Sospechan de fraude electoral en Minessota.

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Cuando el hoy presidente electo, Barack Obama, anticipó que la lucha por el poder no sería fácil, sus estrategas nunca contemplaron la posibilidad de que, un agónico enfrentamiento por el escaño senatorial del estado de Minnesota se convertiría en epicentro de la batalla por el control del Senado.

A una semana de haber concluido las elecciones, los ecos de la disputa electoral en Minnesota —que podría asegurar el escaño 58 a los demócratas—, se parecen cada vez más al enfrentamiento que protagonizaron demócratas y republicanos durante las elecciones presidenciales de 2000 en Florida.

En el centro de la contienda el demócrata, Al Franken, el ex comediante de The Saturday Night Live, se había convertido en azote de los republicanos y contaba con el favor de las encuestas cuando prometió la derrota de su adversario Norm Coleman, quien fue elegido por primera vez al Senado en 2002 tras su exitosa carrera como alcalde.

Después de una jornada electoral en la que la agencia AP anticipaba la posible victoria de Coleman, el escrutinio posterior ha ido menguando sospechosamente esa diferencia de votos en favor de Franken hasta concederle al republicano una ventaja de apenas 206 votos de los casi 3 millones sufragados.

En medio del proceso, las miradas de sospecha apuntan hacia el secretario de estado, el demócrata, Mark Ritchie, a quien los republicanos acusan de haber metido mano en el asunto y quien ya ha anticipado que, en aras de la transparencia, se podría ordenar el recuento obligado de todos y cada uno de los votos a partir del 18 de noviembre, tal y como lo dictan las leyes electorales del estado cuando se produce un margen tan insignificante de diferencia o menor a 0.5% del total escrutado.

“Hemos diseñado un sistema en el que la gente confía y que contempla la posibilidad de un recuento a gran escala para garantizar un resultado exacto y transparente”, señaló Ritchie en medio de una tormenta de ataques y críticas.

El recuento, que podría tardar más de un mes, amenaza así con prolongar una disputa política y legal hasta enero próximo cuando el Congreso deberá iniciar una nueva legislatura.

Minnesota, un estado que teóricamente es conservador pero que ha producido a los demócratas situados más a la izquierda en la historia reciente del país, es un territorio orgulloso de su individualismo militante, una cualidad que define a Estados Unidos y aglutina a la base más conservadora del Partido Republicano que hoy lucha desesperadamente por no perder un escaño que lo dejaría con 42 de los 100 escaños en el Senado.

“Un recuento, que suele ser por naturaleza muy disputado, tendrá en el caso de Minnesota un valor añadido ya que del resultado dependerá el nuevo equilibrio de poderes en el Senado”, aseguró Larry Jacobs, de la Universidad de Minnesota.

Cuando la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, llegó en octubre pasado a Minnesota para hacer campaña en favor de Franken, sus discursos pusieron énfasis en la necesidad de convertir a su candidato en el senador número 60, para garantizar así la mayoría que permitiera a Obama sacar adelante la agenda de cambio más ambiciosa en la historia reciente de Estados Unidos.

Hoy, la posibilidad de convertir a Franken en ese escaño número 60 se ha tornado cuesta arriba con el riesgo añadido de convertir a Minnesota en escenario de una guerra que podría arruinar los planes de Barack Obama de iniciar su mandato bajo un espíritu de conciliación y bipartidismo que necesitará más que nunca.

Comentario:

Sería muy sano limpiar la elección en ese Estado.