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martes, 15 de diciembre de 2009

Livni cancela un viaje a Londres por temor a ser detenida.

Noticia:


La guerra de Gaza desatada el invierno pasado pasa factura política y diplomática a Israel. Sólo hace cuatro años, la noticia de que una institución académica impulsaba un boicot contra una universidad hebrea no era más que un aislado pie de página. Desde hace un año, las iniciativas para deslegitimar las decisiones bélicas israelíes florecen como hongos en los países occidentales, y el fenómeno adquiere notoriedad paulatinamente: los líderes israelíes afrontan ahora querellas criminales y órdenes de detención con frecuencia creciente. Aunque ningún Estado de la UE apuesta por un drástico boicot a Israel, las demandas ante sus tribunales fuerzan a dirigentes como Tzipi Livni, jefa de la oposición, a cancelar un viaje a Londres para pronunciar una conferencia. Los preocupados gobernantes israelíes recurren a la presión diplomática feroz ante cada episodio judicial en Europa.

Livni, que suspendió su partida el domingo a última hora, integraba la cúpula de los dirigentes que decidieron el brutal ataque a Gaza el invierno pasado, una guerra en la que se cometieron crímenes de guerra, a juicio del juez surafricano Richard Goldstone, al que han llegado a tildar de "nazi" desde el partido que dirige el Gobierno, el derechista Likud. Murieron 1.400 palestinos, la gran mayoría de ellos civiles, en los 23 días de una ofensiva aérea, terrestre y marítima que el Gobierno israelí rechaza investigar mediante una comisión independiente, lo que abortaría un eventual juicio en el Tribunal Penal Internacional. "Israel debe hacer lo que es adecuado para Israel, a pesar de los juicios, declaraciones y órdenes de detención. Es la obligación del liderazgo. Adoptaría (de nuevo) cada una de mis decisiones", ha afirmado la ex responsable de Exteriores.

No está sola. El viceprimer ministro Moshe Yaalon; el ex jefe del Estado Mayor y ex ministro de Defensa Saúl Mofaz, y el titular de Defensa, Ehud Barak, se hallan en situación similar a la de Livni, ya sea por motivo de la guerra de Gaza o por otros asesinatos de jefes militares palestinos ordenados en los últimos años y en los que también perecieron civiles.

Las organizaciones palestinas -conscientes de que acudir a los tribunales israelíes cuando de agresiones del Ejército se trata es pedir peras al olmo y de que a la Autoridad Palestina le cuesta horrores defender los procesamientos en los tribunales internacionales- se aferran a la legislación de varios países europeos que permite la imputación por crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad, independientemente del lugar en el que se perpetraron y de la nacionalidad de sus autores. A este respecto, el Ministerio de Exteriores israelí, alérgico a cualquier injerencia en sus asuntos internos, se permitió conminar al Gobierno de Londres a iniciar reformas legislativas con tono amenazador. "Rechazamos esta cínica decisión legal contra Livni que fue iniciada por elementos radicales. Si el Reino Unido no enmienda inmediatamente la ley que permite las órdenes de detención contra funcionarios israelíes, las relaciones entre nuestros países sufrirán". Otros países, como España, ya han procedido a modificar la legislación para evitar que jefes militares o políticos israelíes puedan ser juzgados en territorio español.

Las relaciones entre Tel Aviv y Londres ya sufrieron el 10 de diciembre. El Ejecutivo de Gordon Brown recomendó entonces a los comerciantes británicos que etiquetaran claramente los productos elaborados en las colonias de la Cisjordania ocupada para que el consumidor conozca el origen de la mercancía. "Esto es una capitulación ante los palestinos y las organizaciones pro-palestinas que daña el proceso de paz en Oriente Medio en una coyuntura crítica...", afirmó aquel día Yossi Levy, alto funcionario de la diplomacia israelí. Es el argumento empleado hasta el aburrimiento por un Ejecutivo que torpedea la reanudación de las negociaciones.

La cancillería israelí insiste tras el asunto Livni: "Si los líderes israelíes no pueden visitar el Reino Unido de manera honorable, ello será un obstáculo real al deseo británico de asumir un papel activo en el proceso de paz". Es el mismo ministerio cuyos funcionarios echan pestes de la implicación de los países europeos en el conflicto con los palestinos. El Foreign Office trató de calmar ánimos. "El Reino Unido está decidido a hacer todo lo posible para promover la paz en Oriente Medio y para ser un socio estratégico de Israel. Para eso los líderes israelíes deben poder visitar el Reino Unido para conversar con el Gobierno. Observamos urgentemente las implicaciones de este caso", reza el comunicado.

Israel pierde prestigio a ritmo acelerado. Sus vínculos con los países árabes no van más allá de una paz gélida con Jordania y Egipto, por mucho que los islamistas -El Cairo se ha sumado entusiasmado al asedio de la Gaza gobernada por Hamás- sean el enemigo común. No es un problema acuciante para Tel Aviv. Más preocupante es el deterioro de las relaciones con Turquía, el único país musulmán que ha suscrito un acuerdo de cooperación militar con Israel y que meses atrás vetó la participación del Ejército israelí en unas maniobras conjuntas. Los turistas israelíes apenas visitan Estambul y las playas del Egeo, uno de sus destinos favoritos. Y peor es el ambiente que se respira cuando hace su aparición un líder hebreo en foros académicos, incluido los de Estados Unidos. El ex primer ministro Ehud Olmert, principal responsable de la invasión y del bloqueo a Gaza, soportó este otoño interrupciones al grito de "asesino" en universidades estadounidenses.

En Europa, se suceden los llamamientos al boicot de Israel, un fenómeno que cobra vigor y que provoca reacciones airadas del Ejecutivo hebreo. El Gobierno noruego decretó recientemente que los fondos de pensiones desinviertan en algunas empresas israelíes del ramo militar. En los últimos meses, universidades noruegas, sindicatos franceses y británicos reclaman el boicot a los profesores y productos israelíes. Las relaciones con Suecia están bajo mínimos tras la propuesta de Estocolmo de que la UE respalde Jerusalén Este como capital de un Estado palestino y después de que Israel tildara, indirecta pero nítidamente, a Suecia de irresponsable y poco razonable. Los ataques verbales a los deportistas se suceden en las canchas. Más allá de un puñado de activistas, catedráticos y periodistas israelíes, que reclaman el boicot al estilo surafricano para doblegar la intransigencia de los Ejecutivos israelíes, la población se adhiere al discurso oficial.

"Prolongamos la ocupación; encubrimos lo que sucedió en Gaza; escondimos lo acaecido en la segunda guerra de Líbano; construimos más y más en los asentamientos; siempre engañamos a todos... El mundo está empezando a hacerse preguntas y a perder la paciencia. Ya hemos sido juzgados en rebeldía", escribía pocas semanas atrás el periodista israelí Gideon Levy.

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