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lunes, 26 de abril de 2010

En las aulas se libra otra batalla por el aborto.

Noticia:


Los profesores no podían ocultar su inconformidad. La aprobación hace tres años en el Distrito Federal de la ley que permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta antes de las doce semanas de gestación los había hecho reaccionar de esa manera. Lo evidenciaban en clase ante sus alumnos de impecable bata blanca.

Elizabeth Santillán, de 23 años, estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad La Salle, recuerda la molestia de sus maestros. Esta escuela privada reconoce de manera abierta que impulsa “la defensa de la vida desde el momento de la concepción”.

“Como una institución que se fundamenta en una filosofía católico-cristiana, el respeto a la vida humana es esencial”, dice Pedro Argüelles Domenzain, director de la Facultad de Medicina de la Universidad La Salle.

Provida desde la academia

Los lasallistas no son los únicos que defienden esta postura, también lo hacen los profesores de la Universidad Panamericana, relacionada con el Opus Dei, y de la Anáhuac, vinculada a los Legionarios de Cristo. En las aulas de todas estas instituciones se hace énfasis en la ética personalista, que considera al ser humano como eje central de la vida.

Es a través de las materias de bioética y ética médica, donde los profesores llevan este planteamiento a los alumnos. “Está comprobado que la vida humana empieza desde la concepción. Estudios importantes en biología molecular hechos apenas hace cinco años dicen que el cigoto es un individuo que funciona en forma inicial. Esta afirmación puede que no sea muy comprensible para quienes no están en la ciencia”, dice María de la Luz Casas, jefa de bioética de la escuela de medicina de la UP.

La también consejera de la Comisión Nacional de Bioética deja claro que ella no impone razones morales en sus clases, sino argumentos científicos.

Para Nubia Andrea Ramírez, de 22 años, estudiante del octavo semestre de medicina en la UP, no hay dilema, pues la dignidad humana debe estar ante todo. “Estoy en contra del aborto pero no porque asista a una escuela de inspiración católica. Así pensaba incluso antes de entrar a la carrera”.

El riesgo, caer en el adoctrinamiento

Lo cierto es que en algunas ocasiones las creencias o posiciones personales del profesor pueden privilegiar que unos temas sean prioridad sobre otros durante la jornada estudiantil.

“Es un riesgo y un reto como profesores tener suficiente madurez moral para que por encima de nuestras convicciones y ante dilemas como el de la interrupción voluntaria del embarazo, seamos capaces de ir más allá, pensando en que no estamos adoctrinando a los futuros médicos sino presentando un panorama sobre el cuál tenemos que reflexionar”, dice Joaquín Ocampo, profesor en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Leonardo Ortiz, de 22 años y estudiante del sexto semestre de esta carrera en La Salle, reconoce que sus maestros “abarcan aspectos éticos y filosóficos cargados a favor del derecho a la vida”.

Ocampo advierte que la propia naturaleza de las escuelas de inspiración religiosa, provoca que temas como la cancelación del embarazo no sea tratado de una manera imparcial. “Ellos están en su derecho de hacerlo y somos respetuosos de esas posturas”.

María de la Luz Casas dice: “Nosotros sólo decimos lo que apunta la deontología médica, desde Hipócrates hasta las últimas declaraciones, que se orientan a proteger al embrión en el sentido que la vida humana es preciosa. No se les induce a una forma de pensamiento o de acto. Ante la situación de aborto cada quien actuará como su conciencia le dicte”.

Andrea Tello, Guillermo Mondragón y Ramón Mora, los tres de 20 años y estudiantes de La Salle, no han debatido en clase el tema del aborto, pero adelantan su posición: “Siempre había dicho que sí al aborto pero ahora veo que el embarazo precoz es cuestión de irresponsabilidad”, dice Andrea. “El aborto no es natural y rechazarlo no es asunto que tenga que ver con la religión”, señala Ramón.

“Más allá de que la escuela donde estudio tenga relación con la Iglesia católica; considero que cada caso en situación de aborto debe ser analizado. Yo estaría dispuesto a colaborar sólo en caso de violación o que la vida de la madre esté en riesgo”, comenta Guillermo.

Argüelles Domenzain explica que en La Salle existen dos materias que contemplan estos temas, la de ética médica en cuarto semestre, vista desde una perspectiva inspirada en una filosofía católico cristiana, con una ética personalista y el respeto a la vida humana. La otra, bioética, en octavo semestre donde además de subrayar la importancia de la vida se analizan los derechos de los médicos para oponerse a realizar un aborto.

La objeción de conciencia

Jorge Aranda lo tiene claro. Si el estudiante de octavo semestre de la UP tuviera que atender la solicitud de aborto de una mujer embarazada, se negaría a realizarlo porque va contra sus preceptos morales. “Por eso vine a esta universidad, porque sus valores coinciden con mi forma de ver la vida”, dice.

En las escuelas de inspiración cristiana se subraya de manera especial la negativa que por ley un médico puede objetar para no interrumpir el aborto. “Consideramos importante que los alumnos comprendan cuales son las aplicaciones y los límites de la objeción de conciencia, derecho reconocido en los códigos de ética de la Secretaría Salud del Distrito Federal”, dice Casas.

La UNAM contempla también en sus clases la objeción de conciencia a favor del aborto. “Si hay una ley que dice que prohibe la interrupción voluntaria del embarazo, por razones de conciencia el médico puede justificar que accedería a participar en este aborto, por ejemplo en casos de violación. El problema surge cuando no está permitida la objeción de conciencia por la ley”, explica Ocampo.

Argüelles aclara que el primer planteamiento de los médicos es preservar la vida, pero, nunca influirán sobre la decisión personal. “Las mujeres pueden solicitar interrupción y uno puede negarse sin agredir o tratar de convencer”.

A partir de la ley aprobada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, cualquier médico al que le llegaran a solicitar un aborto debe plantear otras opciones a esta intervención.

En la UP existe una clase llamada alternativas al aborto, donde les piden a los alumnos un plus en su vocación de servicio. Además de decirle a la joven que está embarazada, le deben plantear caminos a su situación, desde la atención psicológica y trabajo social hasta oportunidades de adopción con el fin de que no tomen una decisión bajo estrés.

Imparcialidad desde las aulas

Todas las universidades abordan la ley en el Distrito Federal y aquellas que protegen la vida desde el momento de su concepción en 18 estados de República. No obstante, los matices surgen. En la UNAM se enseña que la interrupción voluntaria del embarazo se desarrolla en un estado laico. “Se ve desde una perspectiva general, abierto, sin ángulos específicos, subrayamos el respeto a otras posturas y evitar satanizar a los que piensan diferente”, dice Ocampo.

Mauricio Osorio, ginecólogo egresado de la UNAM (1992-1996), recuerda que antes del 24 de abril de 2007, fecha en la que se aprobó la ley en el DF que permite a una mujer abortar hasta antes de las 12 semanas de embarazo, si una chica llegaba con un aborto inducido se le atendía, pero daban aviso al Ministerio Público.

Por ser una institución de gobierno federal, el Instituto Nacional de Perinatología donde labora, no interrumpe embarazos a petición de la paciente.

Desde su posición de especialista en reproducción asistida dice: “Sería contradictorio anular la vida de un ser vivo, siendo que me dedico al auxilio de las mujeres que quieren embarazarse. Esta actitud va más allá de mis creencias religiosas, es una cuestión ética, que muchos médicos obvian ante la generosa ganancia que en poco tiempo representa hacer un aborto”, dice Osorio.

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