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viernes, 6 de febrero de 2009

Modernizar al INAH a 70 años de su fundación.

Noticia:


El martes pasado, el decreto por el cual el ex-presidente Lázaro Cárdenas creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cumplió 70 de haber entrado en vigor. A la luz de la modernidad, su director actual, el doctor Alfonso de Maria y Campo, habla sobre los puntos más importantes que el Instituto necesita resolver para ir de acuerdo a los tiempos actuales.

- ¿A 70 años de su fundación, el INAH continúa siendo lo misma institución o se ha transformado con el tiempo?
-La principal reflexión que hay que hacer es que México no sería lo que es en cantidad de patrimonio si no existiera el INAH desde hace 70 años. Es un órgano rector capaz de ordenar, proteger y conservar nuestro patrimonio, que como en muchos otros países del mundo que no cuentan con este tipo de institución, habría desaparecido gran parte de nuestro patrimonio. Gracias al INAH, México ha logrado transformar la realidad al conservar lo mejor que tiene para proyectarlo y protegerlo.

Actualmente, pensamos que los sitios arqueológicos que hoy vemos han estado así siempre. En 80 o 90% de los casos, sin el INAH esos sitios no existirían. Además de las ruinas que se pueden visitar, existe investigación ordenada sobre lo que ha acontecido en cada una de las zonas arqueológicas, que permite conocer mejor nuestro pasado y nuestras raíces.

Si bien el INAH se funda en 1939, desde 1910, con los trabajos realizados en Teotihuacan por el arqueólogo Batres, se empezó a tomar conciencia del patrimonio. De alguna manera, como no había tanto desarrollo económico y de construcción, muchas cosas se conservaron porque se mantuvieron enterradas y aisladas. Gracias al INAH México es el quinto país en patrimonio de gran valor, un lugar que comparte con Inglaterra, solamente superado por China (un país continente), Francia, España, e Italia.

- ¿Tiene el INAH el apoyo social, político y económico para la gran responsabilidad de preservar un legado que abarca casi 6 siglos de historia?
-El apoyo económico que ha tenido el INAH ha sido muy desigual. En términos recientes estamos en una muy buena etapa. Comparativamente con otros años, hoy el INAH cuenta con presupuestos que le permiten hacer un buen trabajo. Otra etapa anterior buena fue quizá la de las décadas de los 80 y 90. Pero realmente no ha sido un esfuerzo sostenido el de los gobiernos y de los presupuestos que se reciben del Congreso. Esto sí tiene un efecto cualitativo muy marcado en el avance o retroceso de los proyectos de la Institución, porque las tareas de conservación necesitan continuidad.

De cara al bicentenario, estamos haciendo un esfuerzo enorme de mejorar la infraestructura cultural de los 10 museos de primero orden de la ruta de la Independencia. La historia que cuentan en sus vitrinas es una información que no se ha ido actualizada, no por falta de investigación, sino por falta de difusión del patrimonio de los museos.

El INAH tiene la fuerza moral y técnica para evitar que se dañe el patrimonio. Hoy en día, las zonas arqueológicas son, en algunas regiones, verdaderos oasis de la naturaleza, donde en los alrededores ha habido un ecocidio, por ejemplo en Chiapas, Campeche y Quintana Roo, que hay espacios dedicados a la ganadería en tierras que eran selvas bajas. Si tuvieras una vista aérea, verías que lo que se conserva del ecosistema son los polígonos de las zonas arqueológicas, que conservan la flora y fauna original de los lugares.

Todavía hay oportunidad de, en aras de la naturaleza y de nuestras raíces, proteger ciertos lugares que afortunadamente no han sido objeto de desarrollo para que no se mercantilicen y sean dedicados al atesoramiento de cultura y naturaleza.

- ¿Son suficientes las herramientas con que cuenta el INAH para operar o es necesario replantear y modificar el Instituto?
-Creo que las reglas funcionan. Hay debates muy profundos al interior del INAH, válidos y pertinentes, respecto a la relación del patrimonio con el turismo y el entorno social. La discusión es qué es pertinente hacer y qué no es viable. Se pasa por alto que en la construcción de la ley del INAH, si bien no se habla del turismo, sí se habla de investigación, preservación y difusión del patrimonio.

Esto último, implica el desarrollo de todos los bienes. Si se lee con cuidado la discusión de la Cámara de Diputados y todo lo que se estableció en los prolegómenos de la ley, los legisladores opinan desde la época de Lázaro Cárdenas, tan temprano como el año de la fundación del INAH, que es necesario desarrollar el turismo como factor importante. No lo dice la ley en sí, pero sí lo dice la discusión previa y la iniciativa, que está plagada de alusiones al tema. Fomentar el turismo está en el espíritu original de la ley. Sin embargo, al interior del INAH, hay corrientes, no unánimes, que sostiene que no debe ser así. Hay que aclarar que el patrimonio no debe supeditarse al turismo nunca, pero sí debe ser utilizado como palanca para el desarrollo social.

La ley tiene algunas limitaciones. Yo he sido de la idea de no cambiar la ley, porque actualmente, con los procesos legislativos de hoy en día, es difícil saber qué va a pasar si esto se somete a discusión. Más bien, habrá que hacer reformas que mejoren la capacidad del INAH de aplicar la ley en algunos casos en que no hay defensa cuando los particulares se amparan.

- ¿Por qué no hubo diálogo con la comunidad del INAH dio antes de echar a andar el polémico proyecto de Resplandor teotihuacano?
-Porque no hay mecanismos suficientes. Otro de los grandes proyectos de los 70 años del INAH, es la creación de su reglamento. El INAH carece desde su fundación de uno. Ha habido intentos importantes para reglamentar los cuerpos colegiados que existen en el INAH, que son los puntos de discusión. Actualmente, el INAH carece de organismos derivados de un reglamento que puedan consensar puntos de vista como éste. En el pasado no se pudo, porque hay una historia gremial del INAH que dice que es el gremio quien debe discutir, pero estamos frente a un órgano del poder ejecutivo.

El INAH es al mismo tiempo institución académica con escuelas y cientos de investigadores; técnica en cuanto a que protege el patrimonio; normativa porque que aplica la ley en todo el país, y sobre todo, OPERATIVA DE SERVICIOS AL PÚBLICO. Estas funciones, es raro que coexistan en una sola institución.

El INAH sólo cuenta con tres consejos de especialidad, que tienen carácter de apoyo y asesoría al director, pero no vinculante: el Consejo de Arqueología, el Consejo Externo de Monumentos y el Consejo de Preservación. Pero lo que hay que hacer es que estos consejos tengan vínculo con la legalidad, es decir, que su trabajo se perciba como discusión de la autoridad. Si no hay marco legal o grupo colegiado para discutir un asunto, es una cena de negros, porque no se puede llegar a una conclusión.

Se necesita un grupo colegiado que diga si las decisiones son viables o no, si se hace daño o no. A lo mejor se pudría discutir en un Consejo General que establezca la ley, pero no existe hoy por hoy. No ha habido ninguna administración ni director que haya llevado a feliz término la construcción de un reglamento que permita esa convivencia y discusión, y que no todo sea una lucha entre autoridades, gremios y sindicatos.

Debe haber un reglamento donde exista una mayor democratización y discusión al interior de todas las decisiones trascendentes que toma el Instituto. En la actualidad, el único que tiene autoridad es el Consejo de Arqueología. Y ningún director y yo no seré la excepción, le ha llevado la contra al Consejo. El problema es que la decisión del Consejo no es aceptada por una parte del gremio.

Pero ese Consejo, insisto, no deriva de un reglamento, deriva de una división administrativa. Lo que se necesita es crear un reglamento que instale un Consejo General, para discutir y votar técnicamente, no democráticamente.

- ¿Existe la posibilidad de repensar el INAH para operar mejor?
-Sí, pero habrá que partir del reglamento. Cuando la ley tenga un reglamento, se puede repensar la institución. Hacerlo fuera de la ley y sin reglamento es complicado. Sería remar contra contra corriente.

Comentario:

Son muchas las vertientes que debe tomar en cuenta el INAH: Turismo, patrimonio cultural, cuidado ambiental, etcétera. No descartar ninguna.

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