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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Se transforma cultura del consumo estadounidense.

Noticia:


Justo cuando una crisis de confianza podría estar llegando a su fin, otra podría estar comenzando.

El pánico en Wall Street ha disminuido en las últimas semanas, y los bancos se muestran un poco más dispuestos a conceder préstamos. Pero en esas mismas semanas, los hogares estadounidenses al parecer se han puesto a la defensiva.

Repentinamente, nuestra sociedad de consumo está consumiendo mucho menos. Los números son bastante increíbles. Las ventas de vehículos nuevos disminuyeron 32% en el tercer trimestre. Parece probable que el gasto de consumo descienda el próximo año por primera vez desde 1980, y quizá por el monto más amplio desde 1942.

Con Wall Street alejándose del precipicio, esta crisis de confianza del consumidor se ha convertido en el problema de corto plazo No. 1 de la economía. Nadie duda que las familias deben empezar a ahorrar más de lo que ahorraron en las últimas dos décadas. Pero si cambian su comportamiento demasiado rápido, podría resultar muy doloroso.

La tienda de electrónicos Circuit City se ha declarado ya en bancarrota, y General Motors ha señalado que está en peligro de quedarse sin dinero. Si el declive del consumo continúa, existe el peligro de que surja un círculo vicioso en el que los recortes al consumo y los despidos se refuercen entre sí.

"Son momentos de miedo", indicó Liz Allen, de 29 años y estudiante de enfermería en Atlanta, entrevistada por uno de los reporteros del Times que recorrieron el país el fin de semana pasado para recoger la opinión de la gente sobre el estado de la economía. "La preocupación puede hacer que la economía empeore. Si la gente se preocupa mucho, no gastará tanto dinero. Creo que ya está sucediendo eso".

No está claro qué puede hacer alguien, incluyendo Barack Obama y su próxima administración, para atemperar las actuales preocupaciones. Obama ha demandado un paquete de estímulos que compensaría parte del retroceso en el consumo. El y sus asesores también tratarán de fortalecer la confianza proyectando una tranquila competencia y la disposición a ser más agresivos que el gobierno de Bush. Todo eso debe ser de ayuda.

Pero el paquete de estímulos que se discute no contemplaría más de 150 mil millones de dólares en nuevo gasto gubernamental. La diferencia entre un buen año de gasto de consumo y uno realmente malo es de alrededor de 400 mil mdd.

Así que 2009 podría resultar bastante miserable. El consumidor estadounidense, desde hace tiempo el motor de gasto de último recurso de la economía global, podría finalmente estar extenuado.

Sé que se han escuchado estas advertencia antes. Por años, periodistas y otros agoreros han pronosticado un declive severo en el gasto de consumo, sin que se haya concretado. "Nunca subestimen al consumidor estadounidense", señala un cliché de Wall Street.

Pero como Joshua Shapiro, de MFR, una firma de investigaciones económicas de Nueva York, lo ha señalado, el consumidor estadounidense ha pasado rápidamente de ser la mayor fortaleza de la economía mundial a ser su talón de Aquiles. "Todo ha cambiado", afirma. "El sector financiero está desapalancando; la disponibilidad de crédito está gravemente constreñida; los precios de los activos han descendido, y las finanzas domésticas sufren graves presiones".

Sería ingenuo insistir en que unos cuantos meses terribles podrían representar el fin de la cultura del consumo estadounidense. Pero sería igualmente ingenuo suponer que esa cultura nunca podría cambiar. Podría estar cambiando justo ahora.


Comentario:

La historia y en particular esta crisis debería servir para aprender, para ser más cauto, pero ¿el ciudadano común aprende del pasado?

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