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viernes, 4 de junio de 2010

Madres denuncian discriminación a niños con Síndrome de Down

Noticia:


“Luis Rogelio y Sebastián, dos niños de cuatro años, ambos con Síndrome de Down, han sido discriminados del Colegio Excelencia Educativa St. Michel Aprendizaje Activo S.C”, comentan a KIOSCO Guadalupe Ocaña Flores y Karla Liliana García Atanacio, sus respectivas madres. Ambas se han visto en la necesidad de retirar a sus hijos de dicha escuela por actos que vulneraban la integridad de sus menores.

Guadalupe Ocaña Flores, madre de Luis Rogelio, ya interpuso quejas firmadas y selladas por la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación, CONAPRED; en la SEP; en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y ahora le interesa dar su testimonio para que otros padres tengan consciencia en manos de quién está la educación de sus hijos y sepan a qué tiene derecho todo padre que tienen un hijo con Síndrome de Down ante las escuelas privadas.

“Levanté las quejas para que se investigue las violaciones a los derechos de mi hijo menor, cometidas por el personal directivo y docente de dicha escuela, quienes han manipulado la información relativa a su aprovechamiento, además de atribuirle de manera constante y reiterada conductas que supuestamente realiza y que me consta no efectúa. He acudido en distintos días y horas para supervisar las clases de mi hijo sin que su comportamiento sea como el que los profesores le pretenden atribuir. Los actos de discriminación y calumnia hacia Luis Rogelio han llegado a tal grado que ya no lo llevo al colegio en el que estuvo dos años”, comenta Ocaña Flores.

“La terapeuta de Luis efectuaba visitas trimestrales a dicha institución y fue durante una de sus supervisiones cuando reportó que no estaba siendo atendido en relación al control de esfínteres. Pedí una cita con la directora para hablar del tema y entonces me sugirió que le buscara otra escuela a mi hijo, pues además dijo que Luis Rogelio escupía y se subía a las mesas”, cuenta la madre.

“Mi hijo no sabe escupir”

La señora asegura que tanto a la terapeuta particular del niño como a ella les consta que Luis Rogelio no escupe y que no es agresivo, “además, no lo estaban entrenando en el control de esfínteres, es decir que no lo llevaban al baño, y cuando pedí una cita con Leticia Díaz Maya, la propietaria de la escuela, el argumento fue que la habían operado de una muela y que no podía hablar y que sería prácticamente imposible que mi hijo avanzara al siguiente ciclo escolar sin controlar esfínteres”, comenta Ocaña Flores.

Según la directora, Leticia Salcedo, los padres de los compañeros de clase del pequeño, argumentaron que sus hijos estaban escupiendo porque Luis Rogelio los había enseñado. Así, dice, “nuestra vida como familia se tronó infernal”.

Como consecuencia de lo anterior, Guadalupe tuvo que renunciar a su trabajo para atender a su hijo.

“Y luego vino la gota que derramó el vaso… recibí un reporte de la escuela, donde decía que la asistente estaba leyendo un cuento y que mi hijo la mordió en la espalda. Sé que Luis Rogelio sólo reacciona cuando recibe una agresión. Pedí que se instalara una cámara para registrar ese ‘supuesto’ comportamiento de mi hijo. Se negaron. Procuré a la supervisora de la zona, Norma Alicia Balderas, y por otros medios supe que la maestra de mi hijo, Liliana Torres Campos, no era maestra titulada. Esa fue la ‘maestra’ de mi hijo durante dos años”.

En esa escuela, dice, contratan a “personal docente” que no está titulado. “Estoy pidiendo que me devuelvan la inscripción y mensualidades de agosto de 2009 a la fecha, pues no fui yo quien decidió sacarlo de la escuela, sino que fue la institución quien me dijo ‘llévatelo’, prácticamente ya no lo queremos…”

El niño tiene derecho a la educación

Karla Liliana García Atanacio supo a través de Katia Granja, terapeuta particular de su hijo, que Sebastián hacía tiempo no recibía clases de inglés, debido a que la profesora no podía mantener el control del menor, argumentando que “es demasiado inquieto y tiende a arrojar todo el material de trabajo”.

A Karla, madre de Sebastián, no se le informó de esta situación y tampoco se le notificó la decisión tomada de expulsar a su hijo de las clases de inglés. Además no se permitió que la asistente entrara a clases para apoyar a Sebastián.

El apartado Promoción del reglamento del Colegio indica que “cuando se detecte un problema emocional y/o de aprendizaje que no pueda resolverse al interior del Colegio se solicitará apoyo profesional (sicológico y/o pedagógico). De acuerdo con la evaluación profesional el Colegio decidirá la permanencia del alumno en el mismo”.

Pero en dicho acuerdo no se manifiesta la expulsión de clases por no poder mantener el control del menor, argumenta García Atanacio.

“Al momento de la inscripción al ciclo 2010 comunico que Sebastián tiene Síndrome de Down; estaba en estudios debido a un problema de conducta y me dijeron que no había problema. Se llegó al acuerdo de que la escuela se comprometía a incorporarlo a la clase de inglés, además de tomar el curso de Sensibilización para Prevenir la Discriminación, de CONAPRED, pero esto no será sino hasta septiembre”, dice.

Respuesta de las autoridades

Karla García exige la entrega de las colegiaturas de tres meses, que corresponden al tiempo que Sebastián no recibió inglés, pues cabe anotar “que por actos de discriminación me vi en la necesidad de sacar al niño del colegio y presentar la reclamación ante CONAPRED, PROFECO y en el buzón de la SEP”. Sólo CONAPRED respondió de forma oportuna a la solicitud de apoyo, y también se espera respuesta favorable de la SEP.

Ante PROFECO, el colegio argumentó que “cumplió de manera puntual con el servicio que le fue contratado, en cada uno de los puntos que el contrato así lo señala, puesto que en ningún momento al niño se le excluyó, ni se le sacó del Colegio y estuvo al cuidado de las maestras con las clases que le habían programado”.

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