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Ciudades como Juárez o Reynosa resultan estratégicas para los narcotraficantes mexicanos.
Las plazas ubicadas en Chihuahua o Tamaulipas forman parte del corredor principal para el trasiego de drogas que tienen como destino Texas, que es un centro de distribución y almacenamiento de narcóticos. Esta zona se convierte así en el territorio codiciado por los cárteles.
Reportes del Departamento de Justicia de EU titulados Análisis del Mercado de la Droga en el Sur y Oeste de Texas, detallan las razones de por qué Tamaulipas y Chihuahua están marcadas por la violencia y los narcotraficantes mexicanos se disputan su control, ya que les garantiza sendas ganancias el colocar sus remesas de droga en los mercados de consumo estadounidense.
Los análisis elaborados por el Centro de Inteligencia Nacional de Drogas (NDIC), revelan por un lado que El Paso, Texas-Ciudad Juárez, Chihuahua, es una de las principales rutas de tráfico de drogas hacia los mercados de consumo en Estados Unidos, por ello la violencia se ha recrudecido en la zona, ya que los cárteles de Juárez, el Golfo y de los Beltrán Leyva se disputan este territorio con la organización de Joaquín El Chapo Guzmán en una lucha en la que “ninguna de estas organizaciones criminales ha sido capaz de establecer una posición dominante”.
Según analistas del NDIC, la pugna entre cárteles por tener la hegemonía en este territorio ha propiciado que “las organizaciones mexicanas de narcotráfico sean la principal amenaza”.
La mayoría de los estupefacientes que se ofertan en los mercados de consumo de Estados Unidos “pasan a través del corredor Ciudad Juárez/El Paso, que es el área metropolitana más poblada en el oeste de Texas, y se ha convertido en el principal punto de transbordo y centro de distribución de drogas ilícitas”.
Después de que los cargamentos cruzan desde Chihuahua hacia localidades como El Paso, Forbes o Presidio, los estupefacientes son distribuidos en plazas como Dallas, Fort Worth y Houston, Texas.
La clave de los cárteles
Las remesas también son enviadas desde esta zona a plazas como San Francisco, California; Denver, Colorado; Atlanta, Georgia; Miami, Florida; Chicago, Illinois y Nueva York.
El NDIC detalla que la franja fronteriza que une a entidades como Tamaulipas con el sur del territorio texano es clave para los cárteles mexicanos para el transporte, distribución y centro de almacenamiento de grandes cantidades de cocaína, heroína, marihuana y metanfetamina.
Los cárteles de Sinaloa y del Golfo —con sus células de sicarios Los Zetas—, se han asociado con bandas texanas como Mexikanemi, Texas Syndicate y Valluco para controlar esta zona y los mercados de Brownsville, Del Rio, Eagle Pass, Laredo, McAllen, San Antonio y Roma.
Los analistas del NDIC reconocen que “la combinación de grandes extensiones de tierra escasamente pobladas y la extensa actividad económica transfronteriza en los puertos de entrada en esta zona de EU, crea un entorno propicio para el contrabando. A lo largo de áreas de la frontera entre México y el sur de Texas, a través del Río Grande pueden ser vulneradas por contrabandistas a pie o en vehículos”.
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