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martes, 26 de agosto de 2008

Un problema en México el manejo adecuado de la basura electrónica.

Noticia:

¿Se pueden imaginar 90 albercas olímpicas llenas de equipo de cómputo, un estadio Azteca repleto de televisores, 38 contenedores de ferrocarril saturados de teléfonos celulares, así como 10 albercas olímpicas llenas de pilas?

Sería un gran botín si todos los aparatos estuvieran en su vida útil, pero este volumen es un aproximado de la cantidad de basura electrónica que por año se genera en México, y que no tiene hasta hoy, un manejo adecuado.

A pesar del volumen y del problema de espacio que pudiera generar, parece que el avance tecnológico sorprendió a México, pues apenas la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) trabaja en la elaboración de una Norma Oficial en la que se delineará el plan de manejo y requerimientos específicos de estos desperdicios, en seguimiento a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos —que clasifica a los electrónicos como de manejo especial—, expedida en 2003.

Por año, se convierten en basura, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología, entre 180 mil y 250 mil toneladas de celulares, televisores, teléfonos fijos, aparatos de cómputo, de audio y video.

A este desperdicio se agregan las 600 millones de pilas (tipo AA, AAA, C y D) que por año se tiran a la basura y que aunque en su mayoría ya no contienen sustancias tóxicas como Niquel y Cadmio, representan en peso siete toneladas, las que cabrían en 10 albercas olímpicas.

El químico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Benjamín Ruiz Loyola y el director de Investigación sobre sustancias químicas y riesgos toxicológicos, Mario Yarto, aseguran que más que componentes dañinos al exponerse al medio ambiente, el problema de la basura electrónica es que ocupa grandes volúmenes en espacio difíciles de manejar por las toneladas que se generan por año y el volumen acumulado de este tipo de basura.

No obstante, Greenpeace indica que en caso de la fabricación de computadoras y teléfonos celulares, se incluyen materiales tóxicos que afectan la salud de miles de trabajadores que laboran en las líneas de producción y que desconocen el riesgo de permanecer expuestos, en forma directa, a esas sustancias.

Los especialistas consultados coinciden en que una solución a este tipo de basura, una vez que supuestamente dejan de tener vida útil, es la recuperación de materiales para llevarlos a un proceso de reutilización. Además, dentro del proceso de producción de estos aparatos se deberían privilegiar los materiales amigables.

Yarto señala que la responsabilidad de deshacerse de los aparatos electrónicos, que por el avance de la tecnología se renuevan al menos cada dos años, es de todos aquellos que intervienen en la vida del producto, desde el fabricante, el gobierno hasta el usuario.

Ruiz Loyola asegura que la industria de la reutilización en México podría desarrollarse si el gobierno proporcionara incentivos de algún tipo a empresas que lo lleven a cabo. No obstante, subraya que en Francia se llevó a cabo un ejercicio en el que la recuperación de algunos componentes resultaba más caro que la propia fabricación del producto.

Los investigadores reconocen que ha habido esfuerzos esporádicos de empresas de telefonía celular y computación para acopiar los aparatos y reutilizar algunos de sus componentes, sin embargo, no son campañas masivas, sino aisladas.


Comentario:

Estamos frente a un problema realmente preocupante y que va en aumento, por la cantidad de productos electrónicos que se fabrican cada año. El grito de advertencia ya está dado, pero ¿hasta cuándo habrá una reacción frente a este problema?

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