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lunes, 27 de julio de 2009

Moscú presume su metro.


Noticia:


El metro de Moscú no sólo es el principal medio de transporte público de la capital rusa, sino clara y decididamente uno de sus grandes motivos de orgullo y uno de sus mayores atractivos turísticos, que maravilla a los visitantes de esta gran ciudad de cerca de 10 millones de habitantes.

No es para menos: la magnificencia de sus vestíbulos, la longitud de sus escaleras mecánicas que llevan a los pasajeros a estaciones situadas a casi un centenar de metros de profundidad, donde son recibidos por una variedad impensable de mármoles y granitos, son capaces de dejar boquiabierto a los que bajan por primera vez a este sorprendente mundo subterráneo.

INTERVALOS DE APENAS UN MINUTO.

Con una red de 177 estaciones -a las que antes de fin de año está previsto que se sumen otras tres- que abarca prácticamente todos los barrios de la ciudad, el metro de Moscú transporta diariamente más de ocho millones de pasajeros. En las horas punta, sus trenes circulan con una frecuencia vertiginosa, con intervalos de apenas un minuto.

La crisis, según ha admitido el director del metro, Dmitri Gáyev, ha reducido en medio millón de personas el volumen diario de pasajeros. En 1997, durante los festejos del 850 aniversario de la fundación de Moscú, el metro transportó un promedio de catorce millones de personas diariamente, récord que hasta ahora permanece imbatido.

Su primera línea, entre las estaciones "Sokólniki" y "Park Kulturi", de 8.4 kilómetros de longitud, fue inaugurada el 15 de mayo de 1935, apenas un aсo después de la aprobación del proyecto de su construcción.

Actualmente, el sistema de transporte subterráneo cuenta con doce líneas, una de ellas de circunvalación, y una extensión total de casi 300 kilómetros. La distancia promedio entre sus estaciones es de mil 800 metros.

La leyenda urbana habla de la existencia -jamás confirmada-, de un metro-2, una red de líneas secretas que se extiende desde el Kremlin hasta refugios para los miembros del Gobierno ante la eventualidad de una guerra nuclear.

HISTORIAS Y ANÉCDOTAS DEL METRO.

Ya en tiempos de la Gran Guerra Patria, como en Rusia se conoce el período de la Segunda Guerra Mundial entre junio de 1941 y la capitulación de la Alemania nazi, las estaciones del metro moscovita fueron utilizadas como refugios antiaéreos e incluso para reuniones de la cúpula soviética liderada por Iósif Stalin.

El 6 de noviembre de 1941, cuando las tropas hitlerianas se hallaban a las puertas de la capital, la estación "Mayakóvskaya" (llamada así en honor al poeta Vladímir Mayakovski) a unos dos kilómetros al norte del Kremlin, acogió una reunión solemne presidida por Stalin con motivo del 24 aniversario de la revolución bolchevique.

Según la administración del metro de Moscú, un total de 213 niños nacieron en sus estaciones cuando eran usadas como refugios antiaéreos.

Una de las estaciones predilectas de los moscovitas es la céntrica "Ploschad Revoliutsii" (Plaza de la Revolución), en cuyos arcos se exhiben 76 esculturas de bronce de obreros, soldados, campesinos, marineros, mineros, deportistas, estudiantes, en orden cronológico desde 1917 hasta 1937.

La más popular de las esculturas -todas ellas obras de Matvéi Manizer- es la del guardia fronterizo con su perro, pues desde 1938, cuando se abrió al público la estación, entre los estudiantes existe la creencia de que sobarle el hocico al can de bronce ayuda a superar los exámenes.

Pero la superstición inicial se extendió más allá del mundo estudiantil y hoy el hocico del perro de bronce brilla como un espejo gracias a las caricias de los moscovitas que le piden buena fortuna.

"Gracias al metro, uno puede estar seguro de no llegar tarde a ningún sitio", dice a Efe Mijaíl
Báskov, periodista, de 33 años, quien renunció al coche hace tiempo, hastiado de los exasperantes atascos de la capital rusa. "Es cierto que hay horas en las que hay bastante gente, pero ésa es una incomodidad menor comparada con la gran ventaja de que uno puede calcular con gran precisión los tiempos de los viajes y la rapidez de los desplazamientos", agrega.

El ferrocarril subterráneo continúa extendiéndose hacia los crecientes suburbios de la capital rusa, y a medida que se aleja del centro histórico de la ciudad la arquitectura de sus estaciones se distancia del estilo con el que nació, el realismo socialista.

"METÁFORA DEL METRO PARISINO".

La última estación que entró en funcionamiento,"Slavianski Bulvar", fue inaugurada en septiembre de 2008 y es, según su diseñador, Iván Lubénnikov, una "metáfora del metro parisino". "No he recreado un rincón de París, es una reflexión sobre el 'art nouveau'", dice el artista en una entrevista con el periódico "Tvérskaya,13", en la que asegura que su propósito era que la nueva estación se asemejara a un bulevar, que fuera un "paisaje bajo tierra".

En las líneas radiales, cuando los trenes se dirigen desde los suburbios hacia el centro de la ciudad los nombres de las paradas son anunciados en los vagones por voces masculinas, y por femeninas, cuando lo hacen en sentido inverso. En la línea de circunvalación ocurre lo mismo, pero dependiendo de si el desplazamiento es o no en dirección a la que giran las manecillas del reloj. Esto tiene una sencilla explicación: ayuda a los pasajeros invidentes a orientarse con mayor facilidad.

Considerado como uno de los más seguros del mundo, el metro de la capital rusa no ha estado a salvo de ataques terroristas, tampoco en la época soviética: en enero de 1977 dos bombas detonadas casi simultáneamente en la estación "Báumanskaya" y de un tren que circulaba entre "Izmáilovski Park" e "Izmáilovskaya" dejó un saldo de siete muertos. El ataque terrorista fue perpetrado por militantes de un grupo nacionalista armenio.

Sin embargo, el día negro del metro moscovita acaeció ya en tiempos de la Rusia postsoviética. El 6 de febrero de 2004 la explosión de una bomba colocada por terroristas islámicos mató a 42 pasajeros y dejó a más de 250 heridos. El atentado se produjo en hora punta, pasadas las ocho y media de la mañana, en el segundo vagón de un tren que circulaba a 60 kilómetros por hora por el túnel que une las estaciones "Pavelétskaya" y "Avtozavósdskaya". Una estela con los nombres de las víctimas es el recordatorio de esa tragedia.

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