Ofrezco mis servicios.

OFREZCO MIS SERVICIOS:

De comunicólogo, analista político-económico, redactor y traductor del inglés al español.

Interesados, comunicarse al 044-55-39-21-99-91 Lic. Alejandro Flores King.

Amplia experiencia profesional en Medios de Comunicación impresos como GRUPO EDITORIAL EXPANSION, periódico EL FINANCIERO, la revista TEOREMA, AGRO 2000 y PROTOCOLO.






Documento



jueves, 1 de octubre de 2009

“Maquío”: un ideal vigente.

Reportaje:

El Universal de México.


Cuando murió Manuel J. Clouthier, hoy hace 20 años —el ya legendario Maquío, el hombre que movilizó a sectores de la sociedad en los 80—, la gente se volcó en el duelo por la pérdida del líder que los había puesto de pie frente al sistema político.

“Ese 1 de octubre de 1989, Maquío ya no era nuestro. El ejemplo fue el día del sepelio: el quería que lo enterraran rapidito, y todo fue al revés. La gente lo cargaba para todos lados; se lo llevó, nos lo quitó y lo anduvo paseando tres días por todo Culiacán. Era de ellos”, reseña su hijo Manuel Clouthier Carrillo.

Con la vehemencia de la casa familiar, relata:

Esa entrega de la gente era la respuesta a un hombre generoso, un ciudadano que se comprometió al extremo, que fue desprendido de los bienes materiales y hasta de su familia, dedicado a una causa de tiempo completo, en la que buscó que los hombres debían verse de frente, pues “en México sigue habiendo mucha gente que ve para abajo y mucha gente que ve para arriba”.

Su hijo, diputado federal por el Partido Acción Nacional, recuerda en su oficina del Palacio Legislativo: “Decía que el chiste no es cambiar de amo, sino dejar de ser perro”. Y en efecto, “el cambio de amo en México no necesariamente soluciona las cosas. ¿No será tiempo de dejar de ser perro?”.

La movilización que alentó Clouthier lo llevó a ser candidato presidencial, en los comicios de 1988, cuando “se cayó el sistema”. Y el papel que jugó le dio pase a la historia y al presente, o sea, el proyecto de Maquío sigue, porque aquello que lo movió fue México, ningún interés personal, dice su hijo.

El diputado Clouthier Carrillo tiene el tipo y las facciones de su padre, menos embarnecido, pero expresivo, enérgico, resuelto. Tiene en los labios las frases que decía el líder a las multitudes: “Hay dos clases de hombres contra los que debemos de luchar, decía, los que pisan y los que se dejan pisar”.

Inevitable que al oír al diputado Clouthier Carrillo, verlo inquieto en su pequeña oficina de San Lázaro, seguir sus ademanes, se despierte el recuerdo de aquél presidente del Consejo Coordinador Empresarial que era una furia tras escuchar al presidente José López Portillo —en el salón de sesiones— nacionalizar la banca, en septiembre de 1982.

“Se le cae un velo, de que se podía seguir influyendo desde el cabildeo, desde estar cerca del poder, y se da cuenta de que el problema de México era político y no económico, aun cuando padecíamos una de las peores crisis”. El destino del país no podía, señalaba, quedar supeditado a un enfermo de poder, que rayaba en la locura.

Buscó generar un despertar ciudadano, y le decía a la gente que luchara donde le diera la gana, que se metieran, participaran. “Buscó despertar la dignidad ciudadana”.

Dice que el mexicano creyó que con la alternancia, su participación no era necesaria, que se podía delegar la transición al gobierno. Pero el sistema no se transforma sólo. “Maquío decía: ‘¿Cuándo has visto que un puerco suelte una mazorca? Se la tienes que quitar a golpes de participación’. Hoy es necesario retomar la participación”.

Explica que mientras “el discurso de todos los medios es que la política es cochina”, para Maquío la política no es sucia, es noble; es la actividad gestora del bien común. Por lo que el llamado es actual: que todo mundo participe desde su trinchera, para que construyamos un país donde las instituciones funcionen y dejemos de estar preocupados por quién llega.

“Sea un loco como López Portillo, otro bruto como De la Madrid, otro rata como Carlos Salinas o un pusilánime como Fox, como el segundo Fox, quiero aclarar. Hay uno, el primero, de gran visión y arrojo, y el otro, después de Martita, pusilánime. Yo digo: a Sansón, Dalila le cortó el pelo; a Fox, Martita le cortó otra cosa”, dice.

A Ernesto Zedillo no lo menciona, porque “creo que ha sido buen presidente, porque fue responsable y discreto y se atrevió a hacer lo que tenía que hacer, sin querer ser popular, y eso hay que aplaudirlo, sobre todo en un político mexicano”.

Clouthier, el candidato presidencial del PAN en 1988, cuando se cayó el sistema, elaboró un estudio estadístico de los resultados oficiales y concluyó que hubo empate técnico y que debía llevarse a cabo otra elección para saber quién ganó.

Con un razonamiento matemático halló que le restaron votos para sumarlos a Salinas, pero no tenía elementos para alzarle el brazo a Cárdenas, y se negó a hacerlo, a petición incluso del mismo ingeniero.

Manuel Clouthier era un hombre que quería vivir intensamente y morir joven (alcanzó los 55 años). Recuerda su hijo: en un homenaje póstumo en EL UNIVERSAL, casa editorial donde tuvo libertad para escribir, otro articulista, Heberto Castillo —de izquierda— dijo de él que había sido un burgués que se había convertido en un hombre de lucha. “Hoy digo que una gran cantidad de hombres de lucha se han hecho burgueses. Qué tristeza”.

Era un pensador que escribía en El Gran Diario de México de sus ideas de llevar al país hacia la libertad, tarea que gozó sin censura. Publicaba los miércoles.

No hay comentarios: