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miércoles, 10 de marzo de 2010

Bachelet se despide con el cariño del pueblo.

Noticia:


Michelle Bachelet se despide mañana de la Presidencia chilena con una popularidad récord de 84%. Los últimos sondeos indican que los analistas se equivocaron al vaticinar una caída de popularidad y un triste fin de gobierno para Bachelet.

Pese a las críticas vertidas contra la forma en que se manejó la situación tras el terremoto de 8.8 grados que azotó a Chile el 27 de febrero, la mandataria logró superar el tsunami político y abandona el poder contando con el apoyo de los chilenos, que incluso olvidaron un poco sus tristezas para vitorear a la presidenta en sus visitas a las zonas devastadas.

El terremoto causó 497 muertos identificados, pérdidas materiales millonarias y más de dos millones de damnificados. También dejó una factura a nombre de Bachelet que la historia se encargará de cobrar. Una encuesta difundida el domingo pasado por el diario El Mercurio y Opina indica que 72% de los chilenos creen que el gobierno respondió de manera tardía e ineficiente para restablecer el orden.

Pero Bachelet no es mujer que ceda ante la adversidad. Después de todo, su vida no ha estado exenta de infortunios. Ella y su madre, Ángela Jeria, fueron víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet. Era 1975 y la entonces estudiante de medicina tenía 23 años, cuando junto con su madre fue encarcelada por un corto periodo en el centro secreto de detención Villa Grimaldi Su padre, Alberto Bachelet había muerto un año antes a manos de los militares; así fue como pagó su lealtad al derrocado presidente, Salvador Allende.

Sin amargura

Tras su liberación, Michelle salió al exilio. Primero fue a Australia y luego a Alemania del este. Fue en ese país donde prosiguió sus estudios de medicina y donde conoció a Jorge Dávalos, con quien se casó en 1977 y con quien procreó a dos de sus tres hijos: Sebastián y Francisca (Su hija más pequeña, Sofía, es hija del epidemiólogo Aníbal Henríquez). Regresó a su país cuatro años después, en 1979.

Indudablemente, la dictadura marcó a Bachelet, pero no la amargó. La presidenta siempre aparece de buen talante, sonriente. Cuando habla sobre la dictadura, no se expresa con odio y está convencida de que el pasado hay que dejarlo atrás.

Michelle superó aquellos días aciagos y con el tiempo se convirtió en una fuente de inspiración para las mujeres, primero como doctora y luego como mandataria.

El año pasado, la revista Forbes la ubicó en el lugar 22 de la lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo y The New York Times considera, en callada alusión a la mandataria argentina Cristina Kirchner, que Bachelet es la única en la región de la que se puede decir que se ganó el título de presidenta “por méritos propios”.

En 2006, el suyo fue calificado como un “triunfo histórico”, no sólo por tratarse de una mujer, sino de una mujer socialista, separada y agnóstica. Su mandato inició con el sonado escándalo del Transantiago (el sistema de transporte chileno) que la presidenta supo superar, lo mismo que los casos de corrupción en su gobierno.

Una mujer respetada

Sus políticas sociales y el manejo de la economía le ganaron poco a poco el respeto de quienes dudaban que una mujer pudiera hacer un buen papel en la Moneda. Con el tiempo, los medios dejaron de hablar de su corte de cabello y su estilo de vestir para concentrarse en los logros de su administración. Bachelet supo llevar su gobierno con sobriedad. Incluso en horas tan terribles como las que siguieron al terremoto, se las arregló para no caer en la provocación de las críticas. Sólo una vez a lo largo de su mandato cedió ante la tristeza. En una entrevista después del sismo, Michelle se quebró y lloró.

Cuatro años después de que llegara al poder, su partida marca otro hito, porque representa el final de cuatro periodos de gobierno seguidos de la Concertación, que detentaba el poder desde el final de la dictadura de Pinochet. Mañana, Michelle Bachelet entregará el poder a Sebastián Piñera, el mismo candidato al que derrotó en los comicios de 2006.

El terremoto incidirá sin duda en la evaluación definitiva de su gobierno. Pero mañana, la primera presidenta que ha tenido Chile se despide gozando del cariño de su pueblo.

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