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Un hombre llega al restaurante, toma asiento y pide una ensalada fresca. El mesero le pregunta si desea una preparada con hortalizas desinfectadas mediante sustancias químicas o si prefiere las que fueron sometidas a irradiación gamma.
El cliente lo duda: teme que las verduras hayan sido contaminadas por ese "baño" radiactivo, y al final se inclina por la primera opción, que considera más segura. Se equivoca, pues a diferencia de los tratamientos desinfectantes convencionales, que dejan activos a muchos microbios patógenos, la irradiación con energía atómica permite una esterilización completa y libre de residuos.
La confusión del comensal proviene de una sospecha infundada, alimentada por las historietas, el cine de ficción y las noticias sobre desastres nucleares: aunque la energía atómica puede ser dañina e incluso letal en grandes cantidades, a dosis controladas constituye una alternativa segura y eficaz para la esterilización de múltiples productos.
Esta práctica, iniciada en los años 50 en Rusia, Francia y EU, se ha extendido tanto, que hoy es aplicada en más de 50 países, México incluido, a través de máquinas especiales conocidas como irradiadores, que hacen posible, entre muchas otras aplicaciones, eliminar gérmenes y plagas en alimentos, fármacos, cosméticos, instrumental quirúrgico y otros productos de consumo regular.
No sólo eso: tras ser sometidos a la irradiación gamma (para generarla se utilizan fuentes como cesio-137 o cobalto-60) los alimentos conservan prácticamente intactas sus propiedades nutritivas y pueden durar mucho más tiempo en los estantes o contenedores sin necesidad de refrigeración, ya que dicho proceso retrasa la descomposición y prolonga su vida útil.
"Hay una gran confusión entre el público. Nadie se ha tomado la molestia de decirle que con la radiación eliminamos todos los gérmenes (hongos, bacterias, parásitos) de los alimentos, mientras que si los tratamos con cloro se mantienen casi todos esos organismos", advierte el doctor Epifanio Cruz Zaragoza, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM.
Desinfección total
El titular de la Unidad de Irradiación del ICN explica que la capacidad de esterilización con rayos gamma está bien documentada. Cita como ejemplo un experimento que él coordinó en 2009, en el cual analizó dos muestras de cilantro fresco: una proveniente de un mercado en Xochimilco y otra de una famosa cadena multinacional de supermercados.
Las muestras (tratadas con el mismo método de limpieza a base de cloro y agua diluida) fueron comparadas en laboratorio y se observó en ambas la misma carga microbiana; en contraste, otra muestra de cilantro colocada previamente en la cámara del irradiador Gammabeam 651-PT del ICN, a cargo del propio Cruz, quedó libre de gérmenes tras 45 minutos de exposición.
La radiación gamma es un tipo de "luz" invisible muy energética de alta frecuencia. Es producida por elementos radiactivos, procesos que involucran partículas subatómicas o fenómenos astrofísicos como estallidos violentos de estrellas (supernovas). Al igual que los rayos ultravioleta o X, se clasifica como radiación ionizante, ya que puede penetrar la materia, desplazar electrones y dañar el ADN en el núcleo de las células.
Son estas cualidades las que permiten una esterilización eficaz dentro de las cámaras de irradiación, en las cuales no se generan reacciones en cadena como en los reactores nucleares. Un informe del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) de la Secretaría de Energía, con sede en Ocoyoacac, Estado de México, donde también se ofrece este servicio a la industria, señala:
"Las radiaciones gamma rompen las cadenas de ADN de insectos y microorganismos, por lo que quedan eliminados o se inhibe su desarrollo. Por esta propiedad, patógenos como la Escherichia coli, la Salmonella y la Trichinella spiralis se eliminan de alimentos contaminados al aplicarles la dosis adecuada".
Por su parte, Cruz apunta: "si el rayo gamma encuentra un organismo patógeno, larva o insecto lo va a ionizar, de tal modo que éste se volverá estéril. Cuando metemos un producto a la cámara no va a quedar contaminado ni se volverá verde o radioactivo quien lo consuma", dice con humor el físico universitario.
El costo aproximado de irradiar alimentos es de 7 pesos por kilogramo. Esto es sólo unos 20 centavos más por kilogramo frente a los métodos convencionales de desinfección, con calor, cloro u óxido de etileno, entre otros.
Pese a tales ventajas, la tecnología aún no es suficientemente aprovechada en México, donde de acuerdo con Cruz se desecha hasta el 25% de los alimentos por descomposición y existen sólo otros tres irradiadores: en Tapachula, Chiapas; en Tepeji del Río, Hidalgo y en Matehuala, San Luis Potosí.
Las dosis empleadas en cada sesión y el tiempo de exposición varían según el objeto a irradiar. Para sanitizar envases se aplica una radiación de unos 10 kilograys, mientras que en el caso de material quirúrgico la potencia llega a los 25 kilograys, según comenta el maestro Benjamín Leal, miembro del equipo que opera el aparato de la UNAM, el cual funciona con un conjunto de 18 barras de cobalto-60 como fuente radiactiva.
Otras aplicaciones
Esta "noble" tecnología, como la llama Cruz, no se limita sólo a la esterilización de alimentos o envases. También sirve para prolongar el periodo de vida o en anaquel de frutas u hortalizas (la irradiación influye en moléculas vegetales, lo que retarda su maduración), para desinfectar cosméticos o incluso modificar el desarrollo de plantas o semillas y así mejorar sus cualidades.
Ejemplo de ello es la labor de Amado Espinosa Flores, de la Universidad Autónoma Chapingo, en Texcoco, quien mantiene un banco de germoplasma de flores de Nochebuena (Euphorbia pulcherrima). El investigador envía semillas de la flor al ININ para que sean irradiadas. Con ello se inducen mutaciones azarosas que, al germinar la planta, se expresan en características diferentes como color, altura, etc. que son muy apreciadas en el mercado.
Por estas ventajas, el ININ (cuyo irradiador opera también con barras de cobalto-60) considera que esta alternativa es un método físico de esterilización muy confiable y comparable con la pasteurización, el enlatado o la congelación. Mas con la diferencia que no requiere periodo de cuarentena ni empaques especiales para los productos, que pueden consumirse de inmediato.
Para aplicarse, estos procesos de irradiación deben cumplir con estrictos estándares y normas de seguridad supervisados por la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, además de contar con el aval de la Organización Mundial de Salud, la Food and Drug Administration (EU), la comisión Códex Alimentarius y el Organismo Internacional de Energía Atómica.
"Es delicado manejar material radiactivo, pero hay gente entrenada capaz de hacerlo y aquí en el país se requieren más irradiadores", observa Leal.
"Para sanitizar entre el 60 y 65% de la producción nacional de alimentos se necesitarían unos diez irradiadores comerciales, que cuestan unos 10 millones de dólares cada uno", coincide Cruz.
"La inversión, sea de gobierno o empresas, se recuperaría en tres o cuatro años. El tiempo restante (de operación) generaría plusvalía y al mismo tiempo estaríamos formando personal capacitado en el manejo de la irradiación".
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