“No quiero estar cuando se desate la guerra”.

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Temeroso de que se desate una guerra en su país y lo obliguen a unirse a las fuerzas militares, el joven Juan Carlos decidió abandonar su natal Yoro, en Honduras.

“No quiero unirme a los militares y matar a mis hermanos hondureños, por eso mejor huí”, dice con voz cansada mientras se recuesta en la banqueta afuera del albergue Belén, de esta ciudad, ubicada a unos 35 kilómetros de la frontera con Guatemala.

Juan Carlos, de 22 años de edad, de oficio soldador, salió de Progreso Yoro, el 25 de julio, al ver que el conflicto interno que se vive en Honduras cada día se recrudece más con acciones violentas de manifestantes en apoyo y en contra del depuesto presidente Manuel Zelaya y las autoridades militares. “No quiero estar ahí —Honduras— cuando se desate una guerra, no quiero que me obliguen los militares a luchar contra mi gente”, agregó.

El joven hondureño platica que sin ningún problema cruzó a territorio guatemalteco por la frontera de Agua Caliente, que divide a Guatemala y Honduras, ya que ahí no hay vigilancia policiaca, y en autobuses llegó hasta el poblado de Tecún Umán, localidad fronteriza con México.

A bordo de una balsa construida de neumáticos de tractor y tablas, Juan Carlos cruzó el río Suchiate —ubicado en Chiapas—, que sirve de división política entre México y Guatemala, a territorio mexicano.

Viaje peligroso

Juan Carlos planea descansar unos días en el albergue Belén, de esta ciudad, para viajar en combi y caminar hacia la ciudad de Arriaga, que se localiza a unos 300 kilómetros, para abordar el ferrocarril que lo acerque al “sueño americano”.

—¿Sabes de los peligros de este viaje?

—Sí. Los compañeros dicen que hay muchos asaltos y secuestros más arriba, pero me voy a arriesgar. De todos modos si me quedo en mi país voy a morir de hambre. Prefiero seguir el viaje.

—¿Crees que deba regresar Manuel Zelaya a la presidencia?

—¡No! Desde que llegó no hizo nada por los pobres, por el campo, se terminó el empleo. Hay más pobreza, mire cuántos hondureños tenemos que irnos y dejar nuestras familias —detalló.

De acuerdo con el coordinador del albergue Hogar de la Misericordia, Heymán Vázquez Medina, no ha habido aumento en el flujo de migrantes hondureños.

“El flujo se mantiene igual, no se ha detectado un incremento”, señala.