ministerio de Sanidad salva todos los años mueren por culpa de la violencia cuando apenas alcanzan los 12 años.
El estudio del impacto que la violencia tiene en los fallecimientos de adolescentes se ha realizado en 267 ciudades brasileñas con más de 100.000 habitantes. El mayor número de jóvenes muertos de forma violenta se registra en Río de Janeiro, donde se calcula que hasta 2012 habrán muerto 3.423 (un 10% del total), un índice tres veces mayor que el de São Paulo, a pesar de que esta ciudad tiene cerca del doble de habitantes que la ciudad carioca.
Mientras el municipio de Río figura en el puesto 21º del Índice de Homicidios en la Adolescencia (IHA), São Paulo aparece mucho más rezagado en esa clasificación, en la posición 151ª. El IHA de Río es de 4,92 muertes por cada 100.000 habitantes. Por su parte, en São Paulo es de 1,42, por debajo de la media nacional. La ciudad paulista, la mayor del país y una de las tres más grandes del mundo, con 20 millones de habitantes, tenía en 2007 1.404.014 adolescentes entre 12 y 18 años, mientras que Río contaba con 696.242. Y para ejemplificar aún más las diferencias entre ambas ciudades, São Paulo registró el 50% menos de muertes violentas de jóvenes que Río.
"Preocupa mucho que el 10% de los asesinatos de adolescentes esté concentrado en Río", asegura Carmen Oliviera, subsecretaria de la Promoción de los Derechos de Niños y Adolescentes, al diario O Globo. La explicación posible es que en la ciudad carioca las facciones que se disputan la venta de drogas son muchas y están enfrentadas entre sí, al mismo tiempo que la policía -la que más mata del mundo- manifiesta un alto grado de corrupción e incluso llega a vender sus armas a los narcos. Muchos de esos jóvenes mueren víctimas de los tiroteos en las favelas entre las fuerzas del orden y los traficantes.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, admitió ayer que existen fallos en las políticas públicas para combatir la violencia juvenil, a pesar de los numerosos programas que ha lanzado su Gobierno al respecto.
Lula ha citado como único camino la educación y la profesionalidad de los jóvenes. Ha recordado que el programa que ofrece bolsas de estudio en las universidades atiende ya a 545.000 adolescentes y que se han ampliado los puestos en las universidades públicas de 113.000 hasta 227.000 en 2009. Para Lula, sólo un desarrollo económico fuerte que pueda ofrecer a los jóvenes estudio y posibilidades de trabajo podrá acabar con esa lacra de los miles de adolescentes muertos por el fuego de las armas.
Entre los jóvenes asesinados por la violencia, los chicos corren 11,91 veces más riesgo que las chicas, y los negros 2,6 veces más que los blancos. En general, el peligro de morir por arma de fuego en la adolescencia es 3,29 veces mayor que por otras causas. En los 23 municipios de Río ese riesgo sube a 6,2. Mientras, en el resto del país el 25% de los jóvenes mueren por causas naturales, el 22% por accidentes y el 45% debido a la violencia.
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