Narcos se hacen de helicópteros en Canadá.

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El caso de Colin Martin, quien estando en libertad bajo caución —tras apelar su sentencia por encabezar una organización ilícita de tráfico de drogas entre Estados Unidos y Canadá— consiguió tres helicópteros, dos de los cuales terminaron haciendo vuelos para contrabandistas de drogas, ilustra lo fácil que resulta para los narcotraficantes el poder hacerse de este tipo de aparatos.

No sólo eso; también han obtenido entrenamiento para volar a medida que aumentan sus ganancias en el boyante negocio multimillonario del comercio ilícito de mariguana, cocaína y éxtasis desde Canadá. De una decena de pilotos arrestados esta década por pilotear helicópteros usados para contrabandear drogas desde la Columbia Británica, por lo menos la mitad había recibido entrenamiento recientemente en escuelas de vuelo.

Los administradores de escuelas de vuelo dicen que no verifican los antecedentes de sus estudiantes ni saben qué hacen en su tiempo libre.

Algunos operadores de estas escuelas dijeron que no quieren entrenar contrabandistas, pero que tampoco quieren dejar de hacer negocios simplemente porque un probable estudiante tiene muchos tatuajes en su cuerpo o porque paga en efectivo. “No creo que podamos hacer nada”, dijo Cathy Press, dueña de la firma Chinook Helicopters y quien se ha enterado del arresto de varios ex estudiantes por contrabando.

Martin, de 37 años, fue sentenciado en Canadá en 2007 a dos años y medio de prisión por dirigir una operación de contrabando de drogas en la década de 1990.

En entrevistas con The Associated Press, dijo estimar que unos 30 pilotos en todo Canadá hacen vuelos de contrabando de drogas por lo menos de vez en cuando.

Personas allegadas al tráfico de mariguana de Columbia Británica estiman que entre 13 y 36 toneladas métricas de la droga pasan cada mes de contrabando con rumbo hacia Estados Unidos.

Una operación de contrabando con helicóptero cobra aproximadamente entre 350 y 550 dólares por libra.