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En la capilla se escuchó entonar una canción. “Coincidir”, la última pieza que Dolores Barragán —amiga de la familia— y últimos acompañantes escucharon, presente el cuerpo de Gilberto Rincón Gallardo, quien a las seis de la tarde de ayer fue cremado.
Los ojos de su gente, de sus cercanos, de quienes lo acompañaron en vida no aguantaron más, y vinieron lágrimas por el recuerdo de quien fuera candidato a la presidencia en el año 2000 por el partido Democracia Social, y titular hasta su último día, el sábado, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Vino el grito sin duda: “¡Viva Rincón Gallardo!”, y de respuesta un “¡Viva!” que tronó en la pequeña capilla y arrancó aplausos, lágrimas.
Minutos antes de las seis de la tarde, el féretro abandonó la capilla “B” de Gayosso Félix Cuevas para la cremación. El ataúd llevaba encima una gran bandera de México y un ramo de rosas.
El traslado por el pasillo central que conecta los velatorios con el crematorio también estuvo tapizado de aplausos para quien se le reconoce su lucha por la igualdad, por la democracia, por los sectores menos favorecidos.
La catarsis del dolor hizo un paréntesis para escuchar poesía que los grandes amigos de Gilberto Rincón Gallardo le llevaron al pie del féretro.
Antes, el ataúd fue flanqueado por grandes coronas de políticos y organizaciones, como los gobernadores de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso; de Coahuila, Humberto Moreira; de Zacatecas, Amalia García; del secretario de Salud, José Ángel Córdova, pero también de las organizaciones con las que Rincón Gallardo supo caminar al lado, como la Comunidad de Sordos, Libre Acceso, AC, y el Consejo contra la Discriminación.
El cuerpo de Rincón Gallardo fue visitado por el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas; el ex jefe de gobierno local Alejandro Encinas; el presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita; el ex secretario de Gobernación Esteban Moctezuma, y Jorge Alcocer.
Todos reconocieron su trayectoria, su calidad humana, su ardua labor por la igualdad, la pérdida que significa para el país.
Ya al final, su viuda Silvia Pavón regresó sobre el gran pasillo para dar las gracias a quienes le acompañaron en el momento aciago.
Ya se había leído la poesía en póstumo homenaje. Ya se había entonado el canto de quienes logran coincidir, y ya se había vestido el féretro con el lábaro patrio, la insignia de los grandes mexicanos.
Comentario:
Fue el último adiós a una persona que le dedicó su vida a México, desde la "trinchera" de la izquierda. Un personaje que ojalá sea ejemplo para los que siguen bajo esa ideología, para tratar de transformar a México para bien. No es un adiós, sino un hasta luego.
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