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Simplemente la miras. Nadie puede pasar sin advertir la presencia de una mujer que en un metro con 77 centímetros lleva consigo los estándares más exigentes de belleza. Figura esbelta. Piernas torneadas. Labios generosos. Ojos verdes. Piel apiñonada. Un rubio cenizo muy largo y el detalle que encanta a los mexicanos: un acento brasileño.
Vivir de guapa en la ciudad de México es halagador, pero lo es más cuando abre la boca y la gente se percata de que además de guapísima, es brasileña. Entonces el encanto es doble.
Esta brasileña sale de las revistas de modas a las calles de la ciudad. Se transporta en taxi, microbus, metrobus y metro, donde el efecto que produce que una chica con estas características suba en la estación Sevilla es de sorpresa.
“La gente mira, hombres y mujeres voltean”, dice Carol Matos, una modelo que brinca del catálogo de Liverpool al transporte público en busca de casting, donde compite con cientos de chicas igual de guapas e igual de brasileñas.
Carol salió a los 14 años de Iturama, un pueblo brasileño de 30 mil habitantes, para convertirse en modelo profesional en Sao Paulo. Hoy, la rubia guapa tiene 21 años. Gana 70% más de lo que ganaba en Brasil. Trabaja 50% más de lo que lo hacía en su país y es parte de una comunidad de modelos brasileños que comenzaron a llenar los casting hace poco más de cuatro años en México.
Desde hace ocho meses vive en la ciudad de México en un departamento que comparte con otras dos modelos brasileñas. Las tres asisten en promedio a tres casting por día, de lunes a viernes. Sólo uno o dos se concretan porque la competencia es mucha.
Jorge Carrillo tiene la casa de casting más importante de la ciudad y le consta que la mayoría de las chicas que llegan a un casting donde el cliente exige chicas guapas, “muy guapas”, llegan 300, de ellas, 90% son extranjeras y poco más de la mitad brasileñas.
Están en los comerciales de automóviles, cervezas, tintes de pelo, shampoo y en general en la publicidad televisiva donde aparece una modelo preciosa pero que no abla. Están también en el mundo fashion de las revistas mexicanas. En los catálogos de las tiendas departamentales más grandes del país y en los anuncios espectaculares.
El boom por las cariocas
Carol trabaja para Queta Rojas, una de las agencias de modelos más importantes del país, donde 10% del total de modelos son extranjeros, la mayoría provenientes de Brasil.
El boom por los modelos de Brasil comenzó hace unos cuatro años en México. Queta los contacta directamente con otras agencias brasileñas. Así que la mayoría son profesionales.
A Carol la eligieron por una fotografía que su agencia en Sao Paulo mando a Queta Rojas. “Me escogieron y la agencia en México arregló mis papeles de trabajo e incluso me dio todas las facilidades para vivir en la ciudad”, dice.
Como Carol, muchos modelos han sido traídos desde Brasil para trabajar en México por efecto de oferta y demanda. “Por un lado los clientes comenzaron a pedir como tendencia modelos tipo ‘latino internacional’, es decir chicos y chicas que sin parecer europeos tuvieran esos rasgos pero también con un toque latino, quienes encajaron perfecto fueron los brasileños”, dice Jorge Carrillo de la casa de casting.
Aunque para la modelo el encanto de los brasileños no es un asunto que sólo guste a los mexicanos. Sus ex compañeros modelos en Brasil están hoy por todo el planeta y son mayoría en muchos países en el mundo de la moda.
Por eso cuando una casa productora le pide a Jorge Carrillo una chica tipo “latino internacional”, sabe a qué agencias llamar. “Generalmente pedimos a unas 70 agencias que nos manden a sus chicas más guapas. En tres días pueden llegar hasta 400 y nueve de cada 10 son extranjeras”, cuenta.
En el mundo de la publicidad las posibilidades para un modelo extranjero se reducen si tienen que hablar a cuadro. “Cuando piden chicas guapas, pero que deben hablar frente a la cámara, el número de modelos que vienen a casting se reduce a 50, la competencia es mucho menos y la mayoría de las que se eligen son mexicanas”, comenta.
La nueva tendencia
Carrillo tiene 24 años en el negocio del casting y cuenta que la tendencia con los brasileños es relativamente nueva. “En los años 80 apenas había dos modelos argentinos y años más tarde, por ahí de los 90, en México se comenzaron a producir más y más comerciales y con ello vinieron muchos argentinos, durante más de una década fueron los que inundaron la publicidad mexicana, pero la tendencia cambio con los años”, dice.
Asegura que sigue habiendo muchos argentinos, pero que la mayoría de los clientes prefieren a los brasileños por sus características. Aunque también, en menor escala hay una comunidad presente de venezolanos, colombianos y uno que otro costarricense.
El panorama es ideal para Brasil, por un lado los clientes exigen belleza muy latina pero con rasgos internacionales, por otro, los brasileños están encontrando en México una fuente de trabajo, pues se produce más aquí que en su país de origen y quienes consumen la publicidad piden mujeres con cuerpos más curvilíneos.
Otro punto a favor de las brasileñas, de acuerdo con la misma Carol, es que si trabajara en Europa tendría que bajar cinco kilos más para cumplir con el estándar de belleza.
“Solamente aquí, en Turquía y Dubai las modelos podemos ser un poco más rellenitas”, dice Carol con sus 59 kilos.
¿Las nacionales, desplazadas?
Para Jorge Carrillo los extranjeros no están quitando el trabajo a los mexicanos. Pues para la mayoría de los comerciales es necesario hablar y ahí es donde hay más fuente de trabajo. En el mundo fashion tal vez las extranjeras cumplan más con lo requerido, pero “no es que en México no haya chicas guapas, sino que esas chicas no trabajan de esto”, dice.
Aclara que los pagos son iguales para una modelo mexicana que extranjera y que los montos se disparan entre un trabajo y otro.
“Una misma modelo puede cobrar en un trabajo 8 mil pesos y en otro hasta 400 mil. Todo el asunto de los pagos es muy relativo”, comenta.
Como también relativa es la belleza. “Para mí, que elijo a las modelos que llevaremos al cliente, pueden estar preciosas, pero me ha pasado que llegamos con los clientes y resulta que no es lo que están buscando”, cuenta.
Carol lo sabe y no se desespera. Así que con sus tacones en la bolsa recorre las casas de casting esperando que caiga su primer comercial de televisión, pues sólo ha trabajado para marcas muy reconocidas pero con fotografías.
A sus 21 años le ve otra ventaja a México. “Aquí puedes seguir trabajando aunque estés muy grande; he visto chicas de 26 años y hasta una que otra de 30 años”, dice.
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