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Por una “cuota simbólica” de entre 100 mil y hasta 170 mil pesos, el dirigente sindical Alejandro Palomo Chávez prometió a tres jóvenes y dos profesoras jubiladas entregarles una plaza de maestro en Hidalgo, por lo que en menos de un mes el dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) recibió casi 380 mil pesos.
A pesar de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el SNTE acordaron desde hace un año, acabar con la venta de los puestos de trabajo, en Hidalgo Alejandro Palomo —titular del Colegiado de Innovación y Tecnología, y Reingeniería Organizativa de la sección 15 en la entidad— ofreció a cinco personas un puesto a cambio de dinero.
El anhelo de trabajar en lo que estudió llevó a Laurencio Jiménez a vender la vaca de la que dependía el ingreso de su familia con la venta de leche.
Juan Armando Cervantes puso en venta su coche. Julio César Lozano redobló sus viajes en el taxi que conduce en Pachuca. Y César Hernández hoy vive las secuelas de la parálisis facial que sufrió al descubrir el fraude.
En tanto, las profesoras Edith Nájera y Lucía Vite —próximas a obtener la jubilación— aún pagan el dinero que pidieron prestado, para que uno de sus hijos tuvieran un empleo de maestro.
Todos aseguran que entregaron, en menos de un mes y por separado, cantidades de entre 40 mil y 110 mil pesos que llevaron al dirigente Alejandro Palomo, a acumular 379 mil pesos con la promesa de que en agosto o septiembre de 2008 obtendrían su plaza en el magisterio. La entrega del dinero siempre fue en estacionamientos de centros comerciales o gasolineras de Pachuca, Hidalgo.
Pruebas y negación
El dirigente sindical no les cumplió. Desde entonces ellos han peregrinado, primero por separado y ahora juntos, por diversas dependencias, como la contraloría interna de la SEP, la Oficina de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República, las procuradurías General de la República y la estatal, para denunciar el fraude; sin embargo, hasta ahora no han tenido respuesta.
Los jóvenes y maestras cuentan con documentos, fotografías y audios con los que muestran la entrega del dinero a Alejandro Palomo, sin embargo, él niega las acusaciones.
Juan Armando, desempleado desde febrero, relata que en los primeros días de abril de 2008 contactó, a través de su hermano José Feliciano, a Palomo. El dirigente sindical prometió la plaza, pero “para iniciar los trámites” le dijo que tendría que entregarle 40 mil pesos. “Me dijo que era para asegurarse ya que en repetidas ocasiones hacía el trabajo y no le cumplían, no le daban el dinero completo”, narra.
La forma de operar del dirigente sindical fue semejante en todos los casos, pedir un anticipo de su trabajo. La maestra Lucía entregó 110 mil pesos para obtener un trabajo administrativo en una prefectura para su hijo que sólo estudió la preparatoria.
“A mí me citó en un estacionamiento en la colonia El Palmar. Le entregué tres paquetes en billetes de 200 pesos”.
Y añade: “Me solicitó todos los papeles posibles, nos mostró un memorándum de asignación, incluso la credencial de contratación, pero nunca estuvo el nombramiento definitivo. Con el tiempo nos dimos cuenta que los documentos eran apócrifos”.
Julio César, Laurencio y César, enfrentaron situaciones semejantes, les pidió dinero por adelantado, bajo el “compromiso de caballeros” también los estafó.
Siempre con excusas, el profesor se ocultó de ellos, pero Juan Armando fue quien tomó la iniciativa y el 5 de agosto del año pasado grabó la conversación donde se escucha al dirigente hacer un relato de la negociación.
En uno de esos audios, de prueba, se escucha al profesor negociando con Juan Armando el monto de su plaza; a pesar de la existencia de ello, el dirigente sindical rechaza —en entrevista con EL UNIVERSAL—que él haya pedido dinero a los jóvenes y maestras. Del audio sólo responde “ese no soy yo”. Aunque luego reconoce que en este momento enfrenta varias denuncias.
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