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domingo, 8 de marzo de 2009

Raúl Castro da un puñetazo en la mesa.

Reportaje:

El País de España.

Después de un año y medio de presidencia interina, y de un año más como presidente elegido formalmente por el Parlamento, Raúl Castro acaba de realizar su primera acción política de envergadura. La destitución de 11 de sus ministros y altos dirigentes -entre ellos el encumbrado canciller, Felipe Pérez Roque, y el secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, Carlos Lage Dávila- ha sido un puñetazo encima de la mesa y una señal clara de que, para bien o para mal, en Cuba manda el presidente y general Raúl Castro.

Desde el 31 de julio del 2006, cuando su hermano Fidel estuvo a punto de perecer debido a una grave hemorragia intestinal, se comprobó que todos los planes sucesorios estaban engrasados y listos para que no hubiera el mínimo desorden, ni en los despachos oficiales ni en las calles más bravas del país.

Los primeros días se incrementó la presencia policial en los barrios más levantiscos, y hasta el propio Raúl dio a conocer un plan especial que tenía como propósito poner a raya el delito y las ilegalidades, que se ha hecho sentir en la población.

Discretamente, Raúl asumió el mando hasta que, en febrero del 2008, Fidel admitió que la fragilidad de su estado de salud le impedía asumir sus funciones. El ex ministro de Defensa se dedicó a administrar la revolución siguiendo los preceptos básicos de su hermano, eso sí, imprimiendo un cierto pragmatismo en su forma de ejercer el poder día a día.

Entre julio de 2006 y el 24 de febrero de 2008, Raúl pagó las deudas contraídas por el Estado con los campesinos privados, aumentó los precios de algunos alimentos -como la leche, la carne de cerdo y algunas viandas que se pagaban a los productores privados- y eliminó las restricciones aduaneras para determinados artículos eléctricos, que los cubanos ahora pueden importar cuando regresan de viaje.

Más importante aún fue que Raúl Castro admitió que los sueldos cubanos no alcanzaban para vivir decentemente -un médico gana aproximadamente 25 euros al mes- , y abogó por eliminar los topes salariales, introduciendo un concepto revolucionario en Cuba: quien más vale y más trabaja, mejor vivirá.

El 24 de febrero de 2008, al asumir la presidencia del país, el general Raúl Castro dijo que su objetivo era mejorar la vida espiritual y material de los cubanos arreglando la economía y pidió levantar prohibiciones innecesarias que hacían la vida difícil a los habitantes de la isla.

También se declaró decidido a realizar cambios estructurales y de concepto para reactivar la producción interna, incluyendo la entrega de tierras en usufructo a los campesinos privados y a los de cooperativas. Aproximadamente, el 50% de los cuatro millones de hectáreas cultivables en Cuba siguen hoy baldías o están infrautilizadas.

Con Raúl llegó el acceso a los teléfonos móviles, a los hoteles turísticos, a poder alquilar desde un automóvil hasta una moto, y a poder adquirir electrodomésticos elementales como el reproductor de DVD. Pero de la gran reforma económica que la gente esperaba, nada. Ni se flexibilizaron los trámites para entrar y salir del país; ni se permitió la ampliación de los márgenes de la iniciativa privada; tampoco se dio la oportunidad a los particulares para cogestionar, junto con el Estado, servicios de hostelería y de otro tipo, que la Administración no parece haber sido capaz de administrar.

Cuando el 26 de julio de 2006 Fidel cayó gravemente enfermo, después de dar dos maratonianos discursos en Holguín y Camagüey, y los médicos le operaron a vida o muerte, todos sus allegados entendieron que era demasiado pronto para pedir a Raúl que tomara las riendas del poder. Un año después, a la vista de los cambios mínimos realizados dentro de la isla, muchos dijeron que mientras su hermano estuviera vivo o no renunciara formalmente a su cargo, poco se podría hacer para que la modernidad llegara a Cuba.

El 24 de febrero del 2008, Raúl Castro fue elegido presidente y se dispuso a formar nuevo Gobierno a fin de año, algo que, debido a las pérdidas millonarias provocadas por los tres huracanes que azotaron consecutivamente la isla, tuvo que retrasar dos meses. Esta semana, el general Raúl Castro anunció un nuevo Ejecutivo integrado por más militares y por hombres de su confianza. Del Gabinete desaparecieron figuras consideradas fidelistas y políticos expertos, como Carlos Lage y Felipe Pérez Roque.

Ahora la siguiente etapa es la celebración del congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba, previsto para octubre. No se vislumbra un relevo generacional en el horizonte.

Parece que a los cubanos de nuevo les toca esperar, esperar y esperar. Algunos sueñan con que, más temprano que tarde, se abran de una vez las alamedas que hace presagiar la llegada a la Casa Blanca del presidente Barack Obama.


Comentario:

¿Los cambios ayudarán a mejorar las condiciones económicas de la mayoría de los cubanos?

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