Ofrezco mis servicios.

OFREZCO MIS SERVICIOS:

De comunicólogo, analista político-económico, redactor y traductor del inglés al español.

Interesados, comunicarse al 044-55-39-21-99-91 Lic. Alejandro Flores King.

Amplia experiencia profesional en Medios de Comunicación impresos como GRUPO EDITORIAL EXPANSION, periódico EL FINANCIERO, la revista TEOREMA, AGRO 2000 y PROTOCOLO.






Documento



miércoles, 9 de septiembre de 2009

Pescadores naufragan en riqueza del mar.

Reportaje:

El Universal de México.


En el delta del río Balsas, en Lázaro Cárdenas, Michoacán, la actividad pesquera no tiene descanso. Las pequeñas lanchas salen “en la noche, la tarde o la mañana. A toda hora, sólo así sale para comer”, dice Ramiro Sánchez, quien vive en una casa improvisada con maderas y láminas, al igual que sus vecinos, también pescadores y habitantes de esta zona conocida como “la ribera del río”, una de las áreas más pobres del municipio michoacano que mira hacia el Pacífico.

Ramiro Sánchez gana en promedio cerca de 600 pesos a la semana. Él, como sus compañeros y la mayoría de los pescadores de México dan rostro a una paradoja: el país que tiene 11 mil 122 kilómetros de litorales y que es bañado por las aguas del océano Pacífico, del golfo de México y del mar Caribe no ha conseguido hacer de la pesca una actividad que empuje el desarrollo económico nacional.

Riqueza y pobreza

México es privilegiado si se habla de recursos pesqueros. Además de la gran extensión de los litorales, tiene una zona económica exclusiva, o mar patrimonial, de 3 millones 149 mil 920 kilómetros cuadrados. Para tener una idea de lo que esto significa hay que pensar que representa 60% más que el territorio continental.

Además, cuenta con 12 mil 500 kilómetros cuadrados de lagunas costeras y esteros, así como 6 mil 500 kilómetros cuadrados de aguas interiores, como lagos, lagunas, represas y ríos.

Esa riqueza hídrica ha permitido que México se coloque entre los primeros 20 países con mayores aportaciones a la captura total de peces. Sin embargo, en los últimos años ha descendido en esta lista de 160 naciones pesqueras. Si en 1980 ocupaba el lugar 13, ahora está en el sitio 16, al producir cerca de 1.5% del volumen total de peces del planeta.

Estar entre los primeros países pesqueros no ha sido sinónimo de desarrollo social para quienes viven de los recursos marinos.

En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Pesca, 300 mil personas dependen de esta actividad de manera directa, 200 mil de ellos son pescadores artesanales y una gran parte de este sector vive en la pobreza, alerta la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Según el Estudio Social de la Pesca en México, realizado por la FAO, el nivel de bienestar de las comunidades artesanales está por debajo del promedio nacional, ya que la mitad de los pescadores artesanales sobrevive con 500 pesos a la semana, sobre todo en entidades como Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Nayarit.

Este estudio también resalta que en las comunidades pesqueras, 24.1% de la población ocupa una vivienda sin agua entubada; cuando el promedio nacional es de 11%.

Investigadores dedicados al estudio del sector pesquero coinciden: la riqueza marina de México se ha desaprovechado.

“En el país ha existido una falta de visión y planeación política para aprovechar, en forma sustentable, la riqueza marina que se tiene”, destaca Óscar Sosa, del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (Cicese) y presidente electo de la Sociedad Mexicana de Pesquerías.

Desorden en la costa

A partir de la década de los 50, el gobierno federal impulsó lo que algunos investigadores llaman “la marcha al mar”, es decir, alentaron la migración hacia las zonas costeras. “Se integró un sector pesquero que no se planificó”, explica el investigador.

Esta falta de planeación, coinciden especialistas, se refleja en que la flota pesquera del país creció sin control. De acuerdo con la FAO, México tenía 32 mil 150 embarcaciones en la década de los 80; para 1997 el número creció a 80 mil. En la actualidad hay poco más de 102 mil, de los cuales 97% son artesanales, es decir, pequeñas lanchas o pangas.

Desde la década de los 70, diversos estudios indicaban que para una pesca óptima, que permitiera tener beneficios económicos, se tenía que regular el número de embarcaciones.

Daniel Lluch Cota, del Centro de Investigación Biológica del Noroeste, explica que en el caso de la captura del camarón, por ejemplo, los estudios señalan que sólo se requieren de 500 a 600 embarcaciones en el Pacífico. “Pero hay mil 500. Por ello, la pesca no es rentable”.

En 1988, la FAO y el Banco Mundial recomendaron a México disminuir entre 29% y 49% la flota camaronera del Pacífico y entre 50% y 60% la del golfo de México.

El Estudio Social de la Pesca en México, realizado por la FAO, identifica que entre los principales problemas de los pescadores artesanales del país están el aumento en el precio del combustible, el decrecimiento de capturas, los bajos precios de los productos, el exceso de barcos, la captura excesiva de organismos juveniles y las vedas no respetadas.

Una muestra de cómo el sector pesquero se ha dejado a la deriva es la falta de planes de manejo para las diferentes pesquerías, los cuales comenzaron a diseñarse a partir de 2007, con la entrada en vigor de una nueva ley pesquera.

Los planes, explica el director del Instituto Nacional de Pesca, Miguel Ángel Cisneros Mata, son “reglas de convivencia para lograr una pesca sustentable”. Hasta el momento, el país sólo tiene los planes de manejo para especies como atún del Pacífico, langosta del Caribe, camarón del Pacífico y otras pesquerías, como la del tiburón, “pero éste hay que ajustarlo”. Faltan planes para abulón, camarón rosado y otras especies que están sobreexplotadas.

Además, se calcula que entre 15% y 20% de la pesca en México es ilegal, “pero parte de esta pesca también puede ser resultado de una necesidad imperiosa de trabajo y alimentación”, reconoce Cisneros Mata.

Recursos mal utilizados

Desde la década de los 80, las capturas pesqueras nacionales oscilan en alrededor de 1.2 millones de toneladas. Y pese a que estudios científicos han identificado que en el país se pueden aprovechar hasta mil especies, la pesca nacional sólo se concentra en unas cuantas.

Del total de las capturas, 40% se centran en los pelágicos menores, como la sardina, anchoveta, macarela y otros, de los cuales se capta medio millón de toneladas al año, según datos del Instituto Nacional de Pesca.

Felipe Amezcua Martínez, secretario de la Sociedad Mexicana de Pesquerías e investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, pone un ejemplo de cómo se desperdician en México los recursos pesqueros. En la pesca de camarón, dice, hay mucha fauna de acompañamiento. “Si un buque saca una tonelada de camarón trae, además, entre 15 y 20 toneladas de pescado, pero sólo se aprovecha aproximadamente 5%, que son las especies que tienen un valor comercial. El otro 95% se tira al mar. Son peces que ni siquiera regresan a su hábitat, porque la mayoría se regresa sin vida”.

Por la extensión de litoral que tiene el país, México debería ser un país pesquero, señala el investigador de la UNAM. El problema, precisa, es que no se ha diversificado la pesca.

Además, 80% de las pesquerías están en su máximo de rendimiento sostenible, 10 % ya están sobreexplotadas y sólo 10% tiene potencial de desarrollo, asegura Cisneros Mata.

Entre las especies que están siendo sobreexplotadas destacan el camarón blanco del Pacífico, el camarón rosado del golfo de México, el erizo marino de Baja California y diversos tipos de tiburón costero. Los especialistas también mencionan a las cabrillas de profundidad, el pepino de mar y la almeja del río Colorado. Hay otras que en un futuro cercano podrían susmarse a esta lista, por no existir una planeación sustentable para su captura.

El investigador Octavio Aburto Oropeza señala que una de ellas podría ser la curvina golfina. “Si esta especie no se maneja adecuadamente va a tener el mismo destino que la totoaba”, alerta. En la década de los 50 y 60, la totoaba se pescó con singular alegría en las costas de Baja California, hasta que su población disminuyó al borde de la extinción. En 1975, se decretó su veda permanente.

Los investigadores señalan que en varias regiones del país la sobrepesca está alterando la cadena trófica del mar. El investigador Felipe Amezcua Martínez cita un estudio realizado en Santa María la Reforma, en Sinaloa, el cual detectó que ya no es fácil encontrar grandes depredadores como el tiburón. “Hay un desbalance en el sistema. Las especies comerciales están disminuyendo y eso tiene afectaciones económicas”.

Desdén por los recursos del mar

El menosprecio hacia el sector pesquero, mencionan los especialistas, se refleja en que no existe una secretaría dedicada al sector ni tampoco presupuesto suficiente para realizar labores de inspección e investigación.

El especialista Óscar Sosa señala que es primordial desarrollar una infraestructura pesquera que permita asegurar que, al sacar un pez, éste será de la mejor calidad, para poder venderlo al mejor precio en el mercado. Para ello, dice, se requiere de inversión en tecnología pesquera. En ello coincide el director del Instituto Nacional de Pesca, Miguel Ángel Cisneros Mata, quien resalta que el país está muy lejos de tener una inversión suficiente en pesca y acuicultura.

“Hemos maximizado las capturas, ahora lo que tenemos que hacer es maximizar el valor de estas capturas. Hay que darle valor agregado a los productos, tecnificar las zonas de captura para que el producto que el pescador desembarca llegue fresco al consumidor, en el menor tiempo posible”.

Por otra parte, los recursos para la investigación pesquera son mínimos. Tan sólo el presupuesto del Instituto Nacional de Pesca es de 240 millones de pesos para 2009, una cifra que está muy lejos de alcanzar los 3 mil 633 millones de pesos que se destinó para las actividades de todos los partidos políticos durante este año.

Además, el país no tiene más de 10 buques oceanográficos, cuando la comunidad europea tiene cerca de 40, refieren.

Un plan pesquero sustentable

Para el director del Instituto Nacional de Pesca, este sector debe regirse por una política que contemple lo que varios investigadores han bautizado como “las tres E”: equidad social, ecología y economía. “Las pesquerías tienen que brindar un desarrollo social a los pescadores, tienen que cuidar el medio ambiente y tienen que ser negocio”.

Si México no cambia la forma en que explota los recursos pesqueros, menciona Felipe Amezcua Martínez, el mercado se seguirá reduciendo. Países como Estados Unidos y otros en Europa impulsan la certificación ecológica de varias especies pesqueras. “Cada vez más consumidores están comprando aquellas especies en cuya captura se utilizaron métodos amigables con el ambiente. Si México no se pone las pilas en eso se va a reducir aún más el mercado”, advierte.

Octavio Aburto Oropeza, investigador del Instituto de Oceanografía Scripps, localizado en California, Estados Unidos, señala que el país requiere de una política pesquera que también tome en cuenta la conservación de especies y no sólo su extracción.

“También se pueden aprovechar las especies y generar recursos para una comunidad, sin necesidad de extraerlas. Por ejemplo, un kilo de cabrilla tiene un costo en el mercado de 20 pesos, en promedio; mientras que una expedición de buceo para observar esos peces puede generar ganancias de 100 dólares”, explica el experto.

Red de “áreas de repoblamiento”

Aburto Oropeza, junto con otros investigadores, propuso desde 2002 integrar un programa de conservación de zonas marítimas. Este proyecto consiste en crear una red de “áreas de repoblamiento” en la región del golfo de California.

“A nivel mundial se ha demostrado que si eliminas la actividad extractiva en una zona, esa área se puede recuperar. Cuando eso sucede, estas regiones marinas empiezan a tener diversos efectos benéficos. Por ejemplo, comienzan a exportar peces a otras regiones no protegidas”. Su propuesta ha sido retomada por diversas organizaciones e, incluso, es analizada por instancias gubernamentales.

“Los impactos ambientales que hemos hecho al océano afecta los lugares de crianza de los peces”, manifiesta Óscar Sosa.

Aburto señala que ante la falta de una política pesquera sustentable es lógico que cada vez exista menos pesca o que se pesquen especies más pequeñas y, por lo mismo, que las ganancias sean menores. “Como país nos estamos haciendo harikiri”.

La precaria situación económica y social que viven diversas regiones costeras del país, así como los daños al medio ambiente, no son los únicos motivos por los que, de acuerdo con los investigadores, es necesario realizar acciones urgentes para tener un sector pesquero sano.

Calentamiento global

Los efectos del cambio climático, resalta Daniel Lluch, investigador del Centro de Investigación Biológica del Noroeste, serán mayores ante un sector pesquero tan vulnerable como el que ahora tiene el país. “Lo que necesitamos, con cambio climático o sin él, es una industria pesquera más moderna y competitiva. Porque el mar es un gran recurso y no lo estamos aprovechando”.

Las consecuencias de ello lo viven, todos los días, pescadores como Ramiro Sánchez y sus compañeros en Lázaro Cárdenas, Michoacán.

No hay comentarios: