Ofrezco mis servicios.

OFREZCO MIS SERVICIOS:

De comunicólogo, analista político-económico, redactor y traductor del inglés al español.

Interesados, comunicarse al 044-55-39-21-99-91 Lic. Alejandro Flores King.

Amplia experiencia profesional en Medios de Comunicación impresos como GRUPO EDITORIAL EXPANSION, periódico EL FINANCIERO, la revista TEOREMA, AGRO 2000 y PROTOCOLO.






Documento



viernes, 30 de abril de 2010

Niños pepenadores: la infancia entre la basura.

Noticia:


Cuando Javier sea grande quiere ser licenciado y tener su “pantera”, un carro. No quiere que su mamá siga trabajando porque las máquinas que remueven la basura le dan miedo. Javier Miranda tiene seis años y, según su mamá, “no trabaja, nada más viene a jugar, nos acompaña”. Como sea, el niño pasa la mayor parte del tiempo en medio de la basura que inunda los tiraderos de Chimalhuacán.

Hincado, a un lado de su madre, Javier come un dulce y se chupa los dedos negros y despellejados mientras contesta que él sí va a la escuela: “Voy a mi escuela de aquí abajo”. Su maestro Efraín le enseña a leer y jugar. Su madre, mientras separa clavos, tornillos y algunos fierros de la tierra, dice que sólo va martes y jueves pero que le gusta asistir. Y aunque teme a las máquinas, el pequeño de seis años asegura no querer salir del tiradero, porque ahí está con su mamá.

Al igual que Javier, Guillermina [o “Guille”, como le dicen sus amigos], también va a la “escuela de abajo”, aunque en los últimos días ha dejado de asistir porque su mamá está enferma, “le duele la matriz”. Guille dice tener 11 años, pero no está segura porque no tiene acta de nacimiento. Su madre dio a luz en su casa sin ayuda médica, no tiene registro de alumbramiento y por lo tanto no puede obtener su acta. Su hermana, “La Grabriela”, tampoco tiene registro.

Como Javier y Guille, cientos de niños pasan los días en medio de desperdicios que no dejan de llegar, ya sea en camión o en carretas, a los tiraderos de Chimalhuacán, en el estado de México. Los niños están ahí porque luego de clases tienen que ayudar a sus papás, porque no hay quién los cuide o porque de otra manera, no habría comida en casa.

Alín también tiene seis años y cursa el segundo de kínder. Sus padres se dedican a la pepena; le gusta estar en ese lugar porque es donde encuentra juguetes y juega con su hermano Juan David, de apenas cuatro años.

Javier, Guille y Alín son algunos de los muchos niños pepenadores que pasan sus días en medio de desechos. En los tres casos, las familias viven de la recolección y separación de basura. Sin embargo, a los tiraderos también llegan pequeños solos, por iniciativa propia.

Según Sergio El Greñas, la “mano derecha” de uno de los líderes del tiradero, los niños pueden empezar a trabajar desde los 12 años; si son menores, la responsabilidad es de los padres.

Cuando los niños que pasan tantas horas en los tiraderos comienzan a crecer, a los problemas de desnutrición, educación y discriminación se suman la drogadicción, el alcoholismo y los embarazos prematuros. De ahí la necesidad de que los niños asistan a la escuela, porque “si un niño del tiradero llega a terminar la secundaria, es más difícil que regrese a pepenar porque buscan la manera de trabajar en otros lados, su visión es diferente”, aseguró Braulio Pegueros, coordinador de donativos en especie de la fundación Dibujando un Mañana.

En el tiradero, los niños preguntan por “don Bayo”, como conocen a Braulio, que es quien organiza visitas a museos y parques recreativos para ellos.

Desde hace 12 años, Dibujando un Mañana apoya a niños en situaciones críticas y funge como intermediaria entre más organizaciones, para enlazarlas y coordinarlas en un proyecto común. Es el caso del proyecto del Centro Comunitario en Chimalhuacán, donde Fundación San Felipe de Jesús y Comedor Santa María trabajan de manera coordinada para ayudar a los niños pepenadores.

Karla Soberanes, directora de Dibujando un Mañana, señala que el objetivo de este proyecto es crear “un espacio en donde ellos (los niños pepenadores) puedan desarrollar sus capacidades y habilidades, tengan una oportunidad para el futuro a través de la educación”.

Acercamiento y educación

A “la escuela de abajo” asisten cerca de 75 niños de entre dos y 12 años de edad, de los cuales entre 85% y 90% asisten a las clases, pero mantienen un rezago educativo. Dos o tres días a la semana, Héctor y Efraín, sicólogos, llegan a los tiraderos para acercarse a los niños del lugar y comenzar con esta etapa de acercamiento con las familias.

Cada día las actividades están planeadas para que giren en torno a alguna temática, y al final tienen un tiempo de juego libre. Sin embargo, explica Héctor, el problema es lograr que se concentren los niños. “Hay que ‘pepenar’ a los niños. Hay que recorrerlo, explicarle a los papás lo que se va a hacer y luego llevarlos a un punto. Aunque los niños ya saben dónde nos colocamos”.

Luego de que la fundación realizara una investigación con apoyo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), se encontró que los cinco problemas a atender eran: salud, educación, desarrollo de habilidades y competencias, alimentación y documentación

Luego de estos primeros meses de trabajo Héctor, Efraín y el resto del equipo han logrado ganarse la confianza de las familias de pepenadores y que los niños los identifiquen. Lo siguiente es iniciar con actividades dentro del centro, el cual se encuentra en remodelación, para realizar de manera simultánea actividades dentro y fuera del tiradero de basura.

Sin embargo, al tiradero se le acaba el tiempo de vida y ahora el reto, como dijo Héctor, “es independientemente a donde trasladen el tiradero de basura, intentar darle seguimiento a los niños”.

No hay comentarios: