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La solución encontrada por Naciones Unidas para evitar el colapso del centro de conferencias donde se celebra la Cumbre del Clima de Copenhague ha sido retirar acreditaciones a los observadores (ONG, sindicatos,...). Hoy se espera que sólo entren en el Bella Center un tercio de los observadores que contaban con credenciales, pero en los próximos días se restringirá mucho más su acceso. La ONU ya ha admitido su responsabilidad en el desaguisado organizativo.
El secretario de la Convención de Naciones Unidas contra el cambio climático, Yvo de Boer, ha asumido hoy la culpa por la falta de previsión ante la masiva afluencia, que ha dejado a miles de personas sin poder acceder al centro de convenciones: "Yo soy el culpable. No puedes meter un pie de la talla 44 en zapato de la talla 30. Tenemos un centro de convenciones en el que caben 15.000 personas y tenemos 46.000 personas [acreditadas] que quieren estar aquí. Eso es físicamente imposible e inseguro. Supongo que pudimos parar las acreditaciones, pero pensé que la gente entraría y saldría de la cumbre y que algunos estarían sólo una semana. Así que decidimos acreditar a todos aunque no les garantizamos que fueran a poder entrar". De Boer ha admitido el caos a la puerta del centro: "Sé que la gente lleva horas en la puerta de forma inapropiada. Estoy haciendo todos los esfuerzos que puedo para que la gente entre lo más rápidamente posible".
Este centro de conferencias en Copenhague tiene capacidad para 15.000 personas y las personas acreditadas llegan a las 45.000, algunas de las cuales esperaron ayer más de cinco horas en la calle sin poder entrar. La decisión tomada por los organizadores ha sido reducir los cerca de 21.000 observadores a 7.000, para seguir recortando hasta quedarse en menos de cien el viernes. En el caso de Greenpeace, por ejemplo, la delegación se reduce primero de 200 ecologistas a 50, y en los próximos días a sólo unos pocos. Lo mismo ocurre con la delegación del movimiento 350.org (el número de partes por millón que piden que no rebase la concentración de CO2 en la atmósfera), que de los 350 miembros en Copenhague van a quedarse en poco menos de 50.
La española Mar Asunción, de WWF, es una de las que tiene que salir, como otros 90 de su organización, aunque explica que irán rotando los pases para poder entrar de vez en cuando. "No estamos nada contentos de que hayan reducido a los observadores, nosotros somos el reflejo y la voz de la sociedad civil", comenta esta ecologista desde fuera del Bella Center, "es importante que los políticos sientan la presión y ahora van a tener menos presión".
Imprevisión en el Bella Center
Cuando hoy se repitan las largas colas en la puerta del centro de conferencias para acreditar a más gente -según los organizadores daneses, el más grande de Escandinavia-, pocos se explican por qué no se ha previsto esta situación antes. "Esto se sabía, estábamos inscritos desde hace mucho tiempo", lamenta Asunción, responsable de Cambio Climático de WWF España, que aun así no puede dejar de pensar en el avance de las negociaciones dentro del Bella Center. "Aquellos que veníamos a hacer un seguimiento de nuestros gobiernos no vamos a poder estar ahí de contínuo, pero de todos modos los números importantes de reducción son los de emisiones del acuerdo que se alcance aquí".
El boletín diario de las ONG (el ECO), también lamentaba esta mañana esta situación e invocaba a la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, donde se defiende la importancia de la participación de la sociedad civil. "Excluir a la sociedad civil no sería sólo incompatible con los principios de Naciones Unidas. Sería profundamente contraproducente para el espíritu de la conferencia y el valor práctico de sus resultados", se lee en el diario.
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