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El denominado cerebro de la banda de los bárbaros apareció ayer en la primera sesión del juicio sonriendo, con barba de chivo y el cráneo rapado. Se sentó en el habitáculo blindado y cuando el juez le preguntó su fecha y lugar de nacimiento, este hombre de 28 años respondió: "El 13 de febrero de 2006, en Sainte-Geneviève-des-Bois". Ese día, en esa localidad de la periferia parisiense apareció, tirado en una vía, el cuerpo agonizante, torturado, quemado y maniatado de Ilan Halimi, que llevaba 24 días secuestrado. Murió camino al hospital. Youssouf Fofana, el líder de la banda, acusado no sólo de idear el secuestro, sino de apuñalar a Halimi antes de arrojarlo a la vía, decidía ayer desafiar al tribunal sin dejar de sonreír. Antes había gritado, señalando al cielo: "Alá es grande". Como nombre y apellido, Fofana tampoco dio los suyos: "Ejército árabe bárbaro salafista africano".
En la misma sala del juicio, sentada enfrente, la madre de Halimi guardaba silencio.
Fofana se enfrenta a la petición del fiscal de cadena perpetua por asesinato y secuestro con tintes antisemitas (Halimi era judío). "Los judíos se cubren entre ellos y pagarán el rescate", había asegurado a sus cómplices para justificar la operación. Fofana está defendido por Emmanuel Ludot, el único abogado francés de Sadam Hussein, y por Isabelle Coutant-Peyre, casada con el terrorista venezolano Carlos.
Además del líder, serán juzgados por secuestro y colaboración 23 jóvenes, muchos de ellos menores de edad en 2006. De ahí que el juicio, que durará hasta junio, se celebre a puerta cerrada, a pesar de la familia de la víctima, que ha pedido que se desarrolle a la vista de todos. De cualquier forma, el relato de los últimos 24 días de la vida de Halimi es una manera de definir el infierno.
Un miércoles de enero, una chica guapa entró en la tienda de teléfonos móviles donde trabajaba Halimi de dependiente. La chica coqueteó con él, le pidió intercambiar los teléfonos. Cuando le llamó al día siguiente para quedar el viernes, Halimi accedió. En realidad, la chica, una adolescente inestable y con tendencias suicidas perteneciente a la banda de Fofana, actuaba de cebo y condujo a la víctima a un parque. Allí, el cerebro de los bárbaros y otros tres miembros de la banda lo redujeron, le ataron las manos y los pies y le vendaron toda la cara, excepto la nariz, con cinta aislante. "Chillaba con voz de niña", relató la chica mucho después.
Le encerraron en un piso en Bagneux (Hauts-de-Seine), también en la periferia parisiense, la localidad donde vivían Fofana y su banda. Le dieron de comer con una pajita después de cortar con unas tijeras en la cinta aislante a la altura de la boca. Fofana, que aunque nació en París es originario de Costa de Marfil, se marchó a Abiyán para negociar a distancia el rescate. Pidió 450.000 euros convencido de que los judíos accederían.
Desde el primer momento la policía se negó a pagar, pero fue incapaz de encontrar ni a los secuestradores ni a la víctima, a pesar de que una vez varios agentes estuvieron preguntando a un centenar de metros del escondite. La madre ha criticado la manera errática de llevar la investigación.
A la semana, los bárbaros de Fofana cambiaron a Halimi de emplazamiento. Del piso fue trasladado a un sótano sucio y frío con cuatro grados de temperatura. Permaneció ahí atado día y noche, encima de un edredón. Tenía que orinar en una botella. No todos los días comía. Los carceleros comenzaron a ensañarse con él, en parte porque Fofana se lo pedía por teléfono para presionar a los padres a base de fotografías espeluznantes, en parte porque empezaban a estar hartos de la situación. Le quemaron cigarros en la piel. Le golpearon muchos días con el mango de una escoba. Una noche, uno de sus captores le apagó la colilla de un porro en la frente.
Fofana, temiendo que al final dieran con él, decidió acabar con la situación a los 24 días. Volvió de Costa de Marfil. Ordenó a su banda que cortaran el pelo del secuestrado, que le volvieran a recubrir la cara de cinta aislante. Después le metió en el maletero de un coche robado, se lo llevó a un bosque, le acuchilló el cuello varias veces, le roció con alcohol de quemar que prendió luego con un mechero y le arrojó, agonizante, a la vía de un tren. En Sainte-Geniviève-des-Bois (Essonne), el 24 de febrero de 2006. El lugar y la fecha que Fofana dio ayer al juez cuando éste le preguntó dónde y cuándo había nacido.
Comentario:
El fanatismo.
Coronavirus, la amenaza esta ahí afuera
Hace 4 años
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