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En la zona costera de Chile afectada ayer por uno de los peores terremotos de la historia no quedó piedra sobre piedra.
“Tembló y al minuto el mar entró en nuestra casa, nos llegó hasta el cuello. Abracé a mi hija y le dije: resiste”, contó Eloísa Fuenzalida, una habitante de la localidad de Iloca, completamente destruida. “Como pudimos, arrancamos por el fango hacia las montañas. No se sabe cuántos murieron”, agregó la mujer, entre lágrimas. Un hombre llamado Luis Bravo agregó que debieron salir a pie de la zona, pues todos los caminos estaban inutilizados.
“El mar se llevó los autos, las casas, todo, todo”, contó otro auditor anónimo a una radio en Curicó, ciudad ubicada a 120 kilómetros de Iloca.
El terremoto de grado 8.8 en la escala de Richter, uno de los más fuertes de la historia, también desoló esta urbe del sur de Chile. “Estos escombros eran una iglesia, se llamaba El Buen Pastor. Teníamos misa hoy”, agregó la feligresa curicana Nelly Acevedo.
Gran parte del casco histórico de la ciudad de Curicó, una tierra turística y vitivinícola, quedó convertido en escombros; las casas de adobe cayeron sobre las calles y los niños, cubiertos de polvo, miraban hacia todas partes sentados en las cunetas, abrazados a sus peluches, o a sus familiares.
Ante la emergencia, las autoridades decidieron decretar toque de queda para evitar el pillaje y los saqueos.
La falta de agua, los problemas de comunicación y el aislamiento de las zonas costeras hacen temer que la magnitud de la tragedia escale sucesivamente.
“Es una tragedia de proporciones”, dijo ya el ministro de Defensa, Francisco Vidal. Ante ello, la policía recorre las zo nas devastadas donde la gente espera en las calles que alguna solución aparezca.
Pero las montañas de escombros de sus propias casas parecen desmentir esa esperanza. Un bombero cabizbajo camina entre los bloques de adobe. “No puedo hablar, no puedo hablar”, se excusa.
La situación en los pobladas costeros augura un desastre mayor. Las radios locales repiten llamadas de personas buscando familiares y decenas de oyentes confirman la presencia de olas gigantes. Poblados como Constitución, Dichato, Conquecura, Boyeruca y otros perdieron gran parte de sus casas.
Los informes más alarmantes señalan que varias islas frente a las costas del sur chileno fueron sepultadas por las aguas. “Sólo se salvaron los que se subieron a los árboles”, dice un oyente en la ciudad de Talca, totalmente en penumbras.
Cientos de casas inundadas
La situación no era muy diferente en Talcahuano, donde una ola gigante arrastró un barco pesquero hasta la plaza de esa ciudad portuaria, así como varios vehículos, e inundó cientos de casas.
Se desconoce hasta el momento el número de víctimas que dejó la marejada, que tuvo características de tsunami e inundó el centro de Talcahuano. Las olas, según testigos, alcanzaron aquí hasta 2.3 metros de altura por encima de lo ordinario, mientras que en Coquimbo y Valparaíso, rondaban los 1.3 metros. (Con información de EFE)
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