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martes, 15 de diciembre de 2009

Crisis desploma ventas de artesanos piñateros.

Noticia:


Son obreros de las piñatas. Sus manos dan forma al cartón y papel y lo convierten en estrella, pino o barco. En muchos casos es herencia familiar, en otros la necesidad los obligó a contratarse en esta labor, pero la desempeñan con gran gusto.

“Desde los 12 años empecé a hacer piñatas, desde la chica hasta la grande. Como a los 15 empecé a hacer grandes”, dice Xóchitl Cruz Pallares, especialista en elaborar piñatas gigantes.

Integrante de una familia de artesanos piñateros, Cruz Pallares vende sus productos en 450 pesos junto a la carretera Cuautitlán-Melchor Ocampo, casi frente a la unidad habitacional Santa Elena.

Bernardo Pallares Portugués, dueño del taller Piñatas Bere, menciona que alrededor de 90 artesanos de la colonia Santa María Ixtacalco —cuatro de ellos grandes productores— fabrican durante la temporada navideña alrededor de 90 mil piezas para abastecer principalmente al DF y zona conurbada. Los 90 talleres dan empleo a 500 personas.

Exhiben su mercancía a bajo precio en el llamado “kilómetro de la piñata”, cuyos principales clientes son personas que revenden los productos.

El 40% de las piñatas que se comercializan en el valle de México las hacen en Cuautitlán-México; 30% en Acolman; 20% en la colonia El Sol de Nezahualcóyotl y 10% productores diversos. Pallares Portugués agrega que la crisis también les afectó y, en su caso, de 18 empleados que tenía los redujo a siete, situación que se repite en el resto de talleres, sobre todo en los pequeños.

Hace 25 al día

Samantha Montoya López, empleada del taller Don Cuco, labora de 8:00 a las 15:00 horas y tarda 15 minutos en hacer una estrella de cinco picos.

En un día hace en promedio unas 25 piñatas y aunque es un trabajo cansado le gusta desempeñarlo, quizá porque sabe que al final su esfuerzo se traduce en diversión para los niños.

Los empleados de Piñatas Bere tardan cinco minutos en hacer una piñata de cinco picos; Xóchitl se lleva tres horas en terminar sus piñatas de casi dos metros de altura, que vende sólo por pedido. “Son tres etapas las que llevan: el globo, la enconada y después la vestida”, destaca la joven, quien añade que las piñatas gigantes las piden para empresas, almacenes, tiendas departamentales o sólo para adornar los hogares.

Raquel Pallares, empleada de un taller, relata que en ocasiones su hija de siete años la ayuda con las piezas de cartón y engrudo; “luego hace los chinitos”.

Bernardo Pallares recuerda que hace 60 años en Santa María Ixtacalco elaboraban las ollas de barro, debido a que el suelo es bueno en toda la zona y su producto lo compraban comerciantes de La Merced, en el Distrito Federal.

Con el tiempo hubo restricciones para los hornos y de fabricar ollas se convirtieron en productores de piñatas; actualmente compran las ollas en el municipio de Temascalcingo, estado de México.

Elaboran piñatas de olla de barro y de cartón, con figuras tradicionales como estrellas de cinco, siete y nueve picos, barcos, pinos y payasos, así como de personajes de moda, como luchadores y héroes de caricaturas. Incluso, en ocasiones, les piden piñatas para adultos.

Dice que para el próximo año intercambiarán experiencias con los artesanos de la colonia El Sol, en Nezahualcóyotl; “nosotros les vamos a enseñar cómo hacemos las piñatas de olla y ellos las figuras de cartón”, explica.

“Es una tradición muy bonita, que desgraciadamente el mismo hombre la va desapareciendo, la misma manera la vamos haciendo como todas las tradiciones, la vamos reduciendo, pero esperemos que esto nunca desaparezca. Tenemos tradiciones muy hermosas”.

Xóchitl agrega: “No lo hago mucho por el dinero, lo hago porque me gusta vestirlas, detallarlas, me gusta entretenerme con mis piñatas”.

Y concluye: “Es una emoción grande que valoran tu trabajo”.

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