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jueves, 12 de marzo de 2009

La crisis reactiva la pugna entre Argentina y Brasil.

Noticia:


Es el derby suramericano. Cada año o cada dos se enfrentan por la Copa América o las eliminatorias del Mundial. Cada año o cada dos discuten en el campo comercial. Ante la crisis mundial y el regreso del proteccionismo como respuesta a la caída del empleo, ha vuelto la tensión entre Brasil y Argentina por las barreras que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha impuesto a centenares de productos de la tierra de Luiz Inácio Lula da Silva.

Los presidentes de ambos países sostienen una cultivada alianza política dentro de Mercosur, pero no pueden evitar los reiterados conflictos comerciales. La dinámica parece la misma de los últimos años: los industriales albicelestes piden a su Gobierno protección ante el gigante manufacturero brasileño, los Kirchner los resguardan, los empresarios verdeamarelos se quejan, pero Lula no les hace mucho caso, porque considera que el socio mayor del bloque suramericano debe ceder si quiere fortalecer la relación bilateral.

Pero no es lo mismo para Brasil admitir barreras en tiempos de fuerte crecimiento que en la actual coyuntura de estancamiento en Mercosur y recesión en los países desarrollados. Y no es lo mismo para Argentina resignarse al déficit comercial con su principal socio en los últimos seis años de expansión que en este 2009 en que las exportaciones entre ambos países vienen cayendo más del 40%, en comparación con el primer bimestre de 2008.

A principios de octubre pasado, cuando Wall Street crujía y el fantasma de la crisis comenzaba a asomar, Fernández reaccionó con la receta proteccionista, la misma a la que en los últimos meses han recurrido Estados Unidos y otras potencias: impuso licencias no automáticas (que se retrasan hasta 60 días) contra la importación de 1.200 mercancías, sobre todo con la mira en los productos que China ya no iba a poder vender en el mercado estadounidense y que intentaría liquidar en otras economías que aún crecían. A fines de octubre, en la cumbre del G20, Fernández, Lula y los demás líderes reunidos en Washington prometían que no iban a recurrir al proteccionismo como paliativo para la crisis. Fueron palabras incumplidas por muchos de ellos.

Barreras y represalias

En enero, Argentina elevó los precios mínimos de importación de 800 productos. El ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Miguel Jorge, impuso al 60% de las importaciones licencias automáticas (que retrasan el ingreso 10 días), pero, por la presión de Argentina y los demás socios de Mercosur (Uruguay y Paraguay), Lula ordenó de inmediato levantar las restricciones. No por nada esta semana el director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, dijo que el presidente brasileño merecía un "premio" por su resistencia a adoptar medidas proteccionistas ante la crisis global. Pero Argentina considera que Brasil también tiene sus barreras. El secretario argentino de Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradia, dice que el socio mayor de Mercosur tiene recursos suficientes para subvencionar la producción y la exportación, mientras que países menos ricos como Argentina deben protegerse con otras herramientas, como las barreras no arancelarias.

La Federación de Industrias del Estado de São Paulo (FIESP) no quedó conforme con la decisión de Lula y su presidente, Paulo Skaf, pidió el mes pasado represalias contra las restricciones de Argentina. El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, rechazó esa alternativa, pero criticó abiertamente el "proteccionismo" de su principal socio en Mercosur. Para evitar que la tensión siguiera dañando la relación bilateral, se reunieron en Brasilia los ministros de Exteriores, Hacienda e Industria de ambos países.

La cita no sirvió de mucho. Argentina se negó a retirar sus barreras y su ministro de Exteriores, Jorge Taiana, acordó con Amorim que no se adoptarían nuevas medidas hasta que se reuniera -hoy- un grupo de alto nivel para analizar acciones que recuperen el comercio bilateral y equilibren la balanza. Pero la ministra de Producción de Argentina, Débora Giorgi, siguió adelante con la protección del mercado de su país, porque considera que en Mercosur existen desequilibrios macroeconómicos profundos que la justifican.

Hace dos semanas, Argentina impuso una medida antidumping contra los cuchillos brasileños. El pasado martes, el secretario de Comercio Exterior de Brasil, Welber Barral, no descartó la opción de recurrir ante la OMC contra medidas antidumping (contra las ventas por debajo del coste) y retrasos en las licencias por parte de Argentina, y admitió que estudiaba aplicar barreras contra la harina de trigo y la leche en polvo de su socio. Al día siguiente, su superior, el ministro Jorge lo contradijo con un mensaje conciliador: señaló que Brasil buscará que sus exportadores acuerden cupos para limitar sus envíos a Argentina con los competidores de ese país, siempre y cuando Buenos Aires restrinja también las importaciones de otros orígenes, como China, Corea del Sur, México o Chile.

La ministra de Producción de Argentina respondió con un doble mensaje. El jueves amplió las licencias no automáticas a otras 58 posiciones arancelarias y al día siguiente llegó a un acuerdo con el fabricante brasileño de cuchillos Tramontina para exceptuarlo del antidumping a cambio de que elevara sus precios. Argentina acepta negociar las restricciones, pero prefiere hacerlo bajo la presión de sus barreras.

Encuentro

El pasado martes, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, visitó Brasilia y compartió con Lula su preocupación por las barreras argentinas. Pero Brasil tampoco puede vanagloriarse de su apertura: la OMC difundió el lunes un informe que critica los créditos que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño otorga a los exportadores porque tienen tipos "considerablemente inferiores a los del mercado y en algunos casos están sujetos a criterios de contenido nacional".

En este clima de tensión, el secretario Chiaradia y el secretario ejecutivo de Exteriores de Brasil, Samuel Pinheiro Guimarâes, se sentarán hoy a buscar acuerdos en Buenos Aires, como preludio del previsto encuentro entre Lula y Fernández, el próximo día 20 en São Pablo.


Comentario:

Lo que es un hecho es que con medidas proteccionistas no se arregla nada. Al contrario, empeoran las relaciones comerciales.

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