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lunes, 25 de mayo de 2009

Powell planta cara a Cheney en el Partido Republicano.


Noticia:


Desmintiendo las dudas intencionadamente introducidas por el ex vicepresidente Dick Cheney, el general Colin Powell, todavía la voz más reconocible de la derecha moderada en Estados Unidos, declaró ayer que sigue siendo un republicano y que continuará luchando para que su partido recupere el centro, de donde constantemente se aleja desde hace años.

"Sigo siendo un republicano", afirmó Powell. "Durante 50 años he votado para la presidencia por la persona que he considerado más capaz. El año pasado lo hice por Barack Obama, pero en los 20 años anteriores he votado por candidatos republicanos".

Con esta entrevista en el programa Face the Nation, de la cadena de televisión CBS, Powell, ex secretario de Estado y ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, regresa de lleno a la batalla política en Washington y se suma al debate sobre el rumbo que debe tomar la oposición si quiere recuperar posiciones en las elecciones del próximo año.

El general, que a punto estuvo de aspirar a la presidencia y que aún no ha descartado que pueda intentar hacerlo en el futuro, respaldó la política de seguridad de Obama, con el que dijo haber mantenido contacto después de su llegada a la Casa Blanca.

Esta reaparición de Powell, que ya removió la arena política cuando en octubre anunció su voto por Obama, vuelve a producirse en un momento que favorece más al presidente que a los republicanos. La oposición está actualmente atravesando por el momento, relativamente, más favorable desde noviembre y cree haber encontrado en sus críticas al cierre de la prisión de Guantánamo y otras decisiones de la Casa Blanca en materia de seguridad nacional un punto de vulnerabilidad de esta Administración.

Powell vino ayer a respaldar la clausura de Guantánamo, la prohibición de las torturas y a darle un empujón, desde su autoridad como militar y hombre de Estado, a la actuación de Obama para mantener a este país seguro.

"Guantánamo nos ha causado grandes problemas en el mundo, era una situación insostenible a la que había que poner fin", manifestó el ex secretario de Estado, quien defendió también la intención de Obama de trasladar a una parte de los reclusos a prisiones instaladas en territorio estadounidense.

Éste es uno de los aspectos en los que el apoyo de Powell le puede resultar más útil al presidente. Los congresistas y una parte considerable de la opinión pública rechazan el traslado de los detenidos en Guantánamo a cárceles estadounidenses porque creen que eso constituiría un peligro para los ciudadanos de este país.

Powell rebatió y ridiculizó ese peligro con el argumento de que el sistema carcelario norteamericano alberga al mayor volumen de presos en todo el mundo y dispone, por tanto, de experiencia suficiente en el manejo de los reos más peligrosos. "Tenemos más de dos millones de presos en nuestras cárceles. ¿Por qué no podemos traer a esos detenidos y que sean encarcelados aquí?", insistió.

Habiendo servido durante cuatro años para el presidente George W. Bush, Powell fue más prudente en la crítica a las torturas. Reconoció que, durante ese tiempo, supo que "esas prácticas" (el ahogamiento fingido) estaban siendo consideradas por la CIA y dijo que presentó al respecto "las consideraciones legales oportunas". "En aquellos primeros días [después del 11-S] no se nos hubiera perdonado que no hubiéramos hecho todo lo posible", explicó. Pero añadió que esos métodos fueron eliminados en 2003 y que no existe razón alguna para, como hace Cheney, justificarlos ahora.

Powell se exhibe, pues, como contrapeso a Cheney y con una visión de un conservadurismo distinto. "Creo en un Partido Republicano integrador y de amplia base", afirmó el ex secretario de Estado.


Comentario:

Los extremos siempre le hacen daño a una ideología.

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