Un sueño dorado.

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La maldición para México terminó exactamente donde comenzó. El Giants Stadium se rindió ante el futbol de unos jóvenes que no se compraron las fallas de sus antecesores para vencer a Estados Unidos en su territorio, después de una década de lamentos y, además, levantaron de nuevo la Copa de Oro.

Los chicos de Javier Aguirre se han generado una nueva realidad. Demostraron que pueden vencer a un rival que ya era una piedra en el zapato del Tricolor.

El trofeo que levantó el capitán Gerardo Torrado fue el premio al encierro de 35 días y la tensión acumulada en una década.

Porque aunque ambos técnicos y equipos se hayan desmarcado de relacionar la final del torneo de la Concacaf del partido que sigue en el calendario de eliminatoria, el impacto anímico en México será brutal, tras el 0-5.

Giovani dos Santos tiene mucho que agradecerle a la Copa de Oro y la Selección Nacional tiene mucho que agradecerle a un chico que curó sus heridas con lo mejor de su futbol. Después de perderse en Inglaterra, fue rescatado por Aguirre, quien lo convirtió en el orquestador de una selección que brilló, gracias a que formaron un solo núcleo.

La historia del primer tiempo se escribió muy similar a la de esos últimos 10 años de hegemonía local. Los estadounidenses adoran el juego gris e incómodo, que aburre al balón y hace más pesado el césped. El equipo de Bob Bradley dejó a la escuadra mexicana el control del esférico y la obligación de atacar. Por 45 minutos, los verdes cayeron en la trampa, pero algo dijo Javier Aguirre en el mediotiempo que fue suficiente para cambiarles la vida. Ya no serán los mismos.

El ingreso de Carlos Vela por Alberto Medina tuvo mucho que ver en lo que sucedió para el complemento. El atacante del Arsenal se fundió con Dos Santos para hacer recordar la dupla del Mundial Sub 17, cuando guiaron a México a ganar el Mundial Juvenil en Perú. Ellos dos despedazaron a la zaga estadounidense, que el día previo a la final se protegieron del fracaso con el argumento de que participaron con un equipo juvenil. De jóvenes a jóvenes, los mexicanos demostraron ser mejores futbolistas que los incómodos vecinos.

Los de las barras y las estrellas no caían ante un rival de la Concacaf desde 2001 (contra Honduras); 58 partidos sin conocer la derrota en el área, y vino México a romperle la racha. Fue cuestión de abrir el candado de Bradley para que los goles cayeran en cascada. Torrado marcó el camino al cobrar perfecto un penalti al minuto 56, tras falta sobre Gio.

Luego, al contragolpe, vinieron las clases de Dos Santos y Vela. Giovani anotó el segundo, luego de una serie de rebotes en el área (61’). En ese momento, los mexicanos explotaron en confianza y soltaron el carro para arrollar a cuanto rival se les pusiera enfrente y recetarle otros tres inolvidables goles a los de blanco.

Giovani le regresó el favor a Vela (68’) y éste definió de lujo a la salida de Troy Perkins. La goleada estaba asegurada. Lo que vino después fue el mensaje de este equipo para los demás elementos tricolores que se les unirán rumbo a la eliminatoria. José Antonio Castro (78’) y el Guille (92’) pusieron las firmas finales.

El 11 de junio de 2000, en Nueva Jersey, EU derrotó 3-0 al Tri e inició una racha de 11 partidos en fila sin perder ante México en territorio norteamericano.

Una década después, la Selección Nacional volvió al Giants Stadium, donde todo comenzó, y enterró esta maldición de no poder vencer a Estados Unidos como visitante. Inicia una nueva era, con estos “chamacos” que ya exorcizaron miedos y demonios. Ahora, a repetir la dosis el 12 de agosto en el Azteca, pero, por lo pronto, ¡México, campeón de la Copa de Oro!