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Algunas personas son más proclives que otras a la ansiedad, debido a una mutación genética heredada, según un estudio de científicos alemanes publicado en la revista "Behavioural Neuroscience".
Esa mutación se da en aproximadamente la mitad de la población, pero surte efecto en sólo una de cada cuatro personas que han heredado de sus padres dos copias de la misma. Esos individuos tienen un riesgo significativamente mayor que la media de la población de sufrir ansiedad y males relacionados como los trastornos postraumáticos y las enfermedades obsesivo-compulsivas.
Según Christian Montag, de la Universidad de Bonn, Alemania, miembro del equipo de investigadores, es posible identificar diferencias genéticas entre personas que afectan directamente a las substancias químicas neurotransmisoras del cerebro e influyen en las variaciones en los rasgos psicológicos.
Aunque en la ansiedad influyen muchos factores, los investigadores creen que gracias a su descubrimiento podrán identificarse otros genes que predisponen a las personas al nerviosismo, hasta el punto de desarrollar en ellas enfermedades de tipo psicológico.
El estudio se centra en un gen conocido como COMT, que controla un enzima que se desintegra y debilita la señal emitida por la dopamina, un neurotransmisor clave del cerebro relacionado con diversos trastornos como la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia.
El gen se presenta en dos variantes, met158 y val158, y las personas más proclives a la ansiedad son las que han heredado de ambos progenitores dos copias de la variante del primero de esos genes.
En la población europea blanca, ello se da sólo un 25 por ciento de los individuos.
Según los científicos, las personas que han heredado las dos copias del gen met158 tienen una señal de dopamina más fuerte en el cerebro, lo que resulta en una fijación mucho más intensa en los estímulos desagradables, como se pudo comprobar en experimentos llevados a cabo con cerca de un centenar de mujeres.
Los científicos mostraron a las voluntarias imágenes desagradables en grado diverso mientras las sometían a un ruido muy alto para medir el reflejo de susto, indicativo de ansiedad. Esa reacción resultó ser más fuerte cuando las mujeres estaban expuestas a una imagen negativa, y entre las que habían heredado ambas copias del met158 la respuesta fue mucho más intensa que en el resto del grupo estudiado.
Uno de los objetivos del estudio es identificar las variaciones genéticas que predisponen a las personas a la ansiedad extrema para desarrollar fármacos capaces de eliminar ese riesgo, según Martin Reuter, otro de los investigadores.
Comentario:
Si ya se utilizan medicinas para combatir enfermedades como la depresión, ahora parece que toca el turno a otras como la ansiedad y enfermedades obsesivo-compulsivas, entre otras.
Muchas de estas enfermedades son conocidas como "mal de nuestro tiempo", pero parece que su control está a la vuelta de la esquina.
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