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Compradas o rentadas. Legales o ilegales. Pistolas, rifles, granadas... Si se trata de armas, la oferta es variada y está al alcance de cualquiera que tenga, por lo menos, 3 mil pesos.
“¿La quieres limpia o quemada? Las granadas y los rifles de asalto son por pedido. En una semana te las entregan. Aquí puedes conseguir lo que quieras”. Quien habla creció en Tepito. Es comerciante y conoce bien el barrio, pero sobre todo, la mercancía en materia de artefactos que ahí se puede encontrar.
—Hay una 9 milímetros, limpia. Quieren 12 mil pesos, por ella.
—¿Una más barata?
—Puedes conseguir una por 3 mil pesos, pero es quemada (una arma que ya fue utilizada). Tú sabes si te arriesgas.
—¿Un cuerno de chivo?
—Ese te puede costar como 10 mil pesos. Las armas largas son más baratas, porque si te agarran con una de esas es mayor la bronca. Aquí, lo que más piden son pistolas calibre .22 y 9 milímetros. Las reglamentarias. Con esas, dice, no hay tanto compromiso.
El comerciante asegura que los principales clientes son asaltantes o personas que quieren una arma para protección. “También gente de la policía viene a adquirir armas aquí, para cubrir lo que hacen, por si se les pasa la mano con algo. Militares que también vienen”.
—¿De dónde vienen esas armas?
—Las traen de Estados Unidos... las pasan igual que introducimos todo esto (la mercancía de contrabando), en camiones o carros, a escondidas.
A unas cuadras, en el Eje 1, las motonetas cierran el paso a peatones y automóviles. Los intrépidos conductores no tienen más de 20 años. Esta escena es reflejo de un nuevo negocio que se da por la zona: la renta de motos y armas de fuego. Las dos en el mismo paquete. Comerciantes y habitantes de la zona coinciden: “Las alquilan puros chamacos; las usan para asaltar”.
Por cuestiones de seguridad, no se menciona la direción exacta donde ocurre la siguiente escena.
Son poco más de las seis de la tarde. El negocio de renta de motos y armas funciona en plena avenida, en una colonia vecina a Tepito. Cinco o seis jóvenes atienden el sitio. Uno de ellos se percata de que una cámara está grabando.
En unos cuantos minutos, policías de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, que portan armas largas, abordan a los periodistas que toman fotografías y graban.
Les piden sus nombres. En ese momento, uno de los jóvenes se acerca y advierte: “Mejor no graben, porque aquí estamos bien pesados”.
Los policías piden a los periodistas que se vayan. Minutos después, la misma camioneta de la policía, marcada con el número P-88-06, regresa al lugar donde se rentan las motos y las armas. Los policías se despiden con un choque de manos del joven que lanzó la advertencia de que están “bien pesados”.
Armas para un país
Tepito no tiene el monopolio de la venta de armas ilegales. En el Distrito Federal se pueden conseguir armas en San Felipe de Jesús (Gustavo A. Madero), Vicente Guerrero, El Molinito, Los Pozos, El Hoyo (Iztapalapa), Torreblanca y Legaria (Miguel Hidalgo).
Georgina Sánchez, investigadora del Colectivo por la Seguridad con Democracia y Derechos Humanos, asegura que en todo el país existen puntos de venta de armas ilegales. Sobre todo, en los estados fronterizos del norte y el sur; así como en los puertos del Pacífico.
Se calcula que hay 15 millones de armas ilegales en el país, “una estimación muy conservadora”, apunta Georgina Sánchez. A esta cifra hay que sumar las 2 millones 847 mil 690 armas legales que hasta abril tenía registradas la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Es decir, hay más de 17 millones de armas, una cantidad suficiente para armar a toda la población de Chile.
En México, también es posible comprar armas en forma legal. Este mercado está controlado por la Sedena. Sus clientes son corporaciones de seguridad pública y privada, pero también civiles que las adquieren para usarlas en tiro deportivo, cacería o “protección de su domicilio”. Tan sólo de 2006 hasta la fecha vendió 23 mil armas a civiles, de acuerdo con datos de la Sedena.
La Red Mexicana por los Derechos de la Infancia documentó que entre 2006 y 2008 aumentó 30% la compra de armas ligeras en México.
Variedad de calibres
En el país, la disponibilidad de armas es amplia. El armamento es de mayor calibre y más destructivo, advierten los especialistas. Georgina Sánchez dice que “hay una invasión de granadas”.
“Si tu quieres comprar más allá de un arma, debes obtener la confianza de los vendedores”, así lo asegura un agente de la Procuraduría General de la República (PGR) que pide el anonimato. “Primero te van a negar cualquier información, pero con algo de insistencia te dan algún norte. Te van a preguntar qué andas buscando y te darán una serie de características de las armas que puedes conseguir”. Una pistola 9 milímetros, una 0.45 o una 38 súper, asegura, cuesta “de 8 mil pesos para arriba. Y no están calientes (sin utilizar)”.
Después de la primera compra, se puede acceder al mercado de armas largas y al mayoreo. Una escopeta calibre 12 GA, o bien una carabina Colt AR-15 o una AK-47 pueden costar desde 15 hasta 30 mil pesos. “Si logras la adquisición de un arma larga, es muy probable que te puedan vender al mayoreo, con un pago de 50% de anticipo y el resto a la entrega”.
En el estudio “Armas pequeñas y livianas: una amenaza a la seguridad atmosférica”, elaborado por investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), se menciona que “en casi todo” México se pueden conseguir fusiles ligeros, AK-47, fusil Gallil y subametralladoras.
Este mismo documento detalla que existe una producción artesanal de armas que es mínima, pero que se extiende a medida que crece el tráfico. Por lo regular, dice Georgina Sánchez, se trata de negocios familiares donde se arreglan o pueden convertir un rifle semiautomático R15 en un M16 automático.
Datos de la Sedena, citados en el informe de Flacso, señalan que en el país existen 14 compañías con licencias generales de reparación de armas, para la producción y tráfico de municiones.
“Para protección del domicilio”
No sólo el crimen organizado y la delincuencia en pequeña escala demandan armas. Mario Arroyo, investigador del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, precisa que ante la fácil disponibilidad y el clima de inseguridad que hay en el país, los ciudadanos comunes están optando por tener un arma para protección personal, “a pesar de que es contraproducente porque incrementa los niveles de la violencia”.
Los mexicanos, según con el Artículo 10 de la Constitución, tienen derecho a “poseer armas en su domicilio para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional”.
En la misma Constitución se indica que la entidad gubernamental autorizada para realizar la venta de armamento, municiones y accesorios es la Dirección General de Industria Militar, a través de la Dirección de Comercialización de Armamento y Municiones de la Sedena.
Para solicitar un “permiso extraordinario” de portación de arma para “protección domiciliar”, además de una identificación y domicilio, se debe presentar una carta de “valoración médica, sicológica y aptitud física” para el manejo de armas, asegura en entrevista, el teniente coronel Eudardo Téllez Moreno, del Registro General de Armas de Fuego y Control de Explosivos.
El “permiso extraordinario” sólo tiene un costo de 85 pesos, mientras que para registrar el arma en la Sedena se paga 35 pesos. Es decir, únicamente se requieren 120 pesos, más el costo del arma, para poder llevarse a casa una pistola o bien, un rifle.
El teniente coronel Téllez Moreno explica que de 2006 a la actualidad, la Secretaría de la Defensa Nacional ha vendido 23 mil armas a civiles (para fines cinegéticos, prácticas deportivas de tiro y protección de domicilio).
En el catálogo de venta de la Secretaría de la Defensa Nacional hay armas cortas y largas.
Estas últimas sólo se pueden adquirir si se pertenece a un club de tiro, de caza o a un cuerpo de seguridad. En México hay 747 clubes cinegéticos y de tiro deportivo registrados ante la Sedena; a un cazador se le permite tener hasta 9 armas largas y una corta.
Consumidores activos
Del total de armas registradas ante la Sedena, entre 40% y 45% de ellas (alrededor de un millón 400 mil) están en manos de civiles.
Mientras que 25% son manejadas por personal de seguridad privada; el resto corresponde a las armas de los cuerpos de seguridad pública.
El perfil de los civiles que ha registrado sus armas —apunta Téllez Moreno— son hombres, de entre 24 y 50 años, de clase media y zonas urbanas.
Téllez Moreno asegura que la Sedena puede compartir la información del registro para investigar el mal uso de un arma, sólo si así se lo solicita un agente del Ministerio Público.
En el ensayo “Las armas: alcances y ¿límites?”, publicado en el Atlas de la Seguridad y la Defensa de México 2009, la investigadora Georgina Sánchez señala que el narcotráfico se caracteriza por recurrir a armas de grueso calibre, “pero no es el consumidor más intensivo de armas”.
Y ofrece una cifra para demostrarlo: cada año se efectúan más de 12 millones de delitos del orden común, de los cuales más de 10%, es decir 120 mil, son a mano armada.
Datos de la Red Internacional de Acción contra las Armas Ligeras (IANSA, por sus siglas en inglés) refieren que a nivel mundial, México ocupa el lugar 14 en homicidios por arma de fuego. Advierte que en un país donde proliferan las armas se desincentiva la inversión extranjera y se afectan las prospectivas de desarrollo económico.
Marco Arroyo, investigador del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, advierte que el incremento de la violencia en el país, no sólo es producto del crimen organizado, también de la gran disponibilidad de armas.
Considera que se debe restringir aún más la posesión, tráfico y uso de las armas, porque “a nivel internacional se ha comprobado que quien tiene un arma en su domicio tiene 70% más posibilidades de que alguien de su familia resulte herido o muerto”.
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