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lunes, 14 de junio de 2010

Obama, la otra víctima de la crisis

Noticia:


A punto de cumplir dos meses, el derrame de petróleo provocado por la empresa British Petroleum (BP) ha comprometido algo más que el futuro de uno de los más ricos ecosistemas del planeta y la economía de millones de familias, que hoy luchan contra una marea negra que no para de devorar aves, peces, delfines y tortugas en las aguas del golfo de México.

Las imágenes de voluntarios, limpiando con detergente a las aves o a las tortugas mientras sollozan, son el correlato de la tragedia y el combustible de la indignación que apunta a los ejecutivos de la empresa británica.

Las baterías también están enfiladas contra el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien ha decepcionado a un importante sector de la opinión pública por la falta de valor y liderazgo mostrada durante la que ya es considerada como la peor tragedia medioambiental en la historia de Estados Unidos.

Es un derrame que, de acuerdo con los cálculos hechos por científicos independientes, ya ronda los 390 millones de barriles de petróleo desde el pasado 20 de abril; es decir, casi nueve veces la cantidad de petróleo que fue vertido durante el desastre del Exxon Valdez frente a las costas de Alaska, en 1989.

Cuando el presidente regrese esta misma semana las zonas más afectadas por el derrame, sus índices de aceptación no habrán experimentado un impacto considerable. Según las estadísticas de Rasmussen, su popularidad se ha mantenido incólume con 47% de aceptación en los últimos cuatro meses.

Pero esta situación podría modificarse en el curso de los próximos días si, como muchos sospechan, las imágenes de más aves muertas, las montañas de peces envenenados y la ira de los pescadores afectados termina por reventar y se vuelca contra el mandatario.

“Todos sabemos que el presidente no puede terminar él mismo con la fuga o conseguir que el golfo de México quede limpio por arte de magia. Pero él y su administración necesitan demostrar que son capaces de controlar este desastre y no estar permanentemente detrás de los acontecimientos”, aseguró ayer el editorial del diario The New York Times para ilustrar el difícil reto que Obama tiene ante sí y para dejar entrever la frustración de millones de ciudadanos.

Convertida en el “enemigo público número uno”, BP paga muy cara su negligencia, sus mentiras y su voracidad por ganancias rápidas. El ánimo de linchamiento se refleja en las estaciones de gasolina de la empresa, donde las pintadas y pancartas con leyendas como “!BP vete al infierno!” o “¡BP son un hatajo de billonarios contaminadores!”, se han multiplicado por todo el país.

La rabia ha comenzado a producir brotes de xenofobia. El representante demócrata por Nueva York, Anthony Weiner, dijo que “cualquiera que hable en nombre de BP con acento británico no dice la verdad”.

Los medios de comunicación no han dejado de embestir contra el presidente por su “excesiva indulgencia” frente a BP y por su carácter impasible ante una de las peores catástrofes nacionales. Las comparaciones de Obama con Mr. Spock (el personaje de la serie Star Trek que se caracterizaba por su capacidad para reaccionar fría y cerebralmente ante el peligro) han obligado a la Casa Blanca a trabajar con una estrategia de control de daños que pasa por presentar a Obama como un líder enfurecido y dispuesto a “patear el trasero” a los ejecutivos de BP.

Ante este cambio de estrategia, algunos se preguntan si la Casa Blanca podrá resolver la crisis del derrame haciendo alarde del enojo presidencial.

El principal asesor de Obama, David Axelrod, sugirió ayer que mañana Obama intentará recuperar definitivamente la iniciativa para tratar superar una catástrofe que ha resultado más grave de lo que reconoció BP desde el principio.

“El presidente va a anunciar una estrategia con varios pasos o medidas a tomar”, aseguró Axelrod, al reconocer que, entre estas medidas, se incluirá la creación de una cuenta con fondos suficientes y garantizados para que British Petroleum pueda hacer frente a una montaña de peticiones de indemnización para los próximos meses.

Con esto en perspectiva, la empresa británica intenta convencer a la administración Obama y a todos los afectados de que es una víctima más de esta tragedia, con una pérdida de casi 40% del valor de la empresa y con unos gastos que superan los mil 250 millones de dólares en operaciones de limpieza.

Desde el mercado de valores de Nueva York, algunos analistas han vaticinado que el valor total de la factura que BP tendrá que pagar superará los 40 mmdd, cifra que ha hecho tambalear las acciones y el futuro de la empresa. Por el momento, no está claro si BP conseguirá salir de esta crisis, que podría durar hasta el próximo otoño. Lo que sí está claro es que la Casa Blanca hará todo lo posible para que BP pague hasta el último centavo de las operaciones de limpieza y las indemnizaciones, en una misión imposible que tendrá como objetivo añadido evitar que Barack Obama se convierta en presidente de un solo mandato.

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