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jueves, 13 de mayo de 2010

Prevalece el uso de fuerza en la estrategia mexicana

Noticia:


La guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno federal en esta administración, ha requerido ajustes —sobre todo durante este año— en zonas como Ciudad Juárez, Chihuahua, bajo un enfoque social, aunque sin el repliegue del Ejército de las calles.

Una batalla que apostó a la ofensiva con el despliegue de las Fuerzas Armadas para recuperar los territorios controlados por los cárteles, y derivó en una ola de violencia sin precedente en el país, también se ha caracterizado por una nueva relación de cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos.

La Iniciativa Mérida es el eje rector de esta nueva sociedad, que se traduce en fondos por mil 400 millones de dólares aportados por el gobierno estadounidense para el combate al crimen organizado y el narcotráfico en México, además del reconocimiento desde la Casa Blanca de que ese país provee 90% de las armas que poseen los cárteles y el mayor consumidor de las drogas que venden los narcos mexicanos.

Más de 22 mil ejecuciones en lo que va del sexenio, 151 enfrentamientos del Ejército contra delincuentes sólo en enero y abril de 2010 —de acuerdo con reportes de la Sedena—, el despliegue de más de 48 mil militares en zonas más conflictivas para hacer frente a los cárteles, dan cuenta de la dimensión de una guerra que no tiene fecha de término.

Declaro la guerra en contra de…

El 11 de diciembre de 2006, el presidente Calderón da el primer paso en su declaratoria de guerra contra el narco y el crimen organizado. Anuncia el Operativo Conjunto Michoacán, entidad que era uno de los bastiones del poder del cártel del Golfo y escenario de decapitaciones autoría de La Familia.

Fue el inicio de una ofensiva, en la que el mandatario reconoció que abría bajas. Un escenario al que después se sumaron una decena más de operaciones conjuntas en Tamaulipas, Tijuana, Guerrero, Coahuila, Durango y Sinaloa.

El 3 de enero de 2007, portando una casa y gorra militar, Calderón no dudó en dejar en claro el papel protagónico de las Fuerzas Armadas en su estrategia de seguridad. En la Zona Militar 43 del Ejército en Michoacán, aseguró que “vengo hoy como comandante supremo a reconocer su trabajo, a exhortarlos a seguir adelante con firmeza, entrega y a decirles que estamos con ustedes”.

La ofensiva incluyó la extradición de jefes del narcotráfico a EU para ser juzgados en ese país. El 19 de enero de 2007, capos insignia como Osiel Cárdenas Guillén, líder del cártel del Golfo; Gilberto Higuera Guerrero, El Gilillo y su hermano Ismael, El Mayel, quienes fueron los principales operadores del cártel de Tijuana, así como Héctor El Güero Palma Salazar, fundador del cártel de Sinaloa, fueron entregados a ese país.

La respuesta del crimen organizado fue inmediata e inició una escalada de violencia. En septiembre de 2007, Calderón, al detallar sus acciones ante organizaciones que desafiaron al Estado, reconoció que “la batalla contra el crimen organizado está aún lejos de concluir”.

Para diciembre de 2008, en Chilpancingo, Guerrero, fueron decapitados ocho militares. El Presidente reaccionó: “No daremos un paso atrás en esta lucha ni habrá tregua para los enemigos”.

En ese momento, ya había salido a la luz la traición institucional. La Operación Limpieza puso al descubierto que altos funcionarios de la PGR y la SSP colaboraban con el narco, incluyendo a mandos de la Interpol, y el entonces zar antidrogas Noé Ramírez Mandujano.

Luchas internas por el poder

Las organizaciones delictivas mantienen los embates contra las autoridades pero se disputan “a sangre y fuego” el control de las rutas para el trasiego de drogas, así como los mercados de distribución. Estos son algunos de los factores que explican la violencia creciente en el país y la ola de ejecuciones y enfrentamientos que ha derivado en la muerte de civiles en fuego cruzado, de acuerdo con reportes oficiales federales.

El cártel de los Beltrán Leyva se escindió. Héctor Beltrán —el heredero natural del liderzgo— con el apoyo de su lugarteniente Sergio Villareal Barragán, El Grande, desde diciembre de 2009, se disputa el control de la organización con Édgar Valdéz Villareal, La Barbie.

El cártel del Golfo encabezado por Ezequiel Cárdenas Guillén fue traicionado por Los Zetas, bajo la batuta de Heriberto Lazcano, Miguel Ángel Treviño Morales, El 40, e Iván Velázquez Caballero, El Talibán, que ahora buscan asociarse en algunas regiones del país con el creciente poderío de La Familia Michoacana, que está bajo la jefatura de José de Jesús Méndez Vargas, El Chango Méndez y Nazario Moreno, El Loco.

Sólo el cártel de Sinaloa está unido pero sus líderes Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada e Ignacio El Nacho Coronel, están en pugna con el resto de los cárteles.

Ajustes de estrategia

El 31 de enero de 2010 un comando ejecuta a 15 estudiantes en Ciudad Juárez a los que se confunde con integrantes del crimen organizado, eslabón en una cadena de ejecuciones que se dispararon en esa ciudad en los últimos meses. Un hecho que obligó al viraje de la estrategia, en una entidad a la que en febrero de 2009 se enviaron 5 mil elementos del Ejército y mil policías federales.

Todos Somos Juárez, Reconstruyamos Nuestra Ciudad fue anunciado el 11 de febrero por Calderón, como la estrategia que incluye 160 compromisos que apuestan a reconstruir el tejido social.

En ese mes la Policía Federal anunció que reforzaría sus trabajos de inteligencia bajo “cero tolerancia”. Sin embargo, el asesinato en marzo de personas ligadas al consulado de EU en Juárez, imprimió otro rumbo a las acciones.

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