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Pablo tiene seis años, unos enormes ojos azules, el cabello rubio y un hígado nuevo. Cuando nació, el médico les dijo a sus padres que el niño padecía una insuficiencia hepática y que la única solución sería el trasplante.
Un duro golpe para ambos aunque con un atisbo de esperanza: para llevar a cabo la operación tenían que buscar algún familiar compatible que estuviera dispuesto a ceder un trozo de su propio órgano, ya que éste se regenera con el tiempo. Desgraciadamente no encontraron a nadie que cumpliera requisitos como ser una persona completamente sana y no haber sido operada nunca. Y a Pablo no le quedó más que ponerse en la lista de espera de la Organización Nacional de Trasplantes, un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad y Política Social, que ha convertido a España, con más 70 mil trasplantes realizados desde su fundación hace 21 años, en el país con la mayor tasa mundial de donantes: 34.3 por millón de habitantes.
Pablo tuvo suerte. Consiguió sobrevivir gracias a que apareció un donante: un joven que había muerto en Barcelona en un accidente de tráfico. Los padres del fallecido decidieron donar todos los órganos: riñones, corazón, hígado y páncreas, y el hígado era compatible con Pablo. Después de extraer el órgano, éste viajó a Madrid, donde el doctor Enrique Moreno González, cirujano de 70 años, maestro de trasplantes con más de mil 500 a sus espaldas, premio Príncipe de Asturias de Investigación y conocido familiarmente por sus colaboradores como “Dios”, puso manos a la obra.
El especialista tasplantó el hígado del accidentado en dos personas distintas, una de ellas Pablo. Dos operaciones de más de 15 horas, que se realizaron simultáneamente y con éxito en el Hospital público 12 de Octubre de Madrid, y en la que participaron más de medio centenar de personas, entre médicos y enfermeras. Las finas manos de Moreno cosieron venas y arterias logrando que dos personas tuvieran esperanza de vida.
El niño aguantó la cirugía pero una semana después rechazó el nuevo órgano. Vuelta a empezar. A los padres de Pablo el mundo se les vino encima. “No sabíamos si el niño aguantaría con vida porque aunque en primer lugar de la lista de espera figuran los enfermos más graves, el hígado podía no llegar a tiempo”, reconocía su madre. Pero apareció otro donante y Moreno volvió a operar, pero 24 horas después de nuevo se produjo el rechazo.
El tercer intento
La pesadilla parecía no tener fin. Los médicos habían advertido a los padres la posibilidad del rechazo, pero a ellos dos veces les parecían demasiadas y lo peor: el niño se agravaba con los días.
Cuando parecía que todo estaba perdido, llegó el tercer donante y esta vez el cuerpo de Pablo no lo rechazó. Nuevamente el doctor Moreno lo operó, por tercera vez Pablo pasó una semana en la unidad de cuidados intensivos y por fin pudo ser trasladado a una habitación de planta para una semana después ser dado de alta.
Ahora Pablo tiene seis años y aunque debe tomar medicamentos diariamente, hace una vida normal. Ni él ni sus padres saben quién fue la persona que le donó el órgano que le devolvió la vida.
En España, por ley está prohibido revelar la identidad del donante. Según Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) “por salud psicológica es preferible no pensar ni imaginar a la persona de la que viene el órgano donado”.
Pero tanto el pequeño Pablo, como sus padres, le estarán agradecidos por el resto de su vida.
El caso de Pablo es uno pero no el único. El año pasado se llevaron a cabo en este país 4 mil trasplantes de órganos. La mayoría fueron de riñón (dos mil 328), seguidos de hígado (mil 99), corazón (274), pulmón (219), páncreas (97) e intestino (11).
Todos fueron realizados de manera coordinada por la ONT y en 45 hospitales españoles pertenecientes a la sanidad pública. Es decir, sin costo para los pacientes. También se realizó uno de manos y otro de cara, éste último el primero del mundo en incluir lengua y mandíbula.
Ejemplo para el mundo
El sistema español de trasplantes es un éxito que se ve con envidia en el resto del mundo. En la actualidad, la tasa de 34.2 donantes por millón de personas casi duplica la tasa de la Unión Europea (UE), situada en 18.2, y supera en ocho puntos a la de Estados Unidos (26.3).
Pero además de tener la mayor tasa de donantes, en España cada vez se trasplanta a más personas (un día se llegaron a hacer 32 trasplantes) con enfermedades más graves, de mayor edad y la tasa de supervivencia es superior.
También se han comenzado a hacer donaciones cruzadas: se pone en contacto a parejas de personas que no se conocen para que a cambio de donar un órgano reciban otro compatible de un desconocido. Un dato demuestra la eficacia del modelo español: Si se aplicara en el resto de la UE, más de 20 mil personas mejorarían su calidad de vida y no ocurriría como ahora, que al menos 12 europeos mueren por día en espera de un órgano.
El único problema es la escasez de órganos. Siempre hacen falta más y ahora más de cinco mil personas aguardan un trasplante en España. Muchas seguramente no tendrán la misma suerte de Pablo y desgraciadamente morirán.
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