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El temor se ha apoderado de este pueblo fronterizo de mil 700 habitantes, a 80 kilómetros al norte de Ciudad Juárez, epicentro de los episodios de violencia relacionada con el narcotráfico que conmocionan a México.
Muchas familias mexicanas se instalan aquí o envían a sus hijos para escapar a la violencia, y tanto las autoridades como los residentes dicen que los pandilleros se vinieron detrás de ellos para aplicarles sutiles tácticas de intimidación. El mensaje es: “Sabemos que estás aquí”.
En las escuelas de Fort Hancock y otros pueblos texanos, ya es una rutina asesorar a los estudiantes sobre cuestiones de seguridad y ayudar a niños que han perdido a sus padres.
“Tengo amigos cuyos padres han sido asesinados”, comentó Israel Morales, de la secundaria Fort Hancock High School. “Te abrazan y se ponen a llorar. Es algo muy traumático”.
Agregó que ya no se siente a salvo en la escuela.
“Trato de mantener la calma, pero todo esto me asusta mucho”, aseguró Morales.
Aumenta el temor
No se ha disparado un solo tiro en Fort Hancock, ni nadie ha desaparecido. Sin embargo, a medida que aumenta la violencia en Ciudad Juárez y sus alrededores, los residentes de los pueblos texanos de la frontera temen que pronto llegue a esta zona.
“Ha habido episodios en los que un autobús escolar es seguido y amenazas a estudiantes y a personal de la escuela”, manifestó el alguacil del condado de Hudspeth, teniente Robert Wilson. “Hicieron que nos pongamos en estado de alerta”.
El mes pasado tres individuos misteriosos se aparecieron en el gimnasio de la Fort Hancock High School durante un partido de básquetbol y se pensó que los cárteles estaban tratando de hacer llegar un mensaje.
María Aguilar, madre de un estudiante, dice que todo el mundo cayó presa del pánico y que la situación se calmó solo cuando los desconocidos se fueron.
“Se paseaban y se reían”, recuerda Aguilar. “Probablemente estaban pensando; mira el miedo que nos tienen”.
Wilson relató que hace algunas semanas un vehículo sospechoso siguió a un autobús repleto de alumnos. Circularon versiones de que eran miembros de algún cártel, pero eso nunca fue comprobado. Al repetirse incidentes similares, la policía comenzó a escoltar los autobuses.
“No sabemos si querían averiguar dónde se bajaba alguien o qué”, expresó Wilson. “No sabemos qué buscaban.
“Pero el hecho de que comenzasen a circular rumores y a cundir el miedo fue suficiente para que la policía interviniese”.
Las escuelas han instalado cámaras y contratado guardias de seguridad armados.
Localidad de gente humilde
Fort Hancock es una localidad de gente humilde y viviendas desvencijadas. Los padres de los estudiantes generalmente trabajan como peones en las plantaciones de alfalfa y algodón, pero la mayoría son desempleados.
Aguilar comentó que su hija, quien cursa el cuarto grado, y sus amigos hablan de “quien fue asesinado en México este fin de semana” y una vez preguntó si la madre de una compañera podría ser la siguiente víctima.
Un estudiante de la Fort Hancock High que fue arrestado por la policía por vagabundear declaró ante un juez que tenía miedo de ir a clases luego de ver un asesinato en México.
La policía dijo que la madre y el abuelo habían sido torturados con picahielos en El Porvenir, localidad del otro lado del río Bravo, frente a Fort Hancock. Ambos se encuentan en estado grave en un hospital de El Paso.
El chico regresó a la escuela.
Los funcionarios escolares dicen que decenas de estudiantes tienen parientes que han sido asesinados o torturados.
“Muchas veces la familia está involucrada”, expresó Modesta Morales, la madre de Israel.
“A veces matan a alguien porque quieren llegar a otra persona. Si no la encuentran, van en busca de sus hermanos, sus hermanas, sus sobrinos, sus padres, quien sea que encuentren para hacer que aparezca esa persona”.
En la vecina localidad de Fabens, una escuela tiene carteles en los que se alerta que cierta persona es buscada por cuatro asesinatos en Ciudad Juárez.
Es el padre de dos chicos que van a la escuela allí.
Paul Vranish, superintendente del distrito escolar de Tornillo, en las afueras de El Paso, calcula que 10% de los 300 estudiantes han perdido algún pariente cercano a raíz de la violencia del narcotráfico en México.
Un estudiante de esa escuela fue abatido a tiros hace poco tiempo mientras corría hacia la frontera, indicó Vranish.
Los chicos se acostumbran tanto a las tragedias que ya dejan de asombrarse por ello.
“Es como en Irak. Es parte del paisaje”, dijo Vranish. “No es que no tengan sentimientos. Si no que, como todo soldado, hay que desarrollar defensas de todo tipo para seguir funcionando”.
Las autoridades estadounidenses dicen que ha habido un aumento en las solicitudes de asilo en el puesto fronterizo de Fort Hancock y que las escuelas de la zona reciben más estudiantes que de costumbre.
En marzo, por ejemplo, siete niños nuevos se registraron en una semana. En tiempos normales, debe pasar un año o dos para recibir tantos niños nuevos.
Las escuelas de Texas admiten a los estudiantes al margen de su situación migratoria.
“Ellos mismos nos dicen que van a venir más”, expresó el agente policial del condado de Hudspeth, J.R. Sierra.
“Les dicen que, o se van, o sufren las consecuencias”, dijo.
Muertes violentas
La violencia del narcotráfico ha causado 17 mil 900 muertes desde que el presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los cárteles a fines de 2006.
Si bien no han ocurrido episodios relacionados con el narcotráfico en escuelas de EU, Modesta Morales dice que la violencia ya ha llegado.
“A veces te sientes indefensa. Hay niños que vieron cómo sus padres recibián un tiro en la cabeza. ¿Qué le dices a un chico de 10 años que ve eso?”, dijo. (AP)
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