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sábado, 21 de febrero de 2009

Reventón que no “prendió”.

Noticia:


“Está bien”, fue la respuesta —sin mucho ánimo— de muchos jóvenes que ayer asistieron a la primera fiesta sólo para menores organizada por el Instituto de la Juventud del Distrito Federal. Presionados por el tiempo, porque la mayoría sólo tenía permiso hasta las nueve de la noche para llegar a sus casas, atendieron a los llamados del dj Riter Cool, quien realizó todos sus esfuerzos para prender la fiesta.

Los destellos de las luces neón y los rayos láser incitaron a los 360 jóvenes que se reunieron para una fiesta sin humo de tabaco y sin alcohol. Mientras otros mostraban sus mejores pasos de baile.

Desde el quinto piso del Injuve, la vista de la calzada México-Tacuba dejaba ver el tránsito lento de esta vialidad, pero a los chavos poco les importó, ellos querían una sola cosa: “bailar hasta las siete de la mañana”.

Grupos de chicos dispersos en el salón del Centro Urbano Juvenil de Miguel Hidalgo se unieron para corear a Café Tacuba, porque “¿Quién no conoce a Café Tacuba?”, exclamó Alicia, mientras que al ritmo de “Ingrata” comenzó a saltar junto con sus amigos.

El piso cimbró con los brincos de jóvenes de entre 14 y 19 años que acudieron al evento, aunque hubo algunos que rebasaban la edad. Para ellos hizo falta algo: el alcohol.

“Uno está acostumbrado a ir a fiestas donde hay de todo, este espacio está chido para los chavos, pero a uno le hace falta un pegue”, dijo Gerardo de 23 años quien llegó “sólo por el azar”.

La hermana de Javier, su amigo, quiso ir a la fiesta y sólo le daban permiso si iba con su hermano. A Jéssica, de 17, y a Juan, de 15 años, las bebidas alcohólicas no les hicieron falta. Ellos querían “que pongan perreo”.

Cuando les cumplieron su petición comenzaron a bailar con movimientos sensuales, mientras una pareja se subió a un tambo para moverse a ritmo de rreggaeton, en el piso, dos jóvenes hicieron sandwich a una chica y dos chavas, al otro extremo, la imagen se repetía pero eran dos mujeres bailando para un hombre. Un grupo de estudiantes de enfermería, que escucharon la música, entraron sin previa reservación.

Y es que, la convocatoria por internet que lanzó el Injuve no dio los resultados que esperaban, se registraron 290 jóvenes y sólo llegaron 150; el resto de los asistentes no tenían reservación. Por ello el riesgo de repetir la tragedia del New´s Divine, por el sobrecupo quedó lejana. Como botana se repartieron palomitas de maíz, mismas que para el final de la fiesta estaban regadas por el suelo, ya que solo se terminó la mitad de una bolsa de casi 20 kilos y sobraron tres más.

Sirvieron agua de naranja, piña, limón y jamaica. Mientras, se armó el slam sin más estimulante que el ritmo, cuando al lado de los señalamientos anti tabaco, parejas continuaban con el maratónico beso de San Valentín.

Personal del Instituto de la Juventud registró en la entrada a los asistentes para evitar que se introdujeran bebidas alcohólicas y cigarrillos.

Tras la revisión se aplicaba un sello en la muñeca de los jóvenes que garantizaba un ambiente limpio. Fredy y Ulises calentaron la pista con acrobacias de patineta antes de que empezara la banda. Los jóvenes aplaudían las suertes de estos menores cuando se dio la tercera llamada y el ska corrió a cargo de la banda Radio Catoche.

Para las nueve de la noche, el Centro Urbano Juvenil estaba casi vacío. Sólo quedaron algunos jóvenes que bailaban dispersos. Luego, una banda de rock regresó el ambiente a los pocos que quedaban y los concentró al frente del escenario. El rock y el ska fueron los géneros más bailados por los asistentes.

De repente Jéssica comenzó a apresurar a sus amigos para irse, su mamá sólo le dio permiso hasta las nueve de la noche.

Sin embargo, el reloj marcaba ya quince minutos después de la hora autorizada, “me van a regañar”. La joven vive en la colonia ex Hipódromo de Peralvillo y le restaba al menos 40 minutos de viaje para llegar a su casa.

Julián no tenía esa preocupación porque él no tiene hora de llegada, sus padres sabían que andaba de fiesta, lo que desconocían era que se trataba de una sin tabaco y sin alcohol “y no les importa”, dijo el joven de 15 años.

Esta primera fiesta tuvo la intención de cumplir con el derecho a la recreación que tienen los jóvenes capitalinos.


Comentario:

Antes de organizar este tipo de eventos, los jóvenes necesitan ser educados para divertirse sin alcohol y tabaco.

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