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miércoles, 29 de octubre de 2014

Obama recurre al bajo perfil para no afectar a candidatos demócratas.

Washington
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se mantiene al margen de las campañas por lograr el control del Congreso en las elecciones del próximo 4 de noviembre, dado que su baja popularidad es un lastre para algunos candidatos demócratas y el arma perfecta para los aspirantes republicanos.
En estas elecciones se renovará toda la Cámara de Representantes, que, se prevé, permanecerá en manos republicanas, y un tercio del Senado, donde los conservadores solo necesitan seis escaños más de los que ahora tienen para arrebatar la mayoría a los demócratas.
Los aspirantes demócratas que se juegan algo en estos comicios, en los que también hay votaciones sobre la continuidad de 36 gobernadores, "no buscan" a Obama "para tomarse la foto y lograr votos entre las minorías", explica el analista Juan Hernández.
El propio Obama, con una popularidad que no sube de 40 por ciento desde hace varios meses, "se esconde para no perjudicar a los candidatos" de su partido, dijo.
El presidente "ha pasado mucho tiempo" durante este año "recaudando dinero" para los demócratas, defendió esta semana el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, quien destacó también el "compromiso" de Obama con el apoyo a los miembros de su partido que se someterán a las urnas el siguiente martes.
En estos últimos días de campaña Obama visitará varios estados, entre ellos Michigan, Connecticut, Maine, Pensilvania y Wisconsin, pero en ninguno de ellos se juegan los demócratas el control del Senado.
En estados disputados como Carolina del Norte, Iowa, Colorado, Luisiana y Arkansas, donde se va a decidir qué partido tendrá mayoría en la Cámara alta durante los próximos dos años, el presidente no tiene previsto aparecer.
Para Hernández, la "estrategia" de Obama de no haber hecho una campaña "constante", "ha sido mala" y le puede pasar factura.
Alejado, al menos públicamente, de los candidatos al Senado, el mandatario sí intervendrá en estos días en actos de campaña con Mary Burke, aspirante a gobernadora de Wisconsin, o Dan Malloy, quien busca la reelección como ejecutivo local en Connecticut, entre otros.
Obama tratará de esa forma de movilizar al electorado demócrata, que tradicionalmente no vota tanto en los comicios legislativos como los simpatizantes republicanos.
"Los demócratas no votamos en las elecciones legislativas. No votamos en los mismos niveles que en las presidenciales", reconoció el propio Obama recientemente en un acto de recaudación de fondos en Nueva York.
Los hispanos y los afroamericanos, apoyos fundamentales de Obama en las dos elecciones generales que ha ganado, "están desilusionados con el presidente y con los demócratas, y probablemente muchos no van a salir a votar", advierte Hernández.
Quienes sí llevan semanas dando la cara por los candidatos demócratas al Senado son el vicepresidente Joe Biden y la primera dama, Michelle Obama, ambos más populares que el mandatario y menos dañados que él por asuntos como la llegada del ébola al país o las críticas por la tardanza en actuar contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Michelle ha estado varias veces en Iowa para hacer campaña por el legislador demócrata Bruce Braley, quien compite con el republicano Joni Ernst por un asiento en el Senado cuyo control se prevé clave para ambos partidos.
Biden se ha dejado ver en Iowa junto con Braley y, al igual que la primera dama, ha dado apoyo público al senador demócrata Mark Udall, quien aspira a mantener su escaño y está empatado en intención de voto con el legislador republicano Cory Gardner.

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