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viernes, 20 de noviembre de 2009

Ahogan penurias a miles de tabasqueños.

Noticia:


El barullo de niños que juguetean por el plantel escolar habilitado como refugio temporal parece ser ajeno para la mayoría de los adultos que fueron expulsados de sus viviendas por la creciente que trajo el frente frío número 9 desde el 1 de noviembre.

En esta comunidad se encuentra uno de los 62 albergues que aún permanecen abiertos y que atiende a pobladores de ocho comunidades rurales del municipio de Huimanguillo, inundadas por el caudal desbordado de los ríos Tonalá y Blasillo.

En los salones escolares, habilitados como recámaras y salas, los damnificados pasan la mayor parte del tiempo ensimismados. Pegados a las paredes, sobre las colchonetas de colores rojo y azul, tiradas en el piso; las familias se mantienen reunidas sólo viendo pasar el tiempo en espera de que el agua libere sus viviendas.

A 19 días del inicio de la tragedia hidrológica que afecta a los estados de Tabasco y Veracruz, alrededor de 10 mil damnificados permanecen en los albergues. En Tabasco están abiertos 62 albergues con 8 mil 315 personas y siguen afectadas 181 localidades.

Inicialmente fueron 296 comunidades anegadas con 221 mil 758 afectados y se instalaron 163 refugios para atender 34 mil 704 personas. Todavía existen poblados incomunicados como las rancherías Zanapa segunda sección, Tres Bocas sección Zapotal, La Ceiba primera, sección Ruiz Cortines y Ernesto Aguirre, a las que se accede sólo a través de lanchas.

Don Pedro Osorio Hernández resume la situación de los damnificados: “No tenemos más qué hacer si todo está inundado. Nos quedamos sin nada y tampoco se puede trabajar con el campo bajo el agua”.

El tedio, junto con la incertidumbre por la situación que enfrentarán en el futuro, abraza a la mayoría de las familias afectadas.

Excepto en las tres ocasiones que acuden al módulo habilitado como comedor general, donde reciben sus alimentos, sin tener otra actividad que realizar, todos vuelven a los salones, en donde junto con la colchoneta que recibieron, tienen sus escasas pertenencias que lograron rescatar de sus casas antes de ser anegadas.

Osorio Hernández, padre de tres menores de 16, 12 y 5 años, dice que al igual que la mayoría de los jefes de familia, necesariamente tiene que esperar; “no tenemos otra opción”, ya que no pueden trabajar en el campo al estar lleno de agua.

Con domicilio en el ejido La Ceiba segunda sección, sector Ogarrio, piensa que no tiene caso acudir a su comunidad. “¿A qué voy a ir?. Ya para qué, si todo está perdido”.

En su ejido, la mayoría que trabaja en el campo estaba listo para limpiar y preparar la tierra, pues en diciembre sembrarían maíz y frijol.

Doña Amelia Zárate, se pregunta cómo empezarán nuevamente sus vidas cuando retornen a sus viviendas, donde perdieron todo.

Por ejemplo, dice, sus hijos carecen de ropa y útiles escolares para asistir a las escuela. Sus mochilas, junto con libros y cuadernos se perdieron.

En el caso de los hombres adultos desconocen cómo obtendrán ingresos para sostener a su familia.

Hasta ahora aún no les asignan las tareas del Programa de Empleo Temporal que aplicará la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), mediante el cual les pagará un salario mínimo durante un breve lapso.

Conforme transcurren los días, en el albergue, se intensifica la pesadumbre entre los pobladores de las comunidades rurales de Aquiles Serdán, Blasillo, La Ceiba, Los Naranjos, Francisco I. Madero, La Azucena, al desconocer el tiempo que pasarán aquí y a qué destino se enfrentarán sin un patrimonio, luego de que perdieron todo.

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