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El responsable de los servicios de inteligencia del Ejército de Estados Unidos en Afganistán ha criticado duramente el trabajo de las agencias de espionaje de su país en territorio afgano. En un informe de la organización Center for New American Security, el general Michael Flynn asegura que en ocho años de guerra, la actividad de los servicios secretos, que califica de "confusa", ha sido sólo marginalmente importante en la estrategia global en Afganistán.
Flynn critica que los agentes de inteligencia de EE UU se hayan centrado casi exclusivamente en "capturar o matar a los insurgentes de medio y alto nivel". "Es necesario para ganar una guerra", dice el general, pero "secundario" si se compara con la importancia de obtener información "sobre el contexto de las operaciones" y de "distinguir entre los talibanes y el resto de la población afgana" con el fin de tomar las "decisiones importantes".
En un informe que muestra las tensiones entre el Ejército y las agencias de espionaje de EE UU, el militar cree que los agentes son "desconocedores de la economía local y de los terratenientes, están confusos sobre las personas próximas al poder y cómo pueden influir en ellas".
También afirma que no están interesados en los proyectos de desarrollo y en la forma en que los campesinos pueden colaborar, además de que no se comprometen con "la gente en la mejor posición para encontrar respuestas, como cooperantes o soldados afganos". Flynn además insta a realizar "importantes cambios culturales" a la hora de obtener una información más amplia en mayor número de capas sociales.
Agente doble
El informe se ha publicado sólo unos días después de que un suicida matase a siete miembros de la CIA en una base estadounidense en el este de Afganistán, en uno de los ataques más sangrientos en la historia de la agencia. El suicida era un miembro de Al Qaeda, además de un espía doble de los servicios de inteligencia jordanos que trabajaba con para la CIA, informa Yolanda Monge.
El atacante conocía de primera mano el terreno, ya que desde hace casi un año colaboraba con los servicios de inteligencia norteamericanos, que le consideraban un agente del espionaje jordano -y por tanto "amigo"-. Por esta razón, pudo acceder hasta la reunión que le situó -con el cuerpo repleto de explosivos- frente a algunos de los más altos cargos de la Agencia Central de Inteligencia en la zona, entre los que se encontraba la jefa de la misión, que murió en el ataque.
Su carácter de doble agente explica ahora por qué a su llegada a la base de Chapman (en la provincia afgana de Khost, sureste del país) no fue registrado y se le franqueó el paso. Se esperaba su llegada con una "valiosa" información que podía conducir a las fuerzas estadounidenses hasta los líderes de Al Qaeda, concretamente hasta Ayman Al Zawahiri, número dos de la red de Osama Bin Laden.
Arrestado en Jordania y reclutado posteriormente para los servicios de espionaje de ese país -que para entonces le creían un miembro leal a su causa-, el atacante ha sido identificado por una fuente talibán en Pakistán como el médico jordano Human Khaili Mohammed. Pero mientras EE UU y Jordania (importante aliado de Washington en la zona) creían que espiaba para sus Gobiernos, Mohammed era un agente doble al que los radicales islámicos en la región fronteriza entre Pakistán y Afganistán entregaron explosivos para inmolarse y causar el mayor número de bajas posible a la CIA en la base de Chapman.
Además de los siete miembros de la CIA, en el ataque del pasado miércoles se ha conocido ahora que también falleció un agente jordano, identificado como Sharif Ali Bin Zeid, capitán del Ejército y familiar lejano del rey de Jordania, y que era el contacto del espía doble dentro de la base.
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